El celular en la mano, un QR en la pantalla y un “pip” que reemplaza el sonido de las monedas. La escena es cada vez más común entre los adolescentes, que desde los 12 o 13 años comienzan a usar billeteras virtuales para pagar una salida, cargar la tarjeta del colectivo o comprar ropa. Mercado Pago, Brubank, Personal Pay, Naranja X, Uala, entre otras son las que más usan los chicos y chicas.
Pero a la hora de que los padres habiliten su uso, surgen varias dudas: ¿Qué implica este cambio en los modos de consumo? ¿Qué riesgos y qué oportunidades conlleva? ¿Cómo acompañarlos como adultos?
Florencia es mamá de dos adolescentes, de 11 y 14 años. El de 14 ya usa billetera virtual desde hace dos años. “Fue algo consensuado. Me pareció importante que empiece a familiarizarse con el dinero digital. Al principio lo usaba para gastos escolares, pero ahora también lo usa para salir o comprarse algo”, cuenta.
La mamá valora la posibilidad de enviarle dinero al instante y resalta la evolución de las herramientas de control parental: “Hoy veo todos los movimientos desde mi cuenta. Lo hablamos todo el tiempo: cómo administra su plata, qué opciones tiene, si le conviene ahorrar o gastar”.
Florencia también destaca que, a pesar de los temores sobre apuestas o consumos impulsivos, la experiencia es positiva. “Él se organiza muy bien. Le gusta ver cómo su plata rinde en la cuenta remunerada y hasta se interesa por ahorrar en dólares. Eso abrió conversaciones sobre inflación, ahorro e inversión que me parecen valiosas”, asegura.
Ariel, papá de una adolescente de 14 años, aún no se decide a dar el mismo paso. “Ella me lo pidió, y seguramente lo habilite pronto, pero me genera dudas. A veces, si le doy plata extra, se la gasta toda y me da miedo que no tenga la madurez para manejar una app así”, explica.
Sin embargo, admite que el dinero digital ya forma parte del entorno adolescente: “En su escuela hay chicos de distintas realidades económicas, y quienes tienen la posibilidad ya han abierto cuentas en su mayoría”.
Su hija, incluso, tiene un pequeño emprendimiento de pulseritas y notó que “es más fácil vender porque muchos chicos ya no tienen efectivo”. Para el papá, eso demuestra que también hay un interés genuino por administrar y generar ingresos.

“Charlamos mucho. Le explico que no hace falta gastarse todo y que piense antes de comprar. A veces le doy plata para varias cosas y se tienta con otras. Es un proceso”, suma.
La voz de especialistas
Desde la Psicopedagogía y la Psicología, dos especialistas proponen abordajes complementarios para comprender este fenómeno. Gabriela Totaro, psicopedagoga y autora del libro Silver, y Lorena Codosea, psicóloga clínica y docente universitaria, coinciden en un punto: las billeteras digitales no son un problema en sí mismas, pero sí requieren acompañamiento, información y diálogo.
Para Codosea, los adolescentes no llegan “en blanco” a este tipo de experiencias: “A partir de edades tempranas las infancias comienzan a tener contacto con el dinero, ya sea desde el juego simbólico o en actividades cotidianas como una compra familiar. Es un tema que está presente y que puede ser tomado como una oportunidad para enseñar”.
La psicóloga destaca que el uso de billeteras digitales no debería ser una sorpresa, sino una etapa más dentro de la educación financiera. “Lo ideal es aprovecharlo para promover un uso consciente, reflexionar sobre ingresos, egresos, ahorro y fomentar un rol activo, más allá del mero consumo. ¿Cómo podrías generar dinero para un viaje o una salida? ¿Qué opciones tenés? Esas preguntas abren el juego a otras habilidades”, propone.
Totaro, en tanto, resalta la importancia de una preparación previa. “Si le abrís una billetera virtual a un adolescente sin que tenga educación financiera, le estás dando acceso a una herramienta poderosa sin que sepa cómo usarla. Es como entregarle una tarjeta de crédito sin saber sumar”, compara.
Para ella, lo ideal es que los chicos tengan hábitos financieros desde la infancia. “A partir de los 5 años pueden empezar con conceptos simples como que tengan un frasco destinado a poner dinero para ahorro, otro para el disfrute y otro para donar. Si eso está trabajado, a los 13 pueden manejar una app”, dice.
Totaro hace hincapié en la necesidad de que los chicos y chicas aprendan a gestionar su dinero. Por eso recomienda la implementación de las mensualidades, que implica darle un monto de dinero por mes al joven para los gastos que acuerden entre ambos. De esa manera aprenden a tener gastos fijos que cubrir, a administrar sus salidas u otro tipo de gastos variables.

