Acotado por el clima, el precio de los granos y los costos de producción, el negocio agrícola achica sus márgenes y obliga a los productores a aplicar sintonía fina.
Mientras la cosecha toma ritmo en la provincia, las producciones de los cultivos de verano –maíz, soja, sorgo, girasol y maní– comienzan a dimensionar su magnitud y a reflejar lo que puede ser su resultado económico.
De acuerdo con la última actualización llevada a cabo por del Departamento de Información Agronómica (DIA) de la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA), la cosecha en la provincia de los cinco cultivos rondaría los 31,8 millones de toneladas, apenas por encima de los 31,6 millones de toneladas registradas en la campaña anterior.
Aunque con menos producción que en la campaña pasada (12% menos), el maíz seguirá siendo el cultivo que más volumen aporte a la cosecha en la provincia: serán 16,05 millones de toneladas, producto de un rendimiento por hectárea de 79,4 quintales por hectáreas.
La soja es el cultivo que más protagonismo suma. Su cosecha sería de 14,28 millones de toneladas, 18% más que en la campaña anterior.
El girasol, con una producción actualizada de 289 mil toneladas, su desempeño crece 32% respecto a la campaña 2023/2024.
El sorgo es el que dará el mayor salto. Con una cosecha proyectada en 466 mil toneladas, su mejora respecto al ciclo anterior es de 39%.
El maní proyecta una cosecha igual a la del ciclo anterior: 712 mil toneladas según el cálculo de la BCCBA.

El aumento en la estimación provisoria de la cosecha obedece al clima favorable, en el contexto de las siembras tardías que se hacen en Córdoba, asegura Silvina Fiant, jefa del Departamento de Información Agronómica (DIA) de la BCCBA.
“Esta proporción de siembras tardías en la provincia pudo capturar mejor las lluvias que otras zonas del país, que se dieron en la primera quincena de marzo y que continuaron sobre el final del mes”, precisó.
Si bien hubo una respuesta de la producción de las siembras tardías al aporte hídrico, también en Córdoba se perdieron muchos lotes con soja y maíz.
“En el resultado estamos viendo la recuperación de los rendimientos en términos generales, pero eso no quiere decir que no haya habido áreas que se perdieron tanto de siembras tempranas como tardías; cambio de destino obligados en maíz que se había sembrado para grano y tuvieron que pasarse a forraje”, sostuvo.
En la actual campaña, la siembra de maíz temprano duplicó a la del ciclo anterior, con un 32% del área implantada (en el ciclo 2023/2024 fue del 17%), mientras que en el caso de la soja la torta se reparte en 40% temprana y 60% tardía, similar a la del ciclo anterior.
Con avances de cosecha muy bajos –“recién se está fijando el rendimiento”, destaca Fiant–, la persistencia del clima húmedo es un aspecto para seguir de cerca en el corto plazo. “De continuar durante mucho tiempo estas condiciones de mayor humedad relativa, habrá que estar atento a la calidad y a la sanidad, con la aparición de microtoxinas, en especial en los granos de maíz”, advierte.
En soja, por ejemplo, faltarían alrededor de 20 días para la cosecha.
¿Qué pasa con la rentabilidad?
A la hora de cuantificar la rentabilidad de la producción, una estimación a partir de rendimientos promedios en la provincia llevada a cabo por el Departamento de Economía de la BCCBA permite dimensionar la situación en cada uno de los cultivos.
Soja de primera. Los números del cultivo que se lleva la mayor cantidad de hectáreas en la provincia en la actual campaña no son positivos. Con un precio disponible, descontados los derechos de exportación, de U$S 294,8 la tonelada, y un rinde promedio de 29,8 quintales por hectárea, el margen bruto es de U$S 395 por hectárea.
No obstante, descontados los costos directos –U$S 422,9 por hectárea–, la ecuación del resultado operativo comienza a ser negativa en U$S 28 por hectárea. Con una carga impositiva de U$S 4 por hectárea, el margen neto es rojo en U$S 32 por hectárea.
Con el agregado de los intereses sobre el capital invertido, U$S 15 por hectárea, el resultado económico del cultivo presenta una pérdida de U$S 46,8 por hectárea, con una rentabilidad negativa del 6,7%.
Para que el cultivo tuviera números positivos, su rendimiento de indiferencia debería ser de 30,7 quintales por hectárea.
La situación que atraviesa el productor sojero en la provincia es la misma que tienen sus pares de Brasil y de Estados Unidos, donde también los márgenes de soja se encuentran muy ajustados.
