En general, un cuadro de bronquiolitis puede requerir un período de internación mínimo de cinco a siete días y un máximo de un mes. En el caso de Estefanía, una beba cordobesa de nueve meses, fueron 23.
El ingreso al hospital ocurrió el pasado 8 de mayo, pero todo comenzó unos tres días antes cuando su hijita empezó a experimentar un broncoespasmo y sibilancias (sonido silbante al respirar).
“Ella es muy alérgica y habitualmente hace eventos de broncoespasmos así que estaba con tratamiento preventivo. El neumonólogo me indicó que cada vez que hiciera crisis le aplicara un rescate, que consistía en cuatro disparos con medicamentos cada 15 minutos durante una hora. Pero esta vez no hizo efecto y la llevé a la guardia”, explica a La Voz Mariana, mamá de Estefanía.
Tras esa primera visita a la guardia siguieron otras más dónde volvían a aplicarle rescates, corticoides y les indicaban continuar el tratamiento en el hogar. A pesar de todo, no mejoraba.
“Ella no resolvía su cuadro pese a que se aplicaban los rescates. Estaba muy molesta, lloraba permanentemente, se adormecía de a ratos. Otro síntoma era que tenía una agitación constante y movía la pancita rápido. Dicen que les cuesta sacar el aire y se agitaba para poder respirar, pero le costaba un montón”, agrega Mariana.
Luego de varias idas y vueltas reciben la noticia de una posible internación, la cual se prescribe cuando el niño presenta una saturación de oxígeno baja. “La gorda, los días previos estaba saturando bien, pero el lunes a la noche cuando llegamos ya teníamos una baja, le estaba faltando oxígeno”, sigue.
Ese día acuden primero a la Clínica Reina Fabiola, dónde asisten con regularidad, pero no había disponibilidad de camas en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI), por lo que fueron derivados a la sede del Sanatorio Allende ubicada en Nueva Córdoba.
Según el relato de la mamá, hasta el momento del traslado esperaron unas nueve horas. De todas formas, cuenta que al notar las dificultades respiratorias de la beba, en la guardia le dieron prioridad y le suministraron oxígeno.
Los tratamientos posteriores consistieron en oxigenoterapia, luego un respirador automático y finalmente una máscara no invasiva. El pasado martes llegó el alivio cuando por fin le otorgaron el alta.
“Los médicos nos explicaron que es un cuadro que hace picos en cuanto a mejoras y retrocesos así que todo el tiempo estás ahí pendiente de la evolución. Como papás en ese sentido hay que tener paciencia, esperar y saber que se resuelve con los días”, apunta Mariana.
Y cierra: “Si yo lo pudiera definir como mamá, se siente como un gran juego en el cual vas avanzando y retrocediendo algunos casilleros. Es importante tener una red de apoyo y de contención, e ir turnándose para estar con los otros hijos, descansar, asearse. Es el día a día donde sentís una montaña rusa de emociones pero no podés hacer más que esperar”.
