Abordar las adicciones siempre resulta insuficiente ante un problema complejo y multicausal que golpea con crudeza a miles de familias en nuestro país, como en Córdoba.
En medio del trabajo diario del Estado y de las instituciones, la Pastoral de Adicciones de la Iglesia los invitó a encontrarse en Córdoba para analizar la realidad, discutir abordajes y, sobre todas las cosas, entender que la responsabilidad es compartida.
La primera edición del Congreso Arquidiocesano de Adicciones (CAPAC) cumplió su primer objetivo: logró una importante convocatoria durante dos jornadas en las que funcionarios, profesionales y agentes pastorales tuvieron la oportunidad de escucharse, dar respuestas e invitar a la acción colectiva.
En el discurso inaugural fue el sacerdote Pablo Viola –al frente de la Pastoral de Adicciones– quien habló “de una realidad que nos impacta a todos y nos desafía a encontrar caminos de esperanza para nuestro pueblo”.
Viola utilizó términos del papa Francisco para hacer un diagnóstico de una “sociedad fragmentada y con signos de estallido social” (Fratelli tutti). También dijo que en la misma se percibe “un exceso de diagnóstico que no siempre está acompañado por propuestas superadoras y realmente aplicables” (Evangelii gaudium).
En torno a las adicciones, instó a poner la mirada en las causas y, de hacerlo, a través de un diálogo honesto, para proponer una “conversión social y profunda”. Para ello habló de un proceso de sanación que no es individual, sino como comunidad organizada.
“Ni el Estado puede solo, ni la Iglesia, ni las instituciones. Es una tarea de todos, todos, todos”, dijo en referencia al mensaje inclusivo de Jorge Bergoglio.
El arzobispo Ángel Rossi fue en la misma línea: “Si no nos sentamos todos se atomizan los esfuerzos y quienes necesitan la ayuda no la reciben”.

Y agregó: “Cada uno tiene que revisar qué es lo que podemos, y qué es lo que estamos haciendo y qué no. Es una corresponsabilidad desde diferentes ámbitos. Hoy las personas que viven con adicciones son las más cascoteadas, es el hombre tirado al borde del camino”.
Por su parte, Liliana Montero, ministra de Desarrollo Humano de la Provincia de Córdoba, quien compartió el trabajo que se realiza en las cárceles, recogió las palabras de Viola y de Rossi e invitó a profundizar las líneas de articulación promovidas desde la gestión estatal.
“No hay ningún recurso que sobre. Siempre falta. Nuestra tarea tiene que atacar la problemática desde distintas acciones: el sostenimiento de políticas sociales estructurales, revisar donde no estamos llegando y mirar la situación desde su complejidad e intervinculación”, dijo.
Finalmente el intendente Daniel Passerini valoró la oportunidad “para escuchar a los que padecen el problema, a quienes conviven ayudando, colaborando y tratando de fortalecer el tejido social para contener”. Además rescató las políticas públicas locales desde una perspectiva de salud y derechos.

Algunos dirigentes participaron de conferencias, paneles y talleres enfocados en la prevención y asistencia. Otros acudieron con el compromiso de trabajar en tal sentido.
Bajo el lema “La comunidad se organiza para dar respuesta” se pudieron escuchar estrategias y experiencias en ámbitos educativos, eclesiales, deportivos y barriales, modelos de abordaje de asistencia y acompañamiento integral (familia, Hogares de Cristo, cárceles, situación de calle) y el rol del Estado, la incidencia del narcotráfico, justicia e infancia, niñez y adolescencia y seguridad.
Complementario, no competitivo
En algunas disertaciones sobrevoló la idea –y los ejemplos– de que muchas veces el proceso de acompañamiento de las adicciones no tiene fluidez y coherencia, principalmente porque ya sea desde la gestión estatal o desde el trabajo de los centros barriales existen lógicas diferentes o visiones antagónicas sobre la problemática.
En este sentido la directora de integración socioproductiva la Fundación Fundar, María Migliore, propuso una apertura al diálogo desde una mirada complementaria pero no competitiva. “Debemos dejar de pensarnos desde una centralidad exclusiva”, sumó.

Mariano Oberlin, sacerdote de barrio Müller, habló de la importancia de estos espacios para renovar el compromiso y que más personas se sumen a colaborar. Pero también reflexionó sobre la necesidad de una mayor articulación: “Nos cuesta tener una visión holística, asumir la necesidad de lo que el otro me ofrece”, dijo.
Entre las causas expresó que “muchas veces estamos ensimismados en nuestro trabajo diario y nos cuesta ver más allá”. Pero también tomó las palabras de Viola de los últimos días cuando advirtió que “somos una sociedad productora de adictos”. E invitó a retomar ese diagnóstico.
Todos, todos, todos
Las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en adicciones fueron una parte sustancial del congreso. Como oradores o asistentes reflejaron el interés de continuar desarrollando diferentes estrategias en el territorio. Incluso algunas de ellas conformaron recientemente mesas intersectoriales que les permite dar una respuesta más efectiva.
Por último, otro de los aciertos del evento organizado por la Pastoral de Adicciones, fue la horizontalidad que pudo observarse en el auditorio, las aulas y los pasillos.
En un mismo espacio convivieron figuras de la política y de la Iglesia, personas que acompañan procesos de adicciones y jóvenes que transitan situaciones de consumo que contaron sus testimonios y “dieron una mano” en la logística del congreso.
De alguna manera, el mensaje inclusivo del papa Francisco “Todos, todos, todos”, se hizo al menos allí realidad.