Mariano Sironi hace casi 20 años que es un centinela del mar y de la ballena franca austral. De niño se enamoró del mar. Mientras estudiaba Biología en la Universidad Nacional de Córdoba, descubrió a estos mamíferos marinos y supo que nunca los iba a abandonar.
Mariano dirige el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), con más de 40 años de investigación de este cetáceo. Es uno de los programas de investigación en animales más largo del mundo.
También es profesor de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba.
Mariano y el ICB fueron premiados por la Fundación BBVA: “A la trayectoria en la conservación de la biodiversidad en Latinoamérica”, uno de los más prestigiosos reconocimientos a nivel mundial en conservación. Recibirán 250 mil euros para seguir estudiando y cuidando a las ballenas.
“El dinero nos permitirán fortalecer nuestros proyectos de investigación con la ballena franca de Península Valdés, la foto identificación de individuos desde un avión todos los años y realizar otros estudios de comportamiento, nutrición, genética, toxicología y estado sanitario”, comenta Mariano.
Y aclara que estudiar ballenas requiere de una logística importante y recursos humanos preparados en el campo y en el laboratorio.
La ballena franca austral es un mamífero que puede pesar 50 toneladas. En Península Valdés hay unas cinco mil. Cuando nacen ya miden cinco metros y pueden alcanzar los 16 metros.
El premio también les servirá para ampliar el programa educativo y llegar a más escuelas del país y para extender su trabajo de conservación en el resto de América latina. También continuar con el programa de adopción.
El ICB ya ha identificado a más de tres mil ballenas. “A algunas de ellas las conocemos desde hace más de 40 años. En algunas familias conocemos hijas, madres, abuelas, bisabuelas y hasta tatarabuelas”, señala Mariano.
También han descubierto cómo se ha incrementado el ataque de gaviotas a ballenas vivas para alimentarse de su piel y grasa.
Mientras que hace 40 años sólo el uno por ciento de la población de ballenas estaba picada por gaviotas, en 2008, la proporción era de 76 por ciento.
“Gracias a nuestro trabajo también hemos descubierto que las crías heredan de sus madres la localización de las zonas de alimentación en el Atlántico Sur y también los efectos del cambio climático sobre el éxito reproductivo de la ballena franca austral”, agrega.
–¿Por qué tenemos que cuidar a las ballenas?
–Las ballenas son verdaderos centinelas del estado de salud del mar. Las ballenas migran, tienen territorios inmensos y se reproducen en áreas que distan miles de kilómetros de las áreas donde se alimentan. Si las ballenas en un área de cría muestran signos de desnutrición, esto indica que algo está sucediendo en sus áreas de alimentación. Si las ballenas tienen altos niveles de contaminantes en sus tejidos, esto es un indicador de polución en el mar. Las ballenas nos muestran lo que le sucede al mar. Y lo que le sucede al mar, nos sucede a nosotros.
Adoptar para ayudar
Programa. El Instituto de Conservación de Ballenas tiene un programa de adopción para apoyar el trabajo científico.
Candidatas. Hay 12 ballenas para adoptar. Y se puede elegir un aporte mensual de 30 a 80 pesos, con diferentes beneficios y regalos.
En Internet. Para iniciar la adopción hay que ingresar a www.icb.org.ar
El instituto. El Instituto de Conservación de Ballenas lleva más de 40 años investigando a la ballena franca austral. Mariano Sironi es su director científico. Estudió Biología en la UNC.