A lo largo de más de 40 años, Villa Carlos Paz edificó un vínculo singular con el turismo estudiantil. Lo que inició como una experiencia incipiente, se transformó con el tiempo en uno de los motores más estables, previsibles y estratégicos de la economía turística local y regional.
En la actualidad, este segmento no sólo sostiene meses completos de actividad fuera de la temporada estival tradicional, sino que explica buena parte del crecimiento de la infraestructura y multiplicación de la oferta de servicios.
La temporada va desde agosto a diciembre y este año hubo un repunte en la actividad. Se calcula que se alcanzarán números previos a la pandemia para llegar a los 100 mil estudiantes en Carlos Paz en 2025.
La relación entre Carlos Paz y los viajes estudiantiles se consolidó a partir de la década de 1980, cuando comenzaron a llegar las primeras delegaciones escolares, principalmente de nivel primario.
La cercanía con los grandes centros urbanos, la accesibilidad vial, la seguridad y una oferta recreativa en expansión fueron claves para que el destino ganara terreno frente a otras plazas turísticas.
Con el correr de los años, el fenómeno creció en volumen y se profesionalizó. Actualmente, poco más de un tercio de los 350 hoteles que tiene la ciudad trabajan de manera directa con contingentes estudiantiles, aunque el impacto real alcanza a muchos más establecimientos y servicios.
“Todos los hoteles de tres y cuatro estrellas están trabajando con este segmento. Las empresas de turismo estudiantil ya buscan más categoría, precio y servicio”, explica el Gustavo “el Ruso” Vogel, referente del sector, con actividad en establecimientos como Eleton Resort y la disco Keops.

Vogel aporta una dimensión histórica del proceso. “Desde el ’86 hasta ahora creció un 1.000%. Carlos Paz invirtió muchísimo para recibir turismo estudiantil. Cuando llegan los chicos, labura todo el mundo: quioscos, locales, bares, hoteles. Es un verdadero derrame del turismo”, afirma.
Y asegura que esa cosecha no se limita al casco urbano. El turismo estudiantil se convirtió en uno de los pilares económicos más relevantes de Carlos Paz y todo Punilla, con un impacto regional que alcanza a localidades como Malagueño, Bialet Massé, Tala Huasi, Cuesta Blanca, Icho Cruz y Mayu Sumaj.
Transporte, excursiones, parques temáticos, espectáculos, comercio minorista y servicios médicos forman parte de una cadena que se activa durante varios meses al año, con niveles de previsibilidad poco frecuentes en la actividad turística.
Más que una segunda temporada
Para quienes trabajan en el rubro, la comparación con el verano queda incluso corta. “Es más que una temporada de verano. Se trabaja todo el año. Las empresas ya tienen vendido 2026”, señala Vogel.
El esquema de financiación resulta clave para sostener la demanda. En ese sentido, el operador advierte algunos movimientos en el mercado. “Quizás el año que viene baje un poco la demanda del nivel secundario, por la propuesta de Brasil. Pero el primario sigue muy fuerte. Carlos Paz siempre fue tendencia en primaria, como Bariloche en secundaria. Para 2026, el primario aumenta un 10%. El secundario quizá baje entre 10% y 15%, pero siempre se termina equilibrando por el dólar”, dice el operador.
La competitividad del destino, según Vogel, está directamente ligada a la reinversión. “Carlos Paz es el destino que más invirtió en estructura. El chico que viene en primaria vuelve en secundaria y tiene que encontrar algo nuevo: boliches, excursiones, servicios. Por eso la ciudad creció tanto”, sostiene.
Esa lógica explica buena parte de la evolución urbana y turística de Carlos Paz en las últimas décadas, con complejos hoteleros renovados, parques temáticos, propuestas nocturnas y excursiones diseñadas para el público estudiantil.
Andrés García, de los hoteles Domus, describe una temporada atravesada por la incertidumbre, aunque con señales claras para quienes trabajan con estudiantes. Consultado sobre el peso del turismo estudiantil en la balanza de los segmentos que tiene Carlos Paz en su oferta, García es contundente. “Para los que trabajamos con estudiantes, es más importante que el verano. No digo que sea mejor, porque está segmentada: no todos los hoteles ni los restaurantes participan. Pero para quienes estamos dentro, es una temporada que da certidumbre. Nunca falla. Son entre 50 y 70 días de ocupación asegurada”, remarcó.
Tras un año particularmente complejo, el sector muestra signos de recuperación. “Este año hubo un recupero cercano al 20%. El año pasado fue crítico porque las empresas vendieron con cláusulas de ajuste que la gente no estaba acostumbrada. Este año volvieron a vender en cuotas fijas y eso levantó la demanda. Para el año que viene ya se ve un crecimiento marcado”, anticipa.
Para García, el fuerte del destino sigue siendo el segmento primario. “Somos especialistas. No hay mercado que se compare con Carlos Paz. Los chicos se alojan en hoteles cuatro estrellas, con servicios similares al turismo individual: buffet, todo incluido, complejos recreativos, cobertura médica y, sobre todo, un índice de seguridad muy alto”, destaca.
El impacto también se refleja en los parques y atractivos recreativos. Para Enzo “Pollo” Gómez, dueño del parque temático Mundo Cocoguana, el turismo estudiantil es fundamental para sostener la actividad anual.

“Es un público que garantiza volumen, previsibilidad y movimiento constante. Permite planificar, invertir y mantener equipos estables. Sin el turismo estudiantil, muchos emprendimientos no podrían sostenerse todo el año”, entiende.
El parque está ubicado sobre la autopista Justiniano Allende Posse, en el ejido de Malagueño, y cuenta con instalaciones que reciben a miles de chicos todos los años.
La visión oficial
Desde el sector público, el presidente de la Agencia Córdoba Turismo, Darío Capitani, destaca que el turismo estudiantil “es un producto estratégico para Carlos Paz y para toda la provincia”. El funcionario remarca que se trata de una industria organizada, con estándares de calidad, controles y una enorme capacidad de generar empleo directo e indirecto en múltiples rubros.
A cuatro décadas de sus primeros pasos, el turismo estudiantil dejó de ser un complemento para convertirse en una columna vertebral del desarrollo turístico de Carlos Paz y el valle de Punilla.
Con demanda anticipada, reinversión constante y un derrame económico que excede los límites de la ciudad, el segmento se consolida como uno de los motores más sólidos del turismo cordobés, incluso en contextos de incertidumbre económica.






















