Por los próximos 90 días, la guerra de aranceles parece focalizada entre Estados Unidos y China, que han escalado entre sí con la imposición de tarifas recíprocas a la importación de productos.
Además del sobreprecio a los productos estadounidenses, el gigante asiático ha implementado restricciones a las empresas para operar en su mercado.
El domingo 6 de abril, por ejemplo, el Gobierno chino decidió suspender de los registros de exportación a más de mil compañías estadounidenses de carne bovina, cerdo, pollo y otras aves, a las que China les había concedido habilitación en el marco de la “fase 1” del acuerdo comercial de 2020.
Hasta el año pasado, Estados Unidos era el tercer mayor proveedor de carne bovina de China por volumen, por detrás de Brasil y Argentina, con 590 mil toneladas, el equivalente al 9% de las importaciones totales de carne de China.
Los envíos de carne de Estados Unidos a China alcanzaron los U$S 2.500 millones, que lo convirtieron en el segundo mayor exportador por valor.
El enfrentamiento comercial entre ambas potencias no es gratis. En los últimos días, la carne vacuna se encareció en China 10%, en un contexto en el cual mejoran las condiciones de proveedores como Argentina y Brasil para colocar cortes de valor que antes proveía el sancionado Estados Unidos.
Sí bien en la industria nacional esperaban un repunte en los precios de las exportaciones bovinas al país asiático, la magnitud sorprendió.
Además de los cortes congelados sin hueso y con hueso de alto valor, el escenario abre posibilidades comerciales para el hueso producto de la despostada, un nicho en el cual Estados Unidos era un proveedor destacado. Desde esta parte del mundo, Argentina y Uruguay son los únicos habilitados para vender ese producto.
En febrero, Argentina exportó a China 13.300 toneladas de carne congelada con hueso, y huesos de la despostada, 11% más que en enero, pero 19% inferior a igual mes de 2024.
En una reciente jornada de ganadería realizada en Uruguay, de la que participaron empresarios cordobeses, la tendencia expuesta en ese foro fue clara: Brasil continuaría liderando el mercado de volumen a China; Uruguay es el país que mejor ha diversificado el negocio, con tercios repartidos entre China, Estados Unidos y el sudeste asiático; Argentina continuará siendo “China-dependiente” y con la vaca como abanderada.
No obstante, la posibilidad de que se abra el mercado de cortes premium está latente. Además de la decisión de los importadores chinos, dependerá también de la oferta de novillos terminados, una variable que por el momento no sería un condicionante.
La realización en Shanghái, entre el 19 y el 21 de mayo, de la feria de alimentos más grande de Asia, la Sial, será un termómetro donde los frigoríficos evaluarán la temperatura del mercado en cuanto a volúmenes, calidad y precios.
Las expresiones de la secretaria de Agricultura de los Estados Unidos, Brooke Rollins, acerca de que el país del norte priorizará su carne doméstica por sobre la de Argentina, generaron en principio dudas en la industria nacional sobre la continuidad de las operaciones.
En especial, a partir del significativo incremento de los volúmenes de carne enfriada y congelada a ese destino en lo que va del año, que superan las siete mil toneladas (mil toneladas de cortes enfriados y seis mil de congelados) y que colocan al país norteamericano en el cuarto destino para el alimento argentino.
Sin embargo, los envíos –que tienen un cupo de 20 mil toneladas de carne bovina, deshuesada, fresca, enfriada o congelada, otorgado al país por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (Usda)– no correrían riesgo. Australia, que tiene una cuota similar pero de 400 mil toneladas, debería estar más preocupada.
Es que en los últimos 18 años Estados Unidos perdió 10 millones de cabezas de bovino. Las 87 millones de cabezas que había proyectadas en 2024 eran el stock más bajo de los últimos 70 años, según la consultora Steiner Group.
Si bien la producción estadounidense de carne bovina ha crecido por animal (hace 60 años, por cada animal en existencia se lograban alrededor de 70 kilos de carne por año, y ahora ese indicador creció al doble), la dependencia de la importación sigue siendo clave para el abastecimiento doméstico.