Cada uno tiene su propia idea de lo que es un robot, seguramente influenciada por los libros que ha leído, las películas que ha visto o lo que conoce de los robots que no son de ciencia ficción y existen hoy, como el que hace unos días tuvo sus 15 minutos de fama por convertirse en la primera “moza” robótica que funciona en un bar de Oncativo, Córdoba.
A mí, por ejemplo, cada vez que me aparece una casilla de verificación para que haga clic y demuestre que “no soy un robot”, se me ocurre pensar en un robot humanoide sentado frente a una laptop maldiciendo su suerte de no ser humano para poder acceder al contenido.
Aunque sé que no es así, claro. De hecho, esa casilla de verificación no está ahí para dejar afuera a ningún robot de forma tangible, sino a los bots y códigos con instrucciones que automatizan esa tarea (la de poner un “check” en un cuadradito como prueba de vida humana), y generan tráfico falso para sitios web.
Ni siquiera es tan difícil programar a un “robot” para que haga clic en una casilla de verificación de cualquier página, con lo que el título del newsletter de hoy queda en parte respondido: por supuesto que los robots pueden hacer clic ahí, aunque no sean humanos.
Entonces ¿por qué no pueden los robots pasar esa prueba aunque puedan hacer clic? Porque en ese proceso (que se llama hoy reCaptcha y es de Google) suceden otras cosas además de lo que se ve. O mejor dicho, hay mucha más información detrás de ese sencillo clic.
La casilla de verificación reCaptcha hace un seguimiento de la información de todo lo que pasa hasta que se hace clic en ella y una parte central de la información que delata si sos humano o no es la ruta que seguiste para arrastrar el puntero del mouse hasta ahí.
Si agregás un código en el navegador de la compu para que vaya a un punto de una página web, saltará directamente a ese punto. Incluso si hacés que imite el arrastre del mouse para llegar allí, por defecto tomará el camino más directo: una línea perfectamente recta hasta el destino. Ni siquiera si intentás codificar alguna actividad de ruta pseudoaleatoria es posible imitar la aleatoriedad microscópica que tenemos los humanos cuando movemos los cursores.
Además, vos no lo sabés, pero cada vez que entrás a un sitio con la casilla de “No soy un robot”, se captura información de tu navegador, como por ejemplo
- Cuánto tardó en cargarse la página
- Qué navegador, plugins y cookies estás utilizando
- Tu zona horaria y la hora
- El tamaño y la resolución de tu pantalla
- Tu dirección IP y ubicación general
- Cuántas pulsaciones de teclas, clics y/o desplazamientos realizaste
El reCaptcha utiliza toda esta información para determinar si es más probable que seas un humano o un robot. Si no puede determinarlo, puede pedirte que completes uno de esos desafíos de “Hacé clic en la imagen que tiene tal cosa”, para los que es más difícil entrenar a un robot.
En resumen, los robots pueden trabajar de mozos, pero no pueden superar el reCaptcha porque hay muchos más factores, además de hacer clic en una casilla, que no pueden imitar. Por eso es que la bendita casilla “No soy un robot” sigue siendo una herramienta eficaz para distinguir entre tráfico humano y tráfico de robots.
