El 10 de enero, un vecino del barrio Iponá le disparó con una pistola de aire comprimido a Budín, el gato de una familia que vive en una casa colindante. El episodio generó un fuerte conflicto en esta barriada y ya llegó a la Justicia. El agresor, según denuncian, sería dueño de un local de armas en el Centro de Córdoba y tendría permiso para portarlas. Pero, claro, eso no lo habilita para disparar a un animal doméstico, entienden.
La familia que fue víctima del ataque a su mascota dice que siente inseguridad, algo que comparte con otros tenedores de animales domésticos de Iponá.
En la misma noche del ataque, el animal fue internado con un pronóstico grave. Los médicos confirmaron que el gato de nueve años fue impactado por un balín en la cabeza. Operarlo es muy riesgoso, por lo que el proyectil seguirá depositado dentro de su cráneo.
“Budín es mi compañero, mi familia. Es un gato viejo que adoptamos hace tiempo. Es un animal muy tranquilo que suele dormir mucho. Se salvó de milagro y estamos contentos de que siga vivo, pero igualmente toma seis remedios al día. Por ahora, los remedios e internación costaron aproximadamente 50 mil pesos y los gastos siguen”, indicó Gatón Lippi, dueño del gato.
Se realizó la denuncia en la Fiscalía de Feria del Distrito 1, Turno 5 de la ciudad y Lippi se presentó como querellante particular en la causa. El expediente se mantiene en secreto de sumario, por lo que no se sabría si el atacante tienen antecedentes penales. La Voz no publica la identidad del denunciado porque aún la Justicia no fijó los hechos ni produjo ninguna imputación.
“Anteriormente, el vecino ya tuvo actitudes violentas arrojando piedras a la casa para lastimar al animal y amenazó verbalmente con dañar tanto a Gastón como a su gato. La causa se amplió y ahora contamos con tres delitos: por crueldad animal, daño contra la propiedad y las amenazas del agresor”, explicó el abogado penalista Iván Adolfo Mochkofsky, miembro de la Sala de Derecho Animal del Colegio de Abogados y representante de los dueños de Budín.
El primer accionar de Lippi fue tratar de advertir al barrio de lo sucedido mediante una publicación en redes sociales, donde informaba del daño a su animal, quién era la persona que lo había atacado y que podría estar potencialmente armada. Luego de eso, el agresor intentó negociar un acuerdo con el dueño del gato, pero finalmente este no prosperó. Actualmente, el atacante respondió con cartas documento denunciando calumnias e injurias.
“Tenemos miedo de que este hombre tome represalias contra nosotros, ya que vivimos al lado de una persona que maneja armas con total impunidad. Los vecinos están preocupados porque el barrio está conformado en su mayoría por familias integradas por niños pequeños y mascotas”, aclaró el joven.
Ahora se prevé una nueva concentración con los vecinos y sus mascotas para concientizar sobre el maltrato animal. Se realizará en los próximos días, en una de las plazas principales del barrio.
¿Qué hacer ante un caso similar de violencia animal?
La causa se enmarca bajo la ley 14.346, que establece penas para las personas que maltraten o hagan víctimas de actos de crueldad a los animales. Tiene una condena de prisión máxima de un año.
“Ante un caso similar de violencia animal, se debe realizar la denuncia penal en una unidad judicial, como cualquier otro delito. Es recomendable que los dueños de las mascotas sean querellantes en la causa, mediante un abogado, para darle más rapidez a la resolución del caso”, dijo el abogado Mochkofsky.
Para realizar una denuncia se deben recolectar todas las pruebas obtenidas: fotos, chats, avisar a la Policía si en el barrio hay cámara de video; testimonio de veterinarios, y testigos del hecho. No es aconsejable enfrentar al agresor.
Es indicado ir a la Justicia para que este tipo de delitos adquieran visibilidad y se puedan hacer las estadísticas que marquen su recurrencia. “Estas causas hacen que el Estado invierta en prevención y se modifiquen algunas leyes en beneficio de los animales”, consideró el abogado.
“Los maltratadores tienen que entender que no van a quedar impunes, que sepan que hay consecuencias legales y de reproche social. Además, está comprobado que este tipo de maltrato se puede replicar luego a las personas, mayormente con los más indefensos, como niños, ancianos y mujeres”, agregó Mochkofsky.
