“Todo muy lindo, pero ¿cuántos kilos de maíz le doy al novillo?”.
Esa pregunta, lanzada por un alumno al cierre de un seminario sobre alimentación de animales, les disparó la idea de “bajar a tierra” conceptos demasiado abstractos que las docentes e ingenieras agrónomas Catalina Boetto y Ana Gómez Demmel venían manejando.
En el año 1987, y con el exdecano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Católica, Oscar “Cachi” Melo, como mentor, crearon el Grupo MBG, una plataforma que brinda servicios y capacitación para la toma de decisiones en la producción ganadera.
Entre otros servicios, la consultora ofrece software que permite elaborar dietas adaptadas para todas las categorías de ganado bovino destinado a la producción de carne o de leche.
El equipo está integrado además por Cecilia Capozzolo y Pía Massera, dos ingenieras agrónomas que además de solidez profesional le aportan nuevas ideas a la empresa.
Aunque la producción bovina no es una ciencia exacta, es posible acrecentar el éxito mediante la aplicación de modelos que permiten simular diferentes escenarios.
Este tipo de servicios, que hoy pueden parecer algo cotidiano para un productor, hace 38 años eran parte de la imaginación de dos entusiastas docentes y becarias de investigación.
“Empezamos primero como una consultora, éramos becarias pero no lo hacíamos a tiempo completo, sino que queríamos tener un pie en la actividad privada. Fue un recorrido largo y difícil. En aquel momento no existía el celular, los caminos no son los de ahora ni las camionetas eran como las de ahora. Pero queríamos complementar nuestro trabajo y, como dábamos clases en la Universidad Católica y la Nacional, aprovechamos esa capacidad de comunicación que te entrena la docencia para desarrollar herramientas de planificación de la actividad ganadera”, contó la ingeniera Boetto.
5.500 usuarios del sistema de Grupo MBG
“Lo primero que hicimos fue ver cuáles eran las herramientas más simples, como planillas Excel y de a poco fuimos desarrollando software que ahora son muy utilizados”, agregó.
Hoy, Grupo MBG cuenta con una base de 5.500 usuarios de distintos países que los consultan y realizan capacitaciones.
En el camino tuvieron que sortear obstáculos de todo tipo. Estudiaron desde programación a diseño y realizaron un MBA en dirección de empresas.
“Fue difícil. Imaginate, que dos mujeres les pidan a los programadores un software sobre ganadería, un rubro ajeno a ellos, ya era algo raro. Por eso tuvimos que hacer un camino. Anita (Gómez Demmel) estudió informática y se inscribió en la carrera de Ingeniería en Sistemas. Yo hice una capacitación en Diseño Gráfico, y entre las dos hicimos todos estos programas, que hoy están consolidados porque no están destinados exclusivamente para un especialista en nutrición bovina. Los pensamos para un ingeniero agrónomo o un veterinario de campo, que necesita planificar lo más importante de un sistema ganadero, que es la alimentación, el 70% del costo operativo en la mayoría de los sistemas”, expresó Boetto.

“La planificación en ganadería, por la alta variabilidad de los recursos forrajeros y del clima, y el efecto que tienen sobre la producción y la calidad de los forrajes, hacía que fuera poco probable generar muchos escenarios. Entonces nosotros tratamos de buscar aquellas variables que tuvieran más impacto en la producción de pasto y en los requerimientos del animal”, indicó.
Así, se idearon modelos apoyados en información científica para predecir cuestiones como el comportamiento animal, la respuesta productiva e incluso la incidencia de la suba o baja de los precios de los granos. “Hicimos un modelo en el que un técnico puede decidir en función del aumento del precio del maíz. ¿Qué pasa si se incrementa un 30%? ¿Cómo impacta en el resultado de un feedlot? O ¿Qué pasa si en lugar de fibra húmeda, como puede ser silaje de maíz, doy fibra seca?; ¿Cuáles serían las necesidades para cada corral, para un encierre de 105 días, con 200 animales de tal tipo? Todo eso que hace al negocio nosotros lo hicimos con un modelo”, señaló.
Boetto explicó los desafíos de incluir en un modelo numérico cuestiones biológicas, que responden a ecuaciones complejas, que modelizan metabolismo, digestión, absorción de compuestos, consumo de alimentos y otros aspectos relacionados al animal.
“La biología no es lineal, es decir si a un animal le das un kilo de maíz o dos, no es lo mismo, pero no responde el doble. Es complejo el metabolismo, entonces el desafío era utilizar modelos biológicos aplicados a la producción bovina, y que fueran simples de usar. Por eso logramos una interfaz intuitiva y amigable con el usuario. Además, usamos una plataforma, el Microsoft Office, que todo el mundo ya tiene y que corre en todas las computadoras”, agregó.
Boetto remarcó que hoy el sistema suena confiable y simple, pero que en su momento costó implementarlo y convencer al sector ganadero. “Fue difícil al inicio. Ahora ya nos conocen. Al comenzar, al venir de la parte académica, nuestros alumnos nos tenían mucha confianza porque sabían de nuestra capacidad. Entonces, cuando nos encontrábamos en la vida profesional con los graduado les decíamos “ahora, todo lo que estudiaste nosotras lo modelizamos y lo podemos utilizar para resolver los problemas”, explicó.
Cuando se refiere a la consultoría que realizan desde Grupo MBG, Boetto habla de “apoyo” a los productores y profesionales. “Nuestra consultora se basa fundamentalmente en apoyo permanente al usuario, no solamente en el uso del software, que es lo de menos, sino en cuestiones técnicas. Por ejemplo, ¿puedo utilizar semillas de algodón en toros? Son cuestiones que les resolvemos a profesionales que están desde Formosa hasta Tierra del Fuego y de Buenos Aires a Mendoza. Te llaman en cualquier momento o te mandan un mail con una consulta puntual. Fuimos por todo el país a dar cursos para enseñar el software. Hubo resistencia al comienzo. Inclusive, fuimos a Paraguay donde toda la ganadería es masculina y nos hicimos nuestro lugar”, cerró.