En su intento por contener el precio de la carne e identificar a los responsables de la suba producida en los últimos días, el Gobierno nacional busca dar con el paradero de los formadores del valor del alimento.
Con la sospecha de que la suba del producto es culpa de los productores y de los frigoríficos, un nuevo aumento de las retenciones es la sanción que propone imponer la Secretaría de Comercio Interior.
Con el razonamiento (erróneo) de que con más impuestos al comercio exterior se logrará desacoplar el precio doméstico del internacional, algunos funcionarios no dudan en echar mano a esta receta.
Pero la jurisprudencia reciente no avala esta teoría. Está comprobado que una mayor carga impositiva desalienta la producción ganadera y que la necesidad que hoy tiene el mercado de mayor oferta de carne (único camino para bajar su precio) quedaría aún más lejos de cumplirse.
Esta posición es compartida por el ministro de Agricultura de la Nación, Julián Domínguez, quien aseguró públicamente –y con acierto– que los productores no son formadores de precios y que es necesario estimular la producción.
La idea de implementar un fideicomiso, similar al que funciona con la industria aceitera exportadora que provee por mes 29 millones de litros a precios subsidiados para el mercado interno, no sería de fácil aplicación.
Con 200 mil productores y 80 mil carnicerías distribuidas en todo el país, el abastecimiento sería complicado. Antes, aseguran sus críticos, habría que blanquear todas las bocas de expendio, dentro del régimen simplificado de impuestos; en especial en el conurbano bonaerense, donde existe una alta informalidad.
Al igual que los ganaderos, la industria frigorífica tiene sus razones para defenderse de cualquier culpabilidad por el incremento de la carne.
Según la Asociación de Frigoríficos e Industriales de la Carne de Córdoba (Afic), en los últimos 12 meses los costos de las plantas de faena crecieron en algunos rubros por encima de la inflación.
El ranking es liderado por el transporte, con una suba de 76%, y por la energía, con 71%. Muy cerca de ahí está la recomposición salarial para sus trabajadores, que fue de 50%.
Mientras tanto, en la columna de los ingresos, el valor de los subproductos de la faena perdió magnitud: las menudencias, el sebo y los huesos subieron entre un 20 y un 25%.
El cuero, el principal integrante del recupero de la faena, encadenó en el último año precios en baja, con una caída de hasta el 30%, y una leve recuperación posterior. A pesar de que ahora su valor volvió a descender, los frigoríficos no trasladaron hasta el momento su impacto real al costo de faena.
“La industria cárnica tiene un alto costo operativo y con aumentos de costos (salariales, energía, combustibles, entre otros) necesitaría un mayor volumen de faena y producción para ser competitiva”, advierte Daniel Urcia, director ejecutivo de Afic y presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (Fifra).
Mientras la cadena de ganado y carne bovina esgrime argumentos para su defensa, la mayor sospecha por la suba de la carne recae sobre la conducta manifiesta del Gobierno nacional: su omisión a la hora de controlar la inflación y su política de emisión monetaria sin respaldo.
Sólo un dato: octubre fue el mes de mayor emisión monetaria de 2021, con 118.032 millones de pesos. De esta manera, desde las elecciones Paso, el Banco Central lleva emitidos alrededor de 220 mil millones de pesos, sin considerar noviembre.
