Los bautizaron como “Wellderly”: un pequeño grupo de personas mayores de 80 años que conserva plenitud física y mental. Esta subpoblación, descubierta hace casi veinte años, representa lo opuesto al envejecimiento, a la mayoría de los adultos mayores, quienes suelen convivir con al menos dos enfermedades crónicas diarias.
“Tienen mejor ADN”, fue la primera hipótesis que surgió. Pero, al secuenciar los genomas de 1.400 integrantes del grupo, no aparecieron diferencias relevantes con la población general.
Los estudios muestran que los Wellderly mantienen un patrón de comportamiento: estos “superabuelos” son más activos, sociables y, en promedio, tienen mayor nivel educativo.
“Que los genes no sean el factor decisivo es una excelente noticia: significa que casi todos podemos retrasar la aparición de enfermedades”, señala el cardiólogo Eric Topol, y un “rock-star” de la medicina molecular.
Cinco factores claves que resaltan su trabajo:
1. Levantar pesas (o al menos el bolso del súper): lo novedoso que propone es la dimensión del plus que aporta la fuerza muscular. Muestra que dedicar una hora semanal al entrenamiento de resistencia reduce 25% el riesgo de muerte por cualquier causa. Además mejora el sueño, la densidad ósea y hasta el ánimo. No hay un “número mágico” de kilos a levantar: cuanto más fuerte esté el cuerpo, mejor resiste el paso del tiempo.
2. Ponerle horario fijo al sueño: dormir poco y hacerlo a destiempo eleva el riesgo de cáncer, ACV y demencia. La regularidad es clave: un meta-análisis detectó que quienes alteran su rutina nocturna sufren mayor mortalidad global. Topol cuenta su propio experimento: logró cuadruplicar su dosis de sueño profundo simplemente acostándose siempre a la misma hora, sin pastillas mágicas.

3. Blindar la salud mental: El estrés crónico adelanta la cascada de dolencias. La buena noticia es que el antídoto es barato: media hora semanal en un espacio verde reduce depresión e hipertensión.
La interacción social también es medicina: los wellderly ganan por goleada en redes de amigos y actividades comunitarias. “Cuanto más nutrido es el círculo social, menor es la probabilidad de enfermar”, resume el autor.
4. Test y dispositivos: con moderación y sentido crítico: El mercado de longevidad crece con exámenes de saliva y sensores que miden la salud.Topol, en cambio, es escéptico: son caros y su precisión aún está en pañales.
De igual forma, acepta que en un futuro cercano estos análisis se abaratarán y, combinados con algoritmos de riesgo personalizados, podrán guiar intervenciones tempranas. Mientras tanto, los trackers sirven como brújula, pero no reemplazan las decisiones de fondo: moverse más, comer mejor, descansar bien.
5. Desconfiar de los gurúes que venden frasquitos: en redes abundan los “longevity influencers” que recetan cocktails de suplementos sin aval +clínico. Topol es tajante: “Si el influencer te quiere vender una pastilla, deja de seguirlo”.
Datazo sobre el envejecimiento
Cada década extra de vida saludable tiene un impacto económico comparable al de un boom tecnológico, según estimaciones del Banco Mundial. El bonus track: las mismas conductas que protegen al individuo alivian la carga de los sistemas