Factores como el avance de la soja y el cierre de tambos al sur y al este de Córdoba contribuyeron a fortalecer al norte y al noroeste como polos de producción apícola.
El bosque nativo, donde abundan algarrobos y mistoles, entre otras especies, cobijaron a los apicultores que hace décadas vienen trabajando en silencio para aportar valor a la producción cordobesa.
Este año, tras unos siete años de insistir, productores del noroeste lograron un reconocimiento fundamental: el sello “Miel de monte nativo cordobés”, que certifica origen y método de producción, y permitirá un posicionamiento a nivel nacional e internacional.
Cinco cooperativas y una asociación de productores, reunidas en la Asociación de Cooperativas del Arco Noroeste de la Provincia de Córdoba, lograron que por fin la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación aprobara su petición.
Se trata de la Cooperativa Apícola de Ischilín Ltda., la Asociación civil-Mesa de Producción Apícola de San Marcos Sierras, la Cooperativa Apícola y Agropecuaria Villa de Soto, la Cooperativa de trabajo Apícola San Ambrosio Ltda., la Cooperativa Agropecuaria La Regional Ltda. y la Cooperativa Agropecuaria Serrezuela Avanza.
En breve, firmarán un consorcio para terminar de finiquitar detalles, por ejemplo, cuál es la cooperativa que facturará.
Como los salames de Colonia Caroya o los cabritos de Quilino, la miel del noroeste cordobés cuenta con su sello IG (Identidad Geográfica), que valida su calidad y certifica su trazabilidad. La resolución de la Nación también aprobó los logos con los que se comercializarán los productos y dispuso la obligatoriedad del uso del signo distintivo IG.
“Esto se logró después de siete años de gestiones. Siempre nos reuníamos en el Inta de Cruz del Eje para darle forma a esta iniciativa, trabajar en conjunto y darle valor agregado a nuestro producto”, recordó el presidente de la Asociación de Cooperativas del Arco Noroeste de la Provincia de Córdoba y de la Cooperativa Apícola de Ischilín Ltda.
Las cuatro variedades de miel autorizadas a utilizar el sello son floral de algarrobo, floral de mistol, y dos multiflorales: sierra y llano.
Producción apícola en Córdoba
Según datos oficiales, en Córdoba hay entre 1.500 y 1.700 establecimientos que se dedican a la actividad apícola.
Un par de décadas atrás, se concentraban en las zonas de tambos, al sur y al este de la provincia, donde las abejas aprovechaban el néctar de los campos de alfalfa. Allí podían recolectarse hasta 100 kilos de miel por colmena.
No obstante, con el avance de la soja y el cierre de los establecimientos lecheros, la actividad apícola fue mudándose hacia el norte y noreste de Córdoba, donde abundan las especies nativas.
En la zona del bosque nativo hoy es posible producir entre 30 y 35 kilos de miel por colmena, aunque hubo momentos, con clima favorable, en los que la producción llegó a 70 kilos por colmena.
En la zona hay unos 160 productores, que trabajan unas 25 mil colmenas. El producido alcanza las 650 toneladas.
Cossuta recordó que los últimos años fueron críticos productos de la falta de lluvia y las heladas tardías. “El clima nos obliga a ir hacia el norte, para Quilino o Serrezuela, que es más favorable. Las primaveras suelen ser frías y los árboles no dan néctar”, explicó.
Varios años atrás, los apicultores del norte eran productores ganaderos y agrícolas que alternaban ambas actividades. En la actualidad, muchos se dedican de lleno a la miel.
En Córdoba también se da el fenómeno de los productores trashumantes que instalan sus colmenas y aprovechan la flora local, y luego terminan produciendo su miel en provincias limítrofes.
El ciclo de la miel
El ciclo de la producción arranca en el invierno cuando las abejas reducen su actividad y se concentran en el interior de la colmena. La reina deja de poner huevos, y las obreras forman un racimo (o bola) en el centro de la colmena para mantenerse calientes. La tarea del apicultor consiste en ordenar los nidos y brindar alimento a las abejas a base de agua y azúcar.
Con el aumento de la temperatura en primavera, las colmenas comienzan a “despertar”. La reina comienza a poner huevos nuevamente, y la población de la colmena crece rápidamente. Las abejas obreras comienzan a salir para recolectar néctar de las flores, polen y agua, que son esenciales para alimentar a las crías y producir más miel.
Pasado el verano, llega el momento de cosechar la miel, aunque los tiempos difieren según las zonas geográficas.
Luego se cierran las colmenas y se hace un tratamiento sanitario orgánico que no afecta el producto. Cossuta, de 48 años, es uno de los mayores expertos en la temática. Durante siete años, trabajó en Italia, en una empresa que poseía mil colmenas. “De Europa traje mucha experiencia y técnicas de manejo. A través del Inta, con charlas y cursos, pude compartir un poco de todo lo que aprendí”, señaló.
El desarrollo genético ha permitido mejorar y controlar los rindes. Por ejemplo, se pudieron desarrollar abejas menos agresivas.
Precios y costos
Según el experto, los precios no están acompañando en la actualidad. Se vende a U$S 1,6 y hasta U$S 2 el kilo de miel clara a granel. “Es el mismo valor de hace dos o tres años, con costos que vienen subiendo”, expresó.
Uno de los grandes problemas que existen en Córdoba es la falta de infraestructura para hacer más eficiente la producción. “Llegar a 100 colmenas no es tan complicado. Se puede llegar en tres o cuatro años de trabajo. Pero ahí vienen los problemas de logística porque faltan galpones y vehículos”, añadió Cossuta.
Llegar a las 400 colmenas le permitiría a un productor apícola vivir de manera plena de la actividad. Una de las razones por las que en Córdoba cuesta todavía dar ese salto es la falta de financiación para el sector. “A diferencia de un productor agropecuario, el banco no nos toma las colmenas como garantía”, explicó.
Exportación
Según estadísticas de la FAO, Argentina es el segundo productor y exportador mundial de miel, detrás de China. El 95% de la miel que se produce en Argentina se exporta a más de 20 países diferentes. Los principales destinos de la miel argentina son Estados Unidos, Alemania y Japón. La miel producida en nuestro país es considerada una de las de mejor calidad en el mundo.
La mayor actividad apícola se concentra en la pampa húmeda, aunque en los últimos 20 años la producción apícola se ha extendido a otras regiones del país, sostuvo un informe de la Secretaría de Agricultura de la Nación.
Uno de los inconvenientes para los apicultores argentinos es, según Cossuta, que en países asiáticos desarrollan un producto que no es 100% miel, pero que, sin embargo, pasa los controles como si lo fuera.
“Alemania es un gran comprador nuestro y a la vez un gran fraccionador, algo que a nosotros nos falta. Ellos distribuyen nuestra miel a países como Italia o India”, expresó.
Escuela de Apicultores
Este año, la Escuela de Apicultores de Córdoba cumplió 60 años de vida. En antigüedad, es la segunda institución de este tipo en Argentina.
Cada martes y jueves, Hugo Giunta imparte clases a una decena de entusiastas alumnos, que los sábados recorren junto a él diferentes campos donde se encuentran las colmenas.
“Para la mayoría de mis alumnos, hacer esto es como un escape de su rutina diaria. Es la actividad más hermosa del mundo. La escuela los capacita para ser productores porque hay mucha gente que está en la actividad, pero que toca de oído”, señaló.
Armar un núcleo con cuatro marcos tiene un costo de $ 40 mil, sostuvo el experto.
“Las abejas son los principales polinizadores del planeta y son esenciales para la producción de alimentos”, indicó Giunta.