Una charla mantenida el miércoles entre dos productores de Jesús María, en el hall del auditorio de La Voz, refleja del momento que vive el negocio agrícola.
“El escenario actual es peor que cuando estaba el dólar blend, cuya última cotización había sido de 1.128 pesos. Si el tipo de cambio oficial sigue perdiendo valor, no conviene vender”, afirmaba uno de ellos, mientras el otro asentía con la cabeza, en un intervalo del ciclo “Coyuntura y agro, una mirada política y económica”, organizado por este medio.
Minutos después, el analista del mercado de granos Pablo Adreani les daba la razón durante su exposición en la jornada. “Con este valor de la soja y con el actual tipo de cambio sobre el fondo de la banda de flotación, el productor pierde plata”, advirtió.
Bajo esas condiciones se encuentra el principal activo que encabeza los ingresos de dólares en la economía nacional. Si bien el presidente Javier Milei llamó a los exportadores a liquidar divisas, mucho no podrán hacer si el productor decide sentarse sobre la cosecha. Aunque la gran pregunta es hasta cuándo.
Néstor Roulet, productor cordobés y secretario de Bioeconomía de la Nación durante el gobierno de Mauricio Macri, recreó una situación similar a partir de una reunión que mantuvo con un grupo de colegas en su zona (Canals, en el departamento Unión).
“Le pregunté si iban a vender la soja y quedarse en pesos, como aconsejaban algunas economistas”, indicó Roulet.
A partir de la puesta en marcha de la fase 3 del plan económico del Gobierno, con la implementación de la banda de flotación para el tipo de cambio y la suba de las tasas de interés en pesos, la opción del carry trade cobró fuerza.
Se trata de la estrategia financiera que implica comprar activos en una moneda que ofrece tasas de interés altas (pesos) usando los recursos logrados en otra moneda que esté rindiendo menos (dólar).
“Mi sorpresa fueron sus contestaciones. En forma unánime, me dijeron que no”, destacó Roulet.
Entre las respuestas, estuvieron diferentes estrategias: “La dejo (a la soja) en el campo para pagar los alquileres; el dueño del campo quiere el pago todo junto en agosto o septiembre”, fue una de las alternativas escuchadas. “No la entrego: la guardo en bolsones para pagar el alquiler y para comenzar con la otra campaña”, reconoció otro.
Es que de los dos granos que más se producen en el país, la soja (el otro es el maíz) es la que peor está en cuanto a los fundamentos del mercado.
Su comercialización doméstica refleja una baja en la oferta disponible en plena cosecha. Lo que alivia es que la industria aceitera opera con márgenes positivos para la exportación, con lo que los pecios se podrían sostener durante mayo y junio. “Márgenes negativos para la exportación de los subproductos (harina y aceite) podrán implicar una baja de los precios”, alertó Adreani durante la jornada organizada por La Voz.
Pero el escenario podría ser peor a partir del 1 de julio. Si el Gobierno restituye finalmente el esquema de retenciones vigente a finales de enero, el productor sojero perdería aún más. Un aumento de siete puntos porcentuales en los derechos de exportación sería un golpe de gracia para el grano. “Con una soja a menos a U$S 260 la tonelada, los números serían aún peores que los actuales y la situación para el cultivo sería insostenible”, graficó el analista.
Una buena es que mientras la cosecha avanza en la zona núcleo de la provincia, la soja de primera implantación muestra rendimientos optimistas. Según la Bolsa de Comercio de Rosario, en la zona de Marcos Juárez la productividad ronda los 40 quintales por hectárea, aunque también se observan en la zona lotes sembrados en noviembre y afectados por la sequía, cuyos resultados están por debajo de los 35 quintales, lo que agrava aún más los números económicos.