Luego de escuchar el discurso de la expresidenta Cristina Fernández el sábado, en su reaparición ante la militancia, y los últimos mensajes categóricos del presidente Javier Milei, está claro que ambos se eligieron como enemigos. Eso lleva a una conclusión sin margen de error: la grieta tiene asegurada una larga vida en escenario político nacional.
No es una novedad. Desde 2014 y hasta principios del año pasado, por el repentino y sorpresivo surgimiento de Milei como dirigente nacional, Fernández y Mauricio Macri hegemonizaron la polarización política.
La famosa “grieta”, como la bautizó el periodista Jorge Lanata.
Como sucedió con Cristina y Macri en sus mandatos presidenciales, ahora a Milei le urge confrontar con un rival opositor para tratar de imponer sus ideas y medidas de gestión.
Cristina reúne todas las condiciones para ser la rival ideal de Milei. La expresidenta lidera el kirchnerismo desde la desaparición física de Néstor Kirchner, el 27 de octubre de 2010, y tiene sobre sus hombros la responsabilidad de tres gestiones presidenciales, más allá de que la exvicepresidenta intentó el sábado –una vez más– despegarse de la gestión albertista–cristinista.
Diferencias y coincidencias
Milei y Cristina están en las antípodas ideológicas. Aunque tienen algunos aspectos comunes. Por ejemplo, ambos desarrollan una estrategia similar de construcción política -como está dicho, a través de la confrontación- y evidencian una visión parecida sobre el Poder Judicial y el rol de los medios de comunicación.
Algún libertario podría argumentar que el Presidente respeta más a los jueces que la expresidenta. Es cierto en lo discursivo. Pero en el fondo -con las nominaciones de los candidatos para integrar la Corte Suprema, el cuestionado juez federal Ariel Lijo y el catedrático Manuel García-Mansilla, con vínculos con el Opus Dei- Milei busca tener una mayoría que le responda en el máximo tribunal de justicia.
Como Cristina, el Presidente aspira a que el Poder Judicial se convierta en un apéndice del Poder Ejecutivo. Las formas no hacen a lo esencial.
Otra cuestión sobre la cual Milei y Cristina Fernández tienen coincidencias, aunque ellos no las admitan, es sobre el rol de los medios de comunicación y de los periodistas.
En este caso, ambos están convencidos de que, como líderes populares, deben comunicarse directamente con la gente. No admiten la intermediación de los medios y de los periodistas.
A ambos los irritan por igual las críticas. Sólo quieren medios y periodistas adictos, que propaguen sus ideas sin ni siquiera matices.
Sin querer, Milei escribió un nuevo manual de comunicación política, con la utilización de las redes sociales. Cristina también se está haciendo ducha en manejar esta poderosa herramienta de comunicación.
En lo que sí tienen visiones muy diferentes es sobre la economía y el rol del Estado. Las mismas diferencias que tenían Cristina y Macri. Aunque ahora el mensaje anarco-capitalista de Milei (como él se autopercibe) parece confrontar más con los K que el modelo liberal-democrático del PRO.
Milei dice que el Estado “es criminal” y que el mercado regula la economía. En la otra vereda, Cristina propone que el Estado rija todo: el mercado, la economía y hasta las relaciones sociales.
La pulseada está planteada entre el progresismo-estatista que pregona la expresidenta y el modelo anarco–capitalista que impulsa el Presidente, que parece atravesará el futuro inmediato de la política nacional.
La otra pelea
El gobierno libertario parece decidido a llevar el enfrentamiento con el kirchnerismo a todos los rincones de su gestión.
En medio de las complicaciones por la aprobación de la “ley bases”, que tendría media sanción en Diputados pero pronóstico reservado en el Senado, el ministro del Interior, Guillermo Francos, comenzó a manejar la posibilidad de excluir del “pacto de mayo” a los gobernadores cercanos a Cristina Fernández, encabezados por el bonaerense Axel Kicillof.
La cumbre está convocada para el 25 de mayo en la ciudad de Córdoba. Por los 10 ejes de discusión del “gran acuerdo nacional” que anunció el Presidente en la Asamblea Legislativa del 1 de marzo pasado, que falten algunos gobernadores es un indicio de que el “pacto de mayo” nacerá rengo, para no decir que será un cascarón vacío.
Por ejemplo, uno de los ejes de la convocatoria, tal vez el más importante, es sancionar una nueva Ley de Coparticipación Federal.
Se sabe que con que una provincia se oponga, no se puede modificar el reparto de los recursos federales.
Y todo indica que no faltará el gobernador de una, sino de varias. Entre ellos, Kicillof, quien gobierna la estratégica provincia de Buenos Aires. Allí vive casi el 38% de los argentinos y el distrito aporta el 42% del producto interno bruto (PIB).
No hay que volver a los libros de historia para saber que sin Buenos Aires no se puede construir nada serio para el futuro del país.
Pero además, hay otra cuestión que Milei y sus funcionarios parece que aún no perciben y que será una realidad con la cual chocarán después del “pacto de mayo”, si es que este se concreta: varios gobernadores, hoy enrolados entre los “dialoguistas”, comenzarán a marcar diferencias con la Casa Rosada.
Uno de ellos es Martín Llaryora. El gobernador cordobés lo dice en privado, y con más cautela en público: no coincide en nada con el rumbo de la gestión libertaria.
Llaryora habla más de lo que trasciende con otros mandatarios provinciales. Con matices, hay coincidencias en que hay que sacar la “ley bases” y firmar el “pacto de mayo”, al cual no le dan tanta importancia porque lo ven “inviable”, para después diferenciarse del plan de ajuste libertario.
Claro que este despegue de los gobernadores no está confirmado. Como en el fútbol, dependerá de los resultados. ¿Cuáles? Los de la política económica del Gobierno y los del respaldo social al Presidente.
De allí que son tan importantes para Milei los resultados de las encuestas como los de las medidas económicas que implementa para bajar la inflación.
Sin respaldo territorial de gobernadores e intendentes y por la raquítica presencia de los libertarios en el Congreso, Milei depende mucho del apoyo social.
Por eso, Cristina Fernández reapareció este sábado con un objetivo concreto: apuntarle a la base de sustentación de Milei, que es una buena porción de la sociedad, pese al sufrimiento que esta afronta por el fuerte ajuste Implementado.