Un reciente fallo del Juzgado de Familia N° 2 de la Ciudad de Córdoba, en el que un niño de 12 años había solicitado una autorización para mudarse con su madre en otro país, utilizó entre los fundamentos de rechazo la posibilidad de una “sobreexigencia emocional” si el menor iniciara un eventual litigio contra su progenitor con quien reside actualmente en la Capital.
Este caso permitió volver a poner el foco sobre una tendencia creciente en la que niños, niñas y adolescentes (NNA) están más expuestos en la disputa que muchas veces ocurre entre sus progenitores y/o tutores.
Para Pablo Díaz Caballero, jefe de los equipos técnicos que intervienen en los juzgados de Familia de la Capital, en las audiencias pueden observarse diferentes niveles de incidencia, e incluso violencias, que se inician en los hogares.
Desde hace unos años la Justicia de Córdoba otorga a los NNA un espacio de escucha atenta y ampliada con el objetivo de preservar sus derechos.

“Es allí donde podemos observar lo que expresan. Es inevitable un cierto grado de tensión al ser citados en un conflicto entre adultos pero su participación debe ser lo más preservada posible y siempre ubicada desde el lugar de hijos”, explicó Díaz Caballero.
Para el especialista se puede distinguir aquellos casos en los que los NNA son testigos de una instancia de resolución de conflicto como puede suponer un divorcio entre sus padres y otros en los cuáles son objeto de disputa, rehenes de sus intereses y víctimas de diferentes tipos de violencias.
“Muchas veces los NNA son receptores de conductas o informaciones propias de los adultos que puede repercutir en sus emociones. Incluso en ocasiones pueden ser objeto de manipulación, intimidación, coerción”, dijo.
Los equipos técnicos trabajan interdisciplinariamente y en caso necesario con otros fueros judiciales y áreas gubernamentales. Están compuestos por psicólogos y trabajadores sociales y emiten un informe a sugerencia de un juez. Además realizan capacitaciones y sistematizaciones para la producción de conocimiento específico.
“El niño puede estar describiendo su posición en una situación familiar pero nuestra tarea incluye observar otros comportamientos, como por ejemplo si está tenso, abrumado o la sensación de no querer estar ahí”, agregó Díaz Caballero.

En el Fuero de Familia están observando apariciones tempranas de trastornos mentales como angustia y depresión en ocasiones graves.
Estos desordenes aparecen porque el niño se responsabiliza de lo que ocurre dentro de su casa o porque cumple un rol de soporte afectivo del adulto.
Adultización
Para el jefe de los equipos técnicos del Fuero de Familia otra advertencia importante es evitar que el NNA tenga comportamientos cercanos a la adultización.
La adultización es la creencia de que un niño es más maduro de lo que su edad indica. Esto puede llevar a que se le exponga a responsabilidades adultas antes de tiempo.
“Intentamos incidir para subsanar los efectos nocivos de los vínculos deteriorados y la sobreexposición a la conflictividad que uno o ambos progenitores realizan con sus hijos”, explicó Díaz Caballero.
Finalmente el especialista consideró que en la experiencia se han logrado muchos avances a pesar de que las causas por responsabilidad parental, violencia familiar y de género son muy frecuentes.
En ese sentido, desde el Fuero de Familia también indicaron que en muchos casos existe una sobrejudicialización de las decisiones familiares, desde la elección de una obra social o un terapeuta.