Los comedores y merenderos comunitarios de la ciudad de Córdoba se encuentran en una situación cada vez más acuciante: la demanda de alimentos creció fuertemente en los últimos años, mientras los recursos escasean al igual que las donaciones de insumos para brindar el almuerzo, la merienda o la cena. En consecuencia: no les queda otra alternativa que reducir los días de asistencia.
El pedido de ayuda alimentaria por parte de las familias se acrecienta por la escasez de trabajo informal. Pero en los últimos tiempos se suman trabajadores formales y jubilados que no alcanzan a cubrir la canasta básica. Para algunos hogares, un alivio son los comedores escolares del Paicor, pero tampoco cubren toda la demanda.

La mayoría de estos espacios comunitarios están montados en casas de familias, quienes aportan de sus “bolsillos”, realizan rifas o producen alimentos para la venta, ya que solo cuentan con la asistencia financiera que proviene de la Municipalidad de Córdoba, a través de la Tarjeta Activa, y del Ministerio de Desarrollo Social y Promoción del Empleo de la Provincia. Pero aseguran que tampoco les alcanza.
Con los alimentos que compran o reciben como donaciones, “estiran” las porciones todo lo posible, pero no evitan que al final de la fila queden personas sin comer cada día.
Malnutrición en niños
En 2024, el Banco de Alimentos de Córdoba realizó un estudio de mediciones antropométricas (peso y talla) en niños y adolescentes, entre un grupo de 11 entidades beneficiarias, y observó que el 61% de los chicos y chicas presentaba malnutrición por exceso (obesidad y sobrepeso); el 20% malnutrición por déficit (baja talla y bajo peso); mientras que el 19% restante presentaba un estado nutricional adecuado.
Si bien el Banco de Alimentos contribuye con 566 organizaciones, entre las que reparte un 40% de alimentos con un alto valor nutricional, en los últimos meses sufrió una caída en sus donaciones provenientes del agro, el comercio y la industria. Y tienen en espera a 90 espacios comunitarios debido a la falta de productos para preparar la comida.

Eugenia Silva, directora ejecutiva de la Fundación Banco de Alimentos Córdoba, le dijo a La Voz que las empresas están eficientizando las compras de mercadería y elaboración de productos, y ya casi no les quedan sobrantes. Entonces no ingresan productos de la canasta que administra la organización.
Para sostener su tarea, la entidad social incursionó en la compra de alimentos y generó colectas y alianzas con empresas. “Sabemos que es un paliativo a corto plazo y que esto repercute en la cantidad y en la variedad”, indicó Silva. Diariamente tienen que abastecer a 66 mil personas, de las cuales el 80% son niños menores de 14 años.
“Entendemos que la falta de accesibilidad alimentaria es compleja y va en aumento”, subrayó Silva. Ya en 2024, el Banco de Alimentos entregó más de 2.159.586 kilos de comida en la ciudad de Córdoba, con un promedio de 187 kilos por pedido. Las entregas oscilaron entre picos de 145 a 240 kilos por espacio. La estrategia de la organización es buscar más aliados para cubrir la demanda creciente de este año.

La crítica situación alimentaria dio lugar días atrás a la conformación de la Mesa de Emergencia Alimentaria, impulsada por el Arzobispado de Córdoba junto a organizaciones sociales y funcionarios municipales y provinciales para intercambiar experiencias y trabajar en acciones concretas que mitiguen el impacto de la crisis y fortalecer políticas sociales en los territorios que no solo abarcan lo alimentario.
Además, reconocieron la labor comunitaria que realizan principalmente las mujeres en contextos complejos y concluyeron con la presentación de varias propuestas concretas para ayudar a aliviar la actual crisis alimentaria y social.
Demanda en aumento
El sacerdote Melchor López, a cargo de la Vicaría de los Pobres de la Iglesia de Córdoba, afirmó a La Voz que tanto el Estado provincial como el municipal, junto a los comedores y diferentes sectores sociales coinciden en que la demanda crece porque cada vez es más difícil conseguir trabajo. Y que sin el aporte del Estado Nacional la ayuda recae cada vez sobre menos espacios.
“Quién tenía ayuda de algún movimiento social, hoy ya no la tiene y los que cocinaban con cierta calidad de alimentos, hoy no lo pueden hacer. Lo que se come no es bueno y los comedores abren cada vez menos días”, apuntó el religioso.
Si antes la malnutrición en la infancia era una problemática grave –afirmó–, hoy se está acrecentando. “Ninguna institución quiere que se multipliquen los comedores, sino que cada familia pueda comer en su casa, pero si no hay trabajo no hay comida”, manifestó.
Cáritas Argentina recibe apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud). Los aportes ingresan por Nación y se distribuyen a 180 espacios de Córdoba. A pesar de ello, la demanda no deja de crecer y hay personas que se vuelven a sus casas sin comida.

“Un buen apoyo son los comedores de las escuelas, con el almuerzo o la merienda, pero hay que poder garantizar la cena”, expresó López.
A su vez, afirmó que existen problemáticas de consumo de drogas, inseguridad y violencia, que transforman los espacios de alimentación en lugares de acogida social.
Lo mismo indicó Marco Galán, de la Mutual Carlos Mugica, que acompaña a 30 espacios comunitarios en la ciudad de Córdoba, quién manifestó que los presupuestos destinados a los comedores y merenderos son hoy claramente insuficientes.
Galán propuso la creación de un fondo para atender la emergencia alimentaria con un gravamen a las empresas de Córdoba que tuvieron ganancias o rentas extraordinarias en los últimos años.
La Vicaría de los Pobres y la Pastoral Social de Córdoba enviarán en los próximos días a la Legislatura provincial un proyecto de ley para declarar la emergencia alimentaria. Y el próximo 19 de marzo habrá una nueva reunión de la Mesa de Emergencia Alimentaria para reclamar políticas públicas más consistentes para el actual contexto de crisis económica.
Al respecto, la ministra de Desarrollo Social y Promoción del Empleo de Córdoba, Laura Jure, expresó que coinciden en la preocupación por el agravamiento de la situación social y el aumento de la demanda en los comedores populares.
Y recalcó que durante la última reunión de la Mesa, compartió diferentes iniciativas con foco en lo alimentario, en la contención social y en desarrollo humano, ampliando la ayuda a los más vulnerables a través de los programas Salas Cuna, Paicor, Más Leche Más Proteínas y Tarjeta Social.

Más de 150 mil personas
La asistencia financiera para los comedores comunitarios de la ciudad de Córdoba proviene en parte del municipio capitalino, con un aporte de $ 100 mil para cada uno, que en los próximos días se aumentaría a $ 200 mil. Otros 650 comedores reciben ayuda del Ministerio de Desarrollo Social y Promoción del Empleo de la Provincia, con una asistencia de $ 200 mil.
La Secretaria de Políticas Sociales y Desarrollo Humano del municipio realizó un relevamiento en diciembre de 2024 en diferentes puntos de la ciudad y relevó 1.833 espacios comunitarios, el 90% gestionados por mujeres, a los que asisten para comer 153.654 personas. Los barrios con mayor cantidad de espacios son Argüello, Parque República, Villa El Libertador, Parque Liceo, José Ignacio Díaz, Renacimiento y Ciudad Juan Pablo II.
Para recibir la ayuda económica oficial, estos espacios deben cumplir requisitos mínimos como transformarse en una fundación o en una ONG. Actualmente, hay 400 a los que les falta cumplimentar dichas exigencias.
El 79,5% de estos espacios funcionan en viviendas familiares; el 10,4% en lugares exclusivos para tal fin; y el 10% lo hace en un espacio social.
Ante la consulta de si les alcanza la comida para cubrir la demanda que tienen, el resultado fue el siguiente: un 47,1% dijo “a veces”; el 20,4% respondió “casi nunca”; un 16,4% sostuvo que “casi siempre”; un 9,7% dijo que “siempre”; y un 6,4% aseguró que “nunca” les alcanza.

Pero también hay otros factores sociales derivados de la misma situación crítica. Raúl La Cava, secretario de Políticas Sociales y Desarrollo Humano del municipio dijo a La Voz que desde su área realizan un acompañamiento con diferentes programas destinados a infancias, a la detección temprana de personas mayores en riesgo, y a un trabajo coordinado con otras áreas municipales.
“La gravedad social es tal que muchas veces estos espacios ya no pueden sostener las demandas de todo tipo que reciben. Sumado a que el Gobierno Nacional tomó la decisión política de no trabajar con estos lugares”, argumentó.
Además, el funcionario adelantó que próximamente se implementará, junto a la Secretaría de Agricultura Familiar, el programa “La huerta en el hogar” para que las familias más humildes puedan producir y acceder a alimentos más nutritivos, como un paliativo más ante una emergencia que perdura.

La angustia de no tener qué preparar
Eliana Martínez, del comedor La Botellita, de barrio Maldonado, asegura que brinda 580 raciones de comida a 130 personas, entre ellos cartoneros y adultos mayores, y que cada día se suman más provenientes de otros barrios, como Campo de la Rivera, Bajada San José, Villa El Chaparral y Müller.
Si bien reciben aportes de los gobiernos municipal y provincial, para cubrir la demanda realizan campañas de donación y hasta montaron una panadería social. Todos los aportes son para comprar el gas, harina, carne y verduras.
“Hay muchas personas sin trabajo y mamás solas. Durante la semana los niños toman la merienda, y según los aportes que logramos juntar hacemos la cena. Algunos vienen a las 16 porque tienen miedo de quedarse sin comida”, dice Eliana.
Y recuerda que en el verano las madres estaban muy desesperadas porque no tenían qué darles de comer a los chicos. “Nos cuesta mucho acceder a verduras y carnes, los niños necesitan nutrientes, nos donan mucho arroz y fideos”, relata.

También Cintia Cedrón, del comedor Los Bajitos, que recibe a chicos de los barrios Autódromo, Argüello Lourdes, El Cerrito, 16 de Noviembre y Villa Monja Sierra, cuenta que la asistencia aumentó de 75 a 120 porciones para la cena, incluidos 15 adultos mayores que cobran la jubilación mínima.
“Hay mucha más necesidad. Hace cinco años que tengo el comedor y la situación empeoró. Es el único lugar de la zona que funciona. La semana pasada no pudimos darles a todos porque no teníamos alimentos y me da tristeza porque las familias, que están sin trabajo porque se frenaron las changas, vienen esperanzadas por un plato de comida”, lamenta angustiada.
El comedor recibe colaboraciones y a veces Cintia pone de su propios bolsillo para cocinar.
La misma realidad vive el merendero “Una Sonrisa Alegra el Corazón”, de Villa Los 40 Guasos, que reparte 96 porciones de comida y depende de los aportes para brindar almuerzo, cena o una copa de leche.
“La verdad que la situación es muy crítica. El último temporal voló el techo del comedor que levantamos con la ayuda de los vecinos. A veces no cocinamos porque no tenemos qué darles”, dice Verónica Giménez, a cargo del comedor.
A pesar de esa situación, siguen adelante con la ayuda que reciben de la Municipalidad y de sus propios recursos. “Somos todas mujeres. Pasamos por las mismas situaciones que esas personas y por eso tratamos de seguir. En febrero, la Municipalidad no depositó el crédito de la tarjeta y estoy estirando con lo que puedo”, afirmó. Y resaltó que hay un aumento de personas mayores con respecto a años anteriores.

Elegir los días para cocinar
Otro comedor que también está complicado es “Evaluna y sus amigos”, de barrio Los Artesanos, cerca de ruta 9, que asiste a 150 personas, entre niños y adultos. Antes abría todos los días, con la asistencia de la Nación, pero con el recorte y el costo económico de los productos solo lo hace dos o tres veces a la semana.
“Atendimos durante el verano, a veces vienen mucho más vecinos y no damos abasto. Tratamos de darles otra comida que no sea solo arroz y fideos, sino también carnes y verduras”, explica Lizbeth Pinedo.
Y destacó el aporte que pueda hacer la Mesa de Emergencia Alimentaria con respecto a los espacios comunitarios porque ahí no solo se habla de alimentos, sino de violencia de género y otras problemáticas. “No negamos que nos acompañen, pero necesitamos una política definitiva de apoyo y no parches”, reclama.

Finalmente, dice que la Tarjeta Activa no la reciben en cualquier comercio, y que por eso buscan otros aportes como la venta de bizcochuelos o pan. “Estamos atravesando una etapa muy difícil y nos ayudamos para conseguir dinero. Tampoco está garantizado el sueldo para las compañeras que ayudan en el comedor. Tratamos de ver la forma de conseguir alimentos”, cerró la dirigente social.