La consultora Pórtico 8 produjo un informe analizando el impacto de las importaciones en el empleo. Según los resultados, Shein y Temu son gigantes internacionales que en el último año crecieron el triple en ventas. Poseen una compleja infraestructura que combina envíos instantáneos, ofertas internacionales y precios bajos. Llegaron a desplazar a multinacionales líderes en el consumo, como Amazon o Mercado Libre.
El impacto directo en Argentina se traduce a que, según la Cámara Argentina de la Indumentaria (CIAI), ocho de cada 10 empresas sufrieron retrocesos cercanos al 30% en los últimos dos años. También, hay 1.500 empleados menos por mes en el rubro. Los comercios locales no compiten solamente con los precios internacionales: hay que pagar alquileres, salarios, servicios. A esto se suma la modalidad de compra ecommerce, que ofrece la posibilidad de adquirir productos desde casa y con envío gratis. La capacidad de respuesta y competencia nacional, entonces, está atada de pies y manos.

La desocupación en el sector indumentario
El ámbito de la vestimenta es grande en Argentina. Emplea a 539.000 personas y tiene diversos subrubros. Sin embargo, a inicios de este año solamente aumentó un 1% en promedio, a diferencias de las importaciones asiáticas que facturaron casi 94 millones de dólares en el último mes. La CIAI calificando la situación como un “industricidio”, que amenaza con destruir miles de empleos y quebrar cientos de industrias en toda la cadena textil.
En contraparte, las empresas courier, especializadas en la entrega rápida y segura de paquetes y documentos, crecieron exponencialmente. Los envíos desde estas aplicaciones alcanzaron más de 400mil entregas entre enero y mayo de 2025. En términos indumentarios, el consumo argentino prefiere adquirir productos de afuera.

La modalidad del “se compra y se tira”
Desde que el fast fashion y las microtendencias empezaron a ser una temática frecuente se habla del daño ambiental que ocasionan. Artículos de tecnología, de textiles, de calzado se fabrican con fechas de caducidad programadas: cuanto más cercanas, más rentables. El nivel de desechos es tal que supera al que produce el transporte marítimo y el aéreo juntos. Según la ONU, el sector moda es responsable del 8% al 10% de las emisiones globales de CO2.
Shein y Temu, protagonistas del escenario del desecho, fabrican productos que duran menos de un año. Solo un pequeño porcentaje que ronda el 5% de lo que producen puede reciclarse.
Países europeos, sobre todo Francia, ya implementan políticas públicas para regular el daño ambiental ocasionado. Esta región occidental cobra impuestos ecológicos, restricciones publicitarias y etiquetado obligatorio sobre la huella ambiental de las prendas.
Latinoamérica responde al “fast fashion”
Las cámaras de la indumentaria de Argentina, Brasil y México se organizaron regionalmente para articular proyectos de ley que busquen proteger la industria local y garantizar la seguridad de los consumidores. Lo central de la propuesta, inspirada en la acción francesa, consiste en establecer un período de verificación para las prendas importadas, controladas inicialmente por la Anmat, que asegure que no contengan sustancias tóxicas ni generen contaminación ambiental.
La regulación del comercio indumentario internacional pretende exigir a las multinacionales los estándares de producción que se implementan en la industria doméstica.
A nivel nacional, el Gobierno ejecutó medidas para equilibrar la competencia y fomentar la reducción de precios locales. Según la Secretaría de Comercio, estas decisiones buscan acercar los precios argentinos a los de mercados limítrofes como Uruguay y Paraguay, que tradicionalmente tienen precios más bajos.
*Practicante de la UNC