- Es problema muy extendido en las fuentes subterráneas de Córdoba.
- Una revisión determinó que no hay un método universal para extraerlo.
- Cada lugar debe buscar el que mejor se adapte
- dice una revisión mundial.
No existe un solo método universal para eliminar el arsénico de aguas subterráneas, dice una revisión realizada por la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) a 37 tecnologías desarrolladas durante los últimos 20 años.
La revisión compara la efectividad y los costos de tecnologías testeadas en laboratorio o en pruebas de campo para eliminar el arsénico en aguas subterráneas, una amenaza a la salud para al menos 140 millones de personas en 50 países, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.
“Cada país debería identificar cuál tecnología sería más viable y beneficiosa, dada su capacidad técnica, recursos y prácticas socioculturales”, dice Duminda Perera, del Instituto para el Agua, Ambiente y Salud de la UNU en Canadá y autora principal del trabajo.
Es probable que diversas tecnologías sean costo-efectivas en diversos contextos, como en el caso de escenarios urbanos versus rurales, o en puntos altamente contaminados en contraste con áreas menos contaminadas.
Cabe recordar que la exposición al arsénico a largo plazo a través del agua potable y en alimentos puede causar cáncer y lesiones en la piel.
Alicia Fernández Cirelli, especialista en calidad del agua de Argentina, coincide con esa visión y dice que no es posible dar una respuesta teórica sobre el mejor método de remoción de arsénico, porque eso depende del tipo de suelo, de la concentración de arsénico, si se trata de agua de consumo o de uso industrial, de la ubicación geográfica de la fuente, las posibilidades económicas de la población, y muchos otros factores.
"El análisis de la tecnología más apropiada para la remoción de arsénico debe realizarse no solo en base a las características intrínsecas de la metodología a utilizar sino también considerando su viabilidad en función de las características socio-económicas de la población", comenta la especialidad al sitio web de noticias científicas SciDev.Net.
La revisión dice que cualquier tecnología que elimine el arsénico debe elevar el agua potable al estándar de la OMS, que fija la concentración máxima permitida en 10 microgramos por litro de agua.
Diferentes métodos y resultados
Solo cerca de la mitad alcanzó el estándar de la OMS, demostrando su eficiencia en un rango de 50 a 100 por ciento.
Las tecnologías más recientemente desarrolladas, en 2017, y que pasaron el estándar de la OMS, provenían de los Estados Unidos (usando el filtro ZeroWater®) e India (usando electrodo de aluminio).
Cuatro tecnologías probadas en el campo fueron desarrolladas en India usando un reactor de remediación de arsénico electroquímico (ECAR, por sus siglas en inglés), laterita activada, una combinación de bicarbonato de sodio, manganato de potasio y cloruro ferroso, y una que utilizaba hidróxido de hierro (III) como absorbente del arsénico.
Una quinta tecnología que alcanzó el estándar de la OMS provenía de China, y utiliza minerales de hierro y piedra caliza.
Aparte de las limitaciones en los costos, algunas tecnologías probadas en laboratorio demostraron que producen lodos, tienen efectos en el corto plazo, y necesitan más investigación.
Problema y soluciones locales
En Córdoba se han desarrollado varias tecnologías para eliminar esta sustancia en el agua.
"En Argentina, los problemas más acuciantes se dan en la población rural aislada donde no se puede recurrir a métodos como la ósmosis inversa", detalla Fernández Cirelli.
“En el caso de Bell Ville, ciudad del sur de Córdoba, donde se describió por primera vez el Hacre (hidroarsenicismo crónico endémico) provocado por la ingesta de arsénico a través del agua bebida, la solución adoptada fue cambiar la fuente de agua subterránea por agua superficial”, añade.
Soumya Balasubramanya, investigadora senior en el Instituto Internacional para el Manejo del Agua de CGIAR, en Sri Lanka, dice a SciDev.Net que las recomendaciones perfiladas en el reporte de la UNU son importantes para tomadores de decisiones en países en desarrollo que luchan contra la crisis del arsénico.