Las novedades en el esquema cambiario introducidas por el gobierno nacional durante el presente mes de abril –que representa una instancia clave del proceso de normalización macroeconómica–tienen diferentes implicancias para las distintas actividades agropecuarias llevadas adelante a lo largo y ancho de la Argentina.
“Entre los riesgos para el sector agrícola está el hecho de que los cambios macroeconómicos van más rápido que las reformas estructurales”, comentó el economista Santiago Giraud durante una presentación ofrecida a la comunidad Crea en el evento En Modo Red.
Si bien la unificación del tipo de cambio constituye un paso clave para el ordenamiento de los precios relativos, la apreciación cambiaria combinada con derechos de exportación representa un problema para la competitividad del sector agrícola.
En lo que respecta a las relaciones insumo/producto, en los próximos días será necesario evaluar la dinámica en cada caso particular, dado que, en función de la diversidad de situaciones presentes en el anterior régimen cambiario, no siempre resultaba factible conocer a qué tipo de cambio estaban valorizados los agro-insumos, repuestos, equipos y maquinaria empleados por el sector agrícola.

En cuanto a la ganadería y la lechería, la buena noticia es que el nuevo esquema cambiario no sólo no produjo una devaluación del peso, sino que incluso está reflejando una pequeña apreciación, lo que contribuye a sostener el poder de compra de los consumidores argentinos.
Si el nivel de actividad económica logra sostenerse, entonces caben esperar perspectivas favorables para ambos sectores, dado que la mayor parte de la demanda se concentra en el mercado interno.
“Sin embargo, en el nuevo escenario es más incierto el balance entre exportación y consumo interno, porque una apreciación cambiaria resta competitividad a los sectores exportadores”, advirtió Santiago Giraud. Esto es particularmente más gravoso para el sector cárnico vacuno, que aún tiene un derecho de exportación del 6,7%.
Por otra parte, los empresarios ganaderos y lecheros deberán adaptarse a la posibilidad de que exista una mayor volatilidad de los costos de alimentación asociados a insumos dolarizados, como es el caso de semillas forrajeras, fertilizantes, granos y balanceados.
En lo que respecta a la sostenibilidad del actual esquema, resulta fundamental que el riesgo soberano (“riesgo país”) descienda para que el Estado nacional argentino pueda refinanciar deuda dolarizada.
“El riesgo país debería bajar al menos hasta los 400 puntos para que sea factible refinanciar vencimientos en condiciones razonables”, expresó.
Vale recordar que el riesgo soberano es la probabilidad de que un país no pueda cumplir con sus obligaciones de deuda a partir de los parámetros calculados por el banco de inversión estadounidense JP Morgan Chase en el denominado Indicador de Bonos de Mercados Emergentes (Emerging Markets Bonds Index).
Para que el riesgo soberano disminuya, uno de los factores clave es mantener un resultado fiscal primario positivo, algo que la gestión del presidente Javier Milei viene cumpliendo a rajatabla.
El otro componente esencial para la Economía argentina es la capacidad de acumular divisas, ya sea por medio del comercio exterior, el ingreso de capitales o las inversiones externas directas. “Si las divisas no van a llegar por el lado comercial, el país requiere retomar el acceso a inversiones externas”, graficó el economista de Crea.
Las reservas internacionales del Banco Central (BCRA) actualmente se encuentran –gracias al respaldo del Fondo Monetario Internacional y organismos multilaterales– en un nivel adecuado para poder hacer frente a una política cambiaria ordenada, pero se requiere la capacidad de poder acumular divisas de manera genuina para que la misma pueda sostenerse en el tiempo.