A mediados de este año, el sector de producción porcina nacional anunció un ambicioso plan de crecimiento que apunta, a partir de nuevas inversiones, a que para 2032 el país cuente con un plantel de 550 mil cerdas capaces de producir 1,7 millones de toneladas de carne porcina por año, exportar 300 mil toneladas y elevar el consumo per capita a 28,3 kilos por habitante, alrededor de nueve kilos más que en la actualidad.
En esa dirección avanzan varias granjas cordobesas. Una de ellas es La Quimera, el establecimiento ubicado en El Rodeo, departamento Tulumba, que comenzó a operar en 2006 y se prepara ahora para dar un salto significativo en producción.
Una expansión con foco en tecnología y eficiencia
Por estos días, y con el inicio de las obras de las primeras instalaciones, La Quimera está ampliando su plantel con la incorporación de 2.300 nuevas cerdas madres, lo que elevará el total a casi 6.500.
El crecimiento del establecimiento, modelo de economía circular, viene acompañado de una profunda transformación del sistema productivo. La granja está migrando de su esquema tradicional –que incluía destete, 49 días de recría y luego engorde– a un moderno sistema denominado “wean to finish".
En este nuevo formato, el lechón permanece en la maternidad hasta el día 24, alcanzando unos siete kilos, y pasa directamente a la etapa de engorde, eliminando la recría intermedia. Si bien el proceso total se extiende de 100 a unos 150 días, el manejo operativo se simplifica y se gana eficiencia.

Para acompañar este crecimiento, en el predio del norte cordobés se instalarán 19 nuevas naves, de las cuales tres ya están en construcción: 16 naves de engorde que conformarán un nuevo sitio 3 –de 2.300 metros cuadrados cada una– y tres naves de maternidad, con espacios para cachorras, gestación y parto.
A nivel tecnológico, la granja implementa gestación grupal, en la que las hembras permanecen en corrales y no en jaulas, y un sistema automático de alimentación individualizada mediante chips, que permite controlar el consumo y optimizar la recuperación corporal de las cerdas durante la lactancia.
Genética de vanguardia y bioseguridad
Las nuevas madres se incorporan con la misma genética que ya utiliza La Quimera, proveniente del centro Agroceres PIC. La empresa trabaja bajo un sistema cerrado, que permite la autoproducción de abuelas y madres.
Este esquema, controlado por software de la compañía genética, gestiona los cruces y el envío de semen mejorado, garantizando un alto estándar genético y sanitario. Así se evita el ingreso de animales desde el exterior, preservando la bioseguridad. El pago por esta genética se realiza mediante un royalty basado en la cantidad de lechones nacidos diariamente.
La incorporación de las nuevas cerdas será gradual. Las obras se iniciaron recientemente y se espera que las primeras cachorras estén listas para inseminación en junio del año próximo. Con el plantel completo, La Quimera proyecta una producción anual de 24 millones de kilos vivos de capones, estimando un promedio de 3.800 kilos por madre.
El salto industrial: más faena y valor agregado
El crecimiento productivo tendrá impacto directo en el eslabón industrial del grupo: el frigorífico Qualitá, ubicado en Colonia Caroya.

Para absorber el mayor volumen de cerdos, el frigorífico proyecta una inversión de U$S 3,5 millones para duplicar su capacidad de faena. Actualmente procesa 14 mil cabezas mensuales y busca elevar esa cifra a 28 mil, incorporando además tecnologías de eficiencia y reforzando su modelo de economía circular.
Las obras de ampliación comenzarán el próximo año y permitirán generar al menos 70 nuevos puestos de trabajo entre la granja y el frigorífico, elevando el personal total del grupo a más de 320 empleados.
Además, Qualitá concretó recientemente otra inversión de U$S 3,5 millones en la instalación de una planta de elaboración de harina y procesamiento de grasa porcina, subproductos de la faena que se reincorporarán al sistema productivo.
La harina de carne y hueso podrá utilizarse como suplemento alimenticio en la planta de balanceados, mientras que la grasa podría reemplazar el aceite de soja, dependiendo del costo de oportunidad. Esta integración permite cerrar el círculo productivo y aprovechar al máximo cada parte del animal.
Economía circular y sostenibilidad
La Quimera ya opera bajo un esquema de integración vertical que incluye la producción de granos (maíz, trigo y soja) utilizados para la alimentación animal y el aprovechamiento del efluente porcino como fertilizante orgánico, aplicado mediante sistemas de riego con pivotes.
La nueva etapa consolidará ese modelo, fortaleciendo la sustentabilidad y reduciendo costos operativos. “Nuestro enfoque apunta a un sistema más eficiente, autosuficiente y respetuoso del ambiente”, destacan en la empresa.

La fuerte apuesta en integración hacia atrás (producción de granos y elaboración de alimentos) y hacia adelante (faena y subproductos) refleja la estrategia de expansión del sector porcino argentino, que ve en la carne de cerdo una proteína con amplio margen de crecimiento interno y alto potencial exportador.

