No obstante, el peso de las retenciones, más allá de la baja vigente en el impuesto hasta junio, influye en la rentabilidad promedio del cultivo “Si no hubiera derecho de exportación, la relación podría llegar a ser también diferente, pero si al contexto internacional se le suma el local generado por los derechos de exportación hace que sea más atractivo el cereal que la soja”, aclaró Gonzalo Agusto, jefe del Departamento de Economía de la BCCBA.
Si bien la rebaja temporal en el impuesto atenúa las pérdidas, en general se requeriría una baja mayor en el tributo para que los resultados sean positivos.
Trigo/soja. La secuencia entre el cereal de verano y el cultivo de invierno lejos está de ofrecer la rentabilidad de otros años. Todo lo contrario. El cálculo de la BCCBA refleja que la rotación tiene un resultado económico negativo de U$S 103 por hectárea, lo que significa una rentabilidad de la actividad con un rojo de 14,2%.
A esos resultados se llegan con un rendimiento de 26,7 quintales por hectárea para el trigo y de 24,8 quintales para la soja. Con precios de U$S 192 por tonelada para el cereal y de U$S 295 para la oleaginosa, los ingresos totales de la rotación son de U$S 1.250 por hectárea.
El margen bruto que ofrece es de U$S 394 por hectárea, con costos directos de U$S 460 la hectárea, lo que da un resultado operativo negativo de U$S 66 por hectárea.
Sorgo. El cereal tampoco tiene en la actual campaña en la provincia una buena ecuación económica. Con un rinde esperado de 46 quintales por hectárea y un precio disponible (descontadas las retenciones) de U$S 195 por tonelada, el margen bruto es de U$S 395 por hectárea. Sin embargo, con costos directos que suman U$S 435 por hectárea, el resultado operativo se tiñe de rojo: U$S 40 por hectárea.
Sumado los impuestos (U$S 4 por hectárea) y los intereses por el capital invertido (otros U$S 19), el resultado económico es negativo en U$S 63,4 por hectárea, con una pérdida en la actividad de 9,5%.
Girasol. A la oleaginosa que en la última campaña ganó superficie en la provincia, los resultados económicos tampoco le fueron buenos.
Según los números de la BCCBA, la rentabilidad fue de -3,2%,
El cálculo está realizado sobre un rendimiento de 24,3 quintales por hectárea y un precio disponible de U$S 377,9 por tonelada.
El margen bruto del girasol 2024/2025 es de U$S 438 por hectárea, lo que con un costo directo de U$S 435,3 deja un resultado operativo apenas positivo de U$S 3 por hectárea.
Cuando se suman los impuestos (U$S 5 por hectárea) y los intereses sobre el capital invertido, la perdida en el resultado económico es de U$S 23,1 por hectárea.
Maíz tardío. Dentro del protagonismo que tiene el cereal en la provincia, las siembras tardías representan la mayor parte: 65% del área implantada.
Con un rendimiento estimado de 70,4 quintales por hectárea y un precio disponible de U$S 185, el cereal aporta un margen bruto de U$S 511.
Con una estructura de gastos que incluye U$S 431,8 por hectárea de costos directos, U$S 30 de impuestos y U$S 24 de intereses sobre el capital invertido en el cultivo, su resultado económico es positivo en U$S 25,1 por hectárea. En conclusión, la rentabilidad del cultivo es del 3%.
Maíz temprano. Con una mayor participación dentro del área maicera que en la campaña anterior (ocupó 34% de la superficie contra 17% del ciclo 2023/2024), el maíz de primera es el cultivo con mayor rentabilidad en la provincia.
Con un rendimiento por hectárea estimado en 77,4 quintales por hectárea y un precio de U$S 193,6 por tonelada, el margen bruto del cultivo es de U$S 651 por hectárea.
Con una estructura de costos por hectárea que incluye U$S 436,1 de gastos directos, U$S 71 de impuestos y U$S 21 de intereses sobre el capital invertido, el resultado económico del maíz es de U$S 122,4, lo que se traduce en una rentabilidad de la actividad de 14,3%.
Los mejores resultados del maíz respecto a la soja se explican básicamente por el precio.
“Hoy el valor del maíz es mucho más atractivo que la soja. La relación es más favorable por un contexto de oferta global más ajustada y una demanda más sostenida, mientras que la soja tiene una mayor producción en Estados Unidos y Brasil, con Argentina dentro del promedio, lo que hace que su precio no encuentre suficientes fundamentos para subir, y eso se refleja en la rentabilidad del cultivo”, explicó Agusto.
No obstante, observó: “Habrá que ver cuando terminen la labor las cosechadoras y se tenga la productividad exacta para ver la rentabilidad definitiva”.