Pero advierte: “El dinero en las billeteras digitales es invisible. No se toca, no se ve, no se cuenta. Eso hace más difícil entenderlo. Por eso hay que replicar los hábitos: sentarse a revisar en qué se gastó, establecer metas, consensuar una mensualidad o retribuciones por tareas específicas”.
Para la especialista, “hablar de dinero sigue siendo más tabú que hablar de sexo”. Y remarca: “Gracias a la ESI se abren muchas conversaciones sobre sexualidad, pero la educación financiera todavía está ausente. Necesitamos llevar este tema también a las aulas”.
Codosea coincide y recomienda el cuadernillo elaborado por el Ministerio de Educación de Santa Fe y disponible en el sitio del Banco Central (BCRA). “Es una buena herramienta para empezar a trabajar en escuelas secundarias”, asegura.
Controles y acuerdos
“Yo tengo mi cuenta asociada y veo todos los movimientos”, cuentan muchos padres. Para Totaro, ese tipo de supervisión es válida, pero debe formar parte de un acuerdo claro con los hijos. “Hay que abrir el diálogo: saber en qué gastan, con quién están, para qué usan el dinero. Cada 15 días o un mes revisar juntos las cuentas. No se trata de controlar, sino de enseñar autonomía y autoconocimiento”.
Codosea también remarca la necesidad de acuerdos familiares y de una escucha activa. “Los adolescentes valoran mucho que se los escuche sin juicio. Que podamos hablar de plata, de deseos, de proyectos. Que puedan planificar una meta financiera real, como un viaje de egresados, y pensar cómo alcanzarla”, ejemplifica.
Ambas expertas coinciden en que el uso de billeteras digitales también implica nuevos riesgos. Uno de los principales es el acceso a apuestas online. “Los chicos están invadidos por influencers que les prometen volverse millonarios siendo traders o apostando en deportes. Es preocupante, porque fomenta la inmediatez, la falta de esfuerzo en el trabajo y genera adicción”, alerta Totaro.
Codosea lo confirma desde la práctica clínica: “La apuesta online creció mucho y aparece cada vez más en los relatos familiares. Muchas veces, el dinero destinado al colectivo o la merienda termina en una app de juego. Por eso, es importante tener acuerdos, supervisar, y generar espacios de conversación sin castigos, sino con responsabilidad”.
¿Qué herramientas ofrecen las billeteras digitales para padres y madres?
Desde las billeteras virtuales también se está trabajando en mejorar el acompañamiento del uso del dinero digital en la adolescencia. Mercado Pago, por ejemplo, ya cuenta con funciones específicas de control parental para los más de dos millones de adolescentes de 13 a 17 años que utilizan su aplicación en el país.

Según una encuesta de Provokers, el 67% de los jóvenes entre 13 y 17 años ya tiene acceso a una cuenta digital, valorando la practicidad, seguridad y utilidad para controlar sus gastos. Para muchas familias, la posibilidad de enviarles dinero al instante es una gran tranquilidad, pero además ahora pueden sumar herramientas de monitoreo.
Desde la sección “Control Parental” en la app, los tutores pueden:
- Visualizar en tiempo real el saldo y los consumos del menor, con detalle por categoría, comercio, monto y fecha.
- Configurar alertas por cada gasto o cuando se superan ciertos montos.
- Pausar la cuenta en horarios no deseados, impidiendo su uso temporal.
- Recibir un resumen mensual con todas las transacciones realizadas.
- Recargar dinero fácilmente, con el método de pago que elijan.
Para abrir una cuenta +13 en Mercado Pago, los adolescentes deben bajarse la app, tener DNI vigente e informar el mail de su padre, madre o tutor, quien debe autorizar la apertura y validar su identidad.
Así, las billeteras virtuales también se suman al desafío de acompañar y educar financieramente a las nuevas generaciones.