Este lunes 31 de marzo se definió el cierre definitivo del Aquarium de Mar del Plata, un emblemático parque acuático que durante más de tres décadas fue un referente de la recreación y el turismo en la ciudad. Tras 32 años de funcionamiento, el complejo, que alcanzó su mayor popularidad en los años 90 y principios de los 2.000 con sus espectáculos de animales marinos, cerró sus puertas debido a complicaciones para renovar el contrato de alquiler del predio.
El lugar, ubicado a pocos metros del Faro de Punta Mogotes, deja de existir, lo que genera gran preocupación sobre el futuro de los animales que habitaban en él.
El fin de una era y los problemas contractuales
El Aquarium, que desde su inauguración en 1993 funcionaba en el mismo predio, enfrentaba dificultades desde 2022 cuando su contrato de arrendamiento venció. Durante los últimos tres años, se renovaron los acuerdos por plazos breves, hasta que finalmente no se alcanzó un nuevo acuerdo con los propietarios del terreno, quienes decidieron destinar la propiedad a otros proyectos. En un comunicado oficial, la administración del Aquarium explicó que los dueños del predio, parte de la familia Peralta Ramos, decidieron darle un nuevo destino al lugar, lo que provocó el cierre de la institución.
El predio en cuestión es de gran valor estratégico, con acceso directo al mar, y es una de las zonas más codiciadas para proyectos inmobiliarios. Este factor, combinado con la decisión de los propietarios de la tierra, llevó al cierre del parque.
¿Qué pasará con los delfines?
El cierre del Aquarium destacó una ola de reacciones en grupos animalistas que, si bien celebran la clausura de los espectáculos con animales en cautiverio, expresan su preocupación por el destino de los animales que allí habitan, especialmente los delfines. La organización de protestas y movilizaciones en defensa de los derechos de los animales se intensificó en los últimos días, con demandas para que los animales sean trasladados a santuarios en lugar de ser reubicados en otros acuarios.

En este sentido, la empresa The Dolphin Company, propietaria del Aquarium, aseguró que todos los animales nacidos en cautiverio serán reubicados en otros parques similares, tanto en Argentina como en el exterior. En el caso de los siete delfines que habitan el parque, la firma confirmó que serán trasladados a un oceanario en el Caribe, mientras que otros mamíferos marinos, como los lobos marinos, también serán reubicados, en algunos casos sin necesidad de salir del país.
El futuro de los animales acuáticos
El cierre del Aquarium también significa el fin de su Centro de Rehabilitación de Fauna Marina, que operaba en la zona para ayudar a animales heridos que llegaban a la costa bonaerense. Esta pérdida es significativa tanto para la comunidad local como regional, dado que el centro ofrecía una valiosa labor de recuperación para diversos animales marinos.
Uno de los casos más destacados en el comunicado oficial fue el de la tortuga marina “Jorge”, quien, después de un exitoso proceso de rehabilitación, será liberada en su hábitat natural, cerrando un ciclo de recuperación ejemplar.
Además de los mamíferos marinos, el parque albergaba una gran variedad de especies, desde pingüinos y flamencos hasta peces de diversos tipos. El cierre de este atractivo turístico marca el fin de una era de interacción entre los visitantes y la fauna marina en cautiverio, que, con el tiempo, fue objeto de creciente debate en cuanto a la ética de los espectáculos con animales fuera de su hábitat natural.
La despedida del Aquarium de Mar del Plata
El Aquarium de Mar del Plata se despide con un mensaje de pesar por parte de sus administradores, quienes subrayan que durante más de tres décadas desempeñaron un rol fundamental en la educación, investigación y rehabilitación de la fauna marina. El cierre de este parque no sólo es un golpe para el turismo local, sino también un hito que invita a reflexionar sobre el futuro de los parques de animales marinos en Argentina y el mundo.
El 31 de marzo será recordado como el último día de operaciones de un lugar que, si bien fue un ícono para muchos, también fue cuestionado por su impacto en los derechos de los animales. Mientras tanto, las organizaciones animalistas seguirán luchando por un futuro más ético para los animales que, afortunadamente, tendrán una segunda oportunidad en nuevos destinos que les permitan vivir en condiciones más adecuadas para su bienestar.