El 16 de julio Daniel Vera se presentó junto a su abogado, Lisandro Gómez, en la Unidad Judicial que funciona en el Polo de la Mujer para hacer una denuncia penal contra el exsacerdote Walter Eduardo Avanzini por presuntos abusos ocurridos en la localidad de Arias, cuando tenía 17 años.
“El dolor no prescribe”. Esas palabras lo ayudaron al denunciante en 2019 a contar por primera vez su historia a La Voz. Luego, presentó una denuncia eclesiástica en el Obispado de Río Cuarto, la cual fue derivada a Roma, Italia, donde finalmente se archivó.
Ahora, su denuncia penal fue derivada a los tribunales de La Carlota, ciudad cabecera del departamento Juárez Celman, puesto que los hechos denunciados ocurrieron en Arias en 1986, ciudad de ese departamento.
“Desde la fiscalía de instrucción se abrió la etapa de investigación penal preparatoria”, comentó esperanzado Daniel Vera a La Voz.
El caso
Daniel Vera conoció al cura Walter Eduardo Avanzini en 1985 por intermedio de su hermano, el ahora también exsacerdote Raúl Vera. Avanzini, luego de su etapa de formación en el Seminario Mayor de Córdoba y de su ordenación en la diócesis de Río Cuarto, había sido enviado a su destino pastoral en Arias.
Daniel, quien viene de una familia muy católica, vivía con su madre y su padre a 53 kilómetros, en la localidad de Canals. Los domingos viajaba a Río Cuarto para visitar a su hermano en el Seminario Mayor. Allí conoció a Avanzini, quien además de sacerdote era médico y oriundo de una localidad cercana, Sampacho.
En 1985, Daniel cursaba cuarto año en el Instituto Belisario Roldán de Canals y soñaba con ser cura y misionero en África. Para sus padres, que se habían conocido dando catequesis, tener dos hijos religiosos no podía ser un regalo mejor.
Avanzini se convirtió en su referente. Al vivir en localidades vecinas, Daniel empezó a visitarlo en la parroquia. En 1986, Daniel transitaba su último año en el secundario y su vocación por lo social crecía. Ya había decidido ser religioso y misionero. Su vínculo con Avanzini continuaba, y su familia también se había encariñado con el sacerdote.
En diciembre de ese año, Avanzini lo invitó a un encuentro pastoral con estudiantes de Río Cuarto y de Buenos Aires.
Firme en su decisión de ser cura, viajó a Arias ilusionado por compartir con otros adolescentes un nuevo encuentro pastoral, sin saber que ese diciembre, según sus palabras, le quedaría “marcado a fuego” para siempre.
Recuerda que una noche de mucho calor, Avanzini lo llamó a su habitación. Quería hablar sobre cómo le estaba yendo con el resto de los estudiantes que estaban en la misión. Daniel asegura que entró a la habitación del cura y lo encontró en calzoncillos. Esa noche, relata, ocurrió el abuso sexual.
Según su testimonio, el sacerdote lo hizo sentar en la cama y empezaron a conversar. Luego de unos minutos, Avanzini lo abrazó y lo besó.
“Me quedé paralizado. Me empezó a manosear los genitales y a decirme cosas subidas de tono”. Luego, contó, “me dijo que lo penetrara, pero yo no le hice nada”. Vera recuerda que Avanzini estaba muy excitado, pese a que él no lo correspondió.
Daniel repasa su historia y no sabe cómo salió eyectado de esa habitación. Al día siguiente, Avanzini le advirtió que se confesara. “Él –cuenta Vera– se hacía llamar ‘Papi’. No me preguntes por qué. Sólo recuerdo que me dijo que cuando me confesara no dijera el nombre de ‘Papi’ porque lo podían castigar”.
Otros casos
La denuncia de Daniel Vera no es la única que involucra a Avanzini. En 1983, un seminarista lo denunció por un intento de abuso. Pese a eso, fue ordenado cura a los meses por la diócesis de Río Cuarto. Y en 1998, cuando ya llevaba 13 años en el ejercicio del ministerio sacerdotal, hubo un escándalo que involucró a menores en la ciudad de Córdoba.