Como si fuera el sur de Brasil, donde la zafriña de maíz es furor, en Potrero del Norte, en el departamento Pirané, al sudoeste de Formosa, el clima permite también dos cosechas de verano por año.
Bajo esas condiciones, la empresa agropecuaria santafesina La Constancia Agro produce maíz que siembra en agosto y cosecha en enero.
Desde ese lugar llegó hasta Villa María el primer lote del cereal de la actual campaña, para su subasta simbólica realizada esta semana en la Bolsa de Cereales de Córdoba y que dio comienzo a la campaña comercial del grano en el país.
Fue un total de 30.500 kilos, de una superficie de 42 hectáreas que tuvo un rinde promedio de 6.750 kilos cada una.
El lote fue adquirido en el remate por la empresa ACA Bio y convertido en bioetanol, una de las tantas opciones de transformación con valor agregado que ofrece el maíz.
Mientras el clima en la actual campaña, a partir de las lluvias de febrero, dio la posibilidad de mejorar su rendimiento, el cereal se apresta a cerrar una buena cosecha. Mejor a la esperada.
Se estima que la producción nacional rondará los 46 millones de toneladas, aunque algunos –más optimistas– ubican esa cifra cerca de los 50 millones de toneladas.
Córdoba aportaría 15,5 millones de toneladas al total nacional, 15% menos que en la campaña anterior. Ese desempeño la ubicaría, por primera vez en muchos años, en el segundo lugar detrás de Buenos Aires, que lideraría la producción nacional con 16,8 millones de toneladas.
Las decisiones de siembra tomadas tras el impacto por la enfermedad del complejo del achaparramiento (chicharrita) en el ciclo agrícola anterior, con una superficie que en la provincia se redujo 20%, y las condiciones climáticas adversas condicionaron el potencial productivo.
Sin embargo, el rendimiento promedio proyectado en Córdoba alcanza los 76,3 quintales por hectárea, lo que supera la productividad de la campaña anterior y el promedio histórico.
Lo importante es que lo que se coseche en la provincia tendrá buena rentabilidad. Los márgenes económicos actualizados de los cultivos de verano, elaborados por la Bolsa de Cereales de Córdoba, muestran al maíz como el único grano con rentabilidad positiva, tanto para las siembras tempranas (14,3%) como para los planteos tardíos (3%). El resto, soja de primera (-6,7%), la secuencia trigo/soja (-14,2%), sorgo (-9,5%) y girasol (-3,2%), tiene números en rojo.
Igualmente, lo bueno para el maíz estaría por venir. Integrantes de su cadena de valor nucleados en Maizar se aprestan a lanzar en el próximo congreso de la entidad, previsto para el 28 de mayo, un programa “10 x 10 x 10″.
La fórmula, según sus precursores, apunta a que en los próximos 10 años la productividad por hectárea sea de 10 toneladas promedio (hoy ronda las siete toneladas por unidad de superficie), sobre un área de siembra a nivel nacional de 10 millones de toneladas, lo que permitirá alcanzar una cosecha en el país de 100 millones de toneladas.
De concretarse, sería el cereal el primero en alcanzar las ocho cifras en volumen de producción.
La continuidad de la baja en las retenciones, que estimule su inversión a campo, y la incorporación de más tecnología, como está prevista para los próximos años, contribuirían a alcanzar esos resultados.
En materia genética, la llegada el mercado nacional de semillas de los híbridos petisos (small corn), una tecnología de la compañía Bayer, ayudará a dar un salto en rendimiento. Según lo anticipado por el CEO de la empresa, Juan Farinati, en Expoagro, hay previstos dos lanzamientos de esta tecnología para la Argentina: uno en 2027, basado en mejoramiento genético, y otro en 2029, con biotecnología.
Estos maíces de baja estatura permitirán un manejo del cultivo diferente, como mayor densidad de siembra, fertilización más tardía y aplicación de fungicidas dentro del ciclo, además de solucionar problemas de vuelco. También podrían ofrecer un maíz picado más nutritivo por su mayor índice de espiga por biomasa.
Mientras se apunta a lograr esa cosecha millonaria, el gran desafío que tiene el maíz es incrementar su transformación y darle más valor en origen. Ahí hay mucho por hacer.
El año pasado, las exportaciones del complejo maíz representaron el 15% del total de la facturación de las ventas agroindustriales al exterior. Pero el 98% correspondió al cereal en grano.