A un año exacto del femicidio de Catalina Gutiérrez, la sociedad vuelve a recordar el trágico hecho que conmocionó al país el 17 de julio de 2024.
En este aniversario, las voces más desgarradoras resuenan desde el corazón de su familia. Lucía Gutiérrez, su hermana, quien a través de sus redes sociales compartió una carta tras la partida de Catalina. Además su padre, Marcelo, en diálogo con La Voz en Vivo le dedicó unas palabras.
Por otro lado, la Justicia pronunció su veredicto, condenando a Néstor Aguilar Soto a prisión perpetua por “homicidio en un contexto de violencia de género”.
Lucía Gutiérrez, su hermana: “Un dolor perpetuo”
Lucía Gutiérrez describió este último año como una pesadilla de la que no puede despertar.
“Hoy hace 1 año una parte de mi se fue con vos, ya nada es lo mismo ni lo volverá a ser. Es un dolor perpetuo. Te extraño. Te pienso. Maldigo ese 17 de julio”, expresó.
Sus palabras reflejan una herida abierta que el tiempo no pudo sanar: “Aún duele como el primer día, nada pasa, nada cambia, el tiempo no cura. Se siente como si me estuvieran arrancando el corazón constantemente. Un vacío que nada ni nadie llena”, continuó.

La carta es un testimonio de la profunda conexión entre hermanas. Lucía agradece la “hermandad fiel y hermosa” que compartieron y el orgullo de haber sido su “compinche”, cuidándose, defendiéndose, escuchándose y aconsejándose mutuamente. La relación, según sus palabras, era tan singular que personas cercanas a ellas jamás habían visto un vínculo de hermanas como el suyo.
A través de los ojos de su hermana, Catalina emerge como una figura de luz y una persona excepcional. Lucía la describió como “tan buena, tan inocente, tan compañera, tan graciosa, tan predispuesta siempre para el otro, tan sensible”.
El impacto de Catalina en quienes la conocieron fue inmenso: “no imaginas cuanto marcaste a cada persona que tuvo la fortuna de conocerte. Eras una personita muy especial. Fuiste y sos luz para siempre”, agregó.
El legado de Catalina es un motor para Lucía, quien afirma vivir y seguir adelante por ella, por sus padres y porque sabía cuánto disfrutaba Catalina de la vida. Para Lucía, su hermana es su “orgullo más grande, ejemplo de hermana, de persona, de hija, de amiga”, su “hermana estrella que brilla, estrella que nunca se apaga”.
Marcelo, el padre de Catalina
Su padre el profundo dolor y el amor inquebrantable que sienten por su hija. Para él, sentarse y hablar de lo sucedido: “Es un sufrimiento permanente”.
Sin embargo, en medio de la tragedia, Marcelo encuentra una esperanza: que la historia de Catalina sirva para ayudar a otros. Él y Leonora (la madre de Catalina) desean que, si su experiencia puede ser útil, los adolescentes se animen a contar a sus padres las cosas que les pasan. Hacen un llamado a que, si “algún amigo los intenta manipular”, los jóvenes puedan comunicarlo a sus padres, familiares o amigos.
Marcelo destacó que Catalina era “muy buena persona”, una cualidad que dificultó no poder separarse de la relación con Néstor Soto, a pesar de que algunas de sus amigas sí pudieron hacerlo.
La idea de que el agresor fuera alguien de confianza, un amigo, es incomprensible para él: “No tiene explicación. No hay manera de hacer eso con la persona que amas. Era su amiga con la cual es alguien que confiaba”. Recordó que, en el juicio, Soto dijo “Perdón L.” a Leonor, pero Marcelo no lo consideró una disculpa sincera: “Una basura humana”.
El padre de Catalina describió el dolor como “tan intenso y tan infinito”. Compartió que Catalina admiraba mucho a su otra hija, Lucía, y que su esposa, Leonora, se apoya en un psicólogo y ambos encontraron ayuda en dos curas. “Todos los días es un paso a paso”, agregó el padre.
Marcelo también expresó cómo siente el afecto de la gente en la calle: “Por la calle nos preguntan si somos los papás y nos abrazan y yo siento que es un abrazo de Catalina”, expresó.
“Todos hablamos bien de nuestros hijos, pero Catalina es tan buena persona, tan buena amiga” y aunque ahora hablan de ella, a él le gustaría tenerla a su lado. Mencionó que las amigas de Catalina siguen visitando su casa y “fueron quienes nos acompañaron durante todo el juicio”, dijo agradeciéndoles.
La familia siente que “se hizo Justicia”. “Estamos profundamente agradecidos porque todo fue impecable”. La condena representó un “dar vuelta de página” en lo que respecta al juicio.
“Gracias por recordarla”, concluyó.
El mensaje de la Justicia a la familia
Este sentir no es exclusivo de su hermana. En un mensaje dirigido a la familia durante la sentencia, los magistrados que firmaron el voto en mayoría hicieron eco de estas palabras, afirmando que Catalina “merecerá ser recordada siempre como alguien que lo dio todo, hasta su propia vida, en pos de una ‘sana y sincera amistad’, en su puro y valioso afán por traer paz y concordia a quienes la rodeaban”.

La sentencia la califica como la “abanderada de la ‘amistad sana’, la que se brinda a los amigos, la que está pendiente de sus necesidades. Esos son los valores que ella enarboló hasta el final, y que nadie le podrá arrebatar”.
El femicidio y la condena de Néstor Soto
La vida de Catalina fue arrebatada en el departamento de Néstor Aguilar Soto, quien ella consideraba su amigo y compañero de la facultad.
El tribunal determinó que Soto ejerció una “sutil pero constante violencia psicológica” sobre Catalina, con quien mantenía una “amistad calificada como ‘tóxica’”.
La dinámica de control y posesión se intensificó cuando Catalina inició una nueva relación sentimental, ya que Soto se creía con el derecho de reclamar atención prioritaria de quien consideraba su “mejor amiga”, queriendo decidir sobre el tiempo y los afectos de Catalina.
Esta dominación, según la sentencia, era impuesta por el hecho de ser hombre hacia una mujer, a quien consideraba en un plano inferior, “sin derecho a decidir plenamente sobre su autonomía”. Se constató un patrón de amistades intensas, tóxicas y posesivas con al menos otras tres mujeres, que no se replicaba con sus amigos varones.

Los hechos se desencadenaron tras una discusión en la casa del acusado. El tribunal sostuvo que Soto golpeó a Catalina hasta dejarla inconsciente y, en lo que calificó como “el peor camino”, la maniató, la estranguló hasta la muerte y, posteriormente, quemó su cadáver y sus pertenencias con el objetivo de procurar su total impunidad.
El fallo destacó que en ese “momento crítico”, “afloró su narcisismo y optó por intentar no perder su imagen, su ‘vida perfecta’ (tal como él mismo la describió en el debate), en lugar de hacer lo correcto”.
Por las pruebas como la geolocalización del teléfono celular que Catalina compartía con su hermana y las cámaras de seguridad cercanas al domicilio de Soto, su plan para evitar ser descubierto fracasó.
Néstor Aguilar Soto fue condenado a prisión perpetua por los delitos de lesiones leves agravadas por mediar violencia de género, en concurso real con homicidio agravado por mediar violencia de género; y homicidio agravado por haberse cometido para procurar la impunidad.

Para Lucía, aunque la justicia llegó, el dolor de la ausencia permanece y la búsqueda de consuelo se mezcla con un anhelo de justicia divina: “Y tranquila que el karma tarde o temprano llega y lo sabemos.. nadie se va de esta vida sin pagar todo el daño que nos hicieron”, concluyó. En cada lágrima y en cada recuerdo, Catalina Gutiérrez sigue siendo una “estrella que brilla”, un faro de los valores que defendió hasta su último aliento.
