Más allá de ser el más importante en cuanto a volumen y facturación total, el negocio de la exportación de carne vacuna argentina a China se encuentra en un punto de inflexión. La operatoria está marcada por la reconfiguración geopolítica de las cadenas de suministro globales, la maduración de la demanda china hacia cortes de mayor valor y la expectativa de posibles restricciones arancelarias. Alejandra Conconi, directora ejecutiva de la Cámara de Comercio Argentino-China; María Schargrodsky, manager de agribusiness en Ochroma Group; y Sonia Lí, representante en el país de la empresa importadora China Meat Alliance (CMA), analizaron con La Voz la compleja dinámica que definirá el futuro de las ventas argentinas al principal destino de su carne.
Argentina es, sin duda, el segundo proveedor de carne vacuna de China, solo superado por Brasil. Aunque Uruguay puede ser a veces “un poquito más competitivo” en volumen, sostiene Lí, quien conoce de cerca la dinámica de los embarques nacionales al país asiático, viviendo allí desde hace 10 años.
Sin embargo, el escenario competitivo se ha tensado debido a factores externos:
Redireccionamiento brasileño: Las cuestiones geopolíticas, especialmente los aranceles que Estados Unidos impuso a Brasil (llegando a estar en 70% y hoy cerca del 50%), han provocado que la carne brasileña que iba a ese mercado se redireccione “naturalmente” hacia China.
Alarma local: Esta situación ha generado preocupación en Argentina, dado que entre el 70% y 75% de la carne vacuna argentina se destina a China. Según los datos del Consorcio ABC, que agrupa a los principales exportadores de carne argentina, en agosto el país asiático representó el 72%, mientras que en los primeros ocho meses del año ese protagonismo llega al 69,7%. En los últimos meses, China ya ha aumentado “notoriamente” la compra de carne brasileña, sostiene la ejecutiva.

Oportunidad en Estados Unidos: A pesar de la mayor competencia en China, esta coyuntura también abre una oportunidad para que Argentina venda más a Estados Unidos. Schargrodsky y Conconi señalaron que los conflictos arancelarios entre Estados Unidos y China provocaron que “muchos productos de Estados Unidos no pudieron ingresar actualmente a China,” y esa demanda se dirige ahora a Argentina y Uruguay.
Si bien en agosto las ventas totales de carne enfriada argentina a Estados Unidos mostraron una caída, ese desempeño se vio contrarrestado por una significativa recuperación de los despachos de carne congelada a ese país, que alcanzaron las 2,9 mil toneladas entre ambas partidas. Ese desempeño dejó a Estados Unidos como el cuarto destino en relevancia durante el octavo mes de 2025.
El precio medio por tonelada de carne enfriada al mercado estadounidense alcanzó en agosto los U$S 10.750, lo que reflejó una leve caída del 2,1% con respecto a julio. La retracción fue más evidente en los cortes congelados, que tuvieron un promedio de U$S 6.750, con una baja del 15,1%.
Sin embargo, el balance de los primeros ocho meses del año de la carne argentina en Estados Unidos es positivo en cuanto a precio: muestra un alza significativa del 43% para los productos enfriados y un aumento del 36% en los productos congelados.
Más allá de cortes para la industria
Sonia Lí, María Schargrodsky y Alejandra Conconi coincidieron en que el mercado chino se está segmentando y madurando, exigiendo un cambio en la estrategia argentina.
El mercado se encuentra en una etapa de transformación, dividiéndose entre la demanda industrial (especialmente vaca manufactura) y una nueva preferencia creciente por cortes premium, como bife ancho, bife chorizo y lomo, provenientes de novillos.
Este crecimiento de cortes finos se debe a que las nuevas generaciones están más occidentalizadas, priorizan la salud y prefieren cocinar y comer en casa. Estos consumidores buscan cortes ya porcionados (por ejemplo, de 100 o 150 gramos) para cocinar a la plancha.
El gran desafío es derribar la barrera cultural que hace que muchos consumidores chinos crean que la mejor carne es la producida con alta concentración de granos, que ofrece más marmoleo (grasa), siguiendo el patrón de los cortes australianos o estadounidenses.
Para Lí, ahí existe una oportunidad de comunicación para “enseñar y mostrar” a los consumidores chinos que el bife a la plancha de ganado de pasto es “más rico, más sano” que un corte de un animal mucho más pesado.
Schargrodsky añadió que, si bien frigoríficos australianos y norteamericanos ya exportan el bife envasado y listo para góndola, la carne argentina suele llegar en cortes grandes (mantas) para ser procesada en China. Para capturar la demanda premium, Argentina debería ajustar el tipo de carne (engorde/marmoleo) y considerar exportarla ya cortada y envasada.
Un tema de alta preocupación en la coyuntura actual es la posible aplicación de medidas regulatorias por parte de China. Lí explicó que el gobierno chino inició una investigación de precios debido a que la carne importada es actualmente más barata que la producción local.
Se espera que el gobierno chino emita medidas a finales de noviembre. Las salvaguardas podrían incluir desde un aumento del derecho de importación hasta la aplicación de una cuota.
En 2024, China importó carne vacuna por un total de 2,9 millones de toneladas.
Actualmente, el derecho de importación de carne argentina en China es del 16% para todos los cortes. Si se implementa una cuota, es posible que fuera de ese volumen se aplique una alícuota más alta.
Respecto a la demanda, Schargrodsky indicó que, si bien el mercado se retrajo fuertemente y aún tiene stock remanente del impacto de la pandemia, la demanda se va a recuperar y es creciente.
Sonia Lí coincidió en que la demanda existe y crecerá, aunque destacó un desafío interno: la reducción de la faena argentina por falta de ganado. A pesar de que los precios han mejorado, aún no alcanzan los niveles óptimos previos a la pandemia (como los de 2019).
Schargrodsky señaló que la posibilidad de que se apliquen más aranceles podría alejar los precios del nivel de rentabilidad del negocio.