Si alguien ocupa parte de la plaza del barrio para uso propio o extiende su propiedad sobre la vereda, la arbitrariedad y la ilegalidad resultarán evidentes. Y ese abuso será sancionado.
Sin embargo, en Córdoba, desde hace décadas, sobran y hasta van creciendo los casos de costas de lagos y de ríos que, aunque sean públicas, terminan apropiadas para uso privado.
Por largas décadas, la falta de planificación y de control del Estado (de la Provincia y de los municipios) facilitó todo tipo de abusos. En estos casos, se agrava por tratarse de espacios atractivos para el turismo y el esparcimiento.
No es que nunca se hizo nada. En 2004, la Provincia puso en marcha un plan con un adelanto: se colocaron mojones en siete lagos, que en forma visible delimitaron por primera vez lo público de lo privado. Hasta se hicieron procedimientos en algunas partes de los lagos Los Molinos y Embalse, con retiros de alambrados y de construcciones de privados que ocupaban ilegalmente costas públicas.
Pero hacia 2007 ese plan se adormeció. Los mojones colocados (no todos) están ahí. No se sumaron más y las acciones de ordenamiento casi desaparecieron desde entonces, salvo casos muy puntuales.
Los mojones son caños pintados en blanco y rojo, fijados al suelo, ubicados según coordenadas satelitales. En caso de ser removidos, pueden ser reubicados exactamente en el mismo sitio. Una vez colocados, correspondía hacer respetar los límites que marcan. En varios lagos ni siquiera se empezó esa tarea; en otros, fue apenas parcial.
En algunos embalses no hay tantas situaciones de conflicto, porque la mayor parte de las tierras son fiscales o hay escasas viviendas o emprendimientos costeros. Pero en otros, los avances privados sobre costas públicas son evidentes y hasta aumentaron en los últimos años.

Las leyes que marcan las pautas para fijar las líneas de ribera también parecen hechas para dejar abierta siempre alguna chance de discusión y litigio.
Sobre ríos y arroyos también son muy frecuentes los casos de apropiaciones indebidas de riberas, con patios de casas que se extienden hasta el cauce mismo o alambrados que impiden el paso o acceso normal.
Hay más de 30 mil kilómetros de ríos y arroyos en Córdoba, y la línea de ribera es más compleja de trazar que en los lagos, pero la dificultad no justifica el descontrol.
No debería ser necesario aclarar que las costas de ríos y lagos son siempre estatales y, por lo tanto, bienes públicos.
Pero hay cada vez más sitios públicos inaccesibles para el público.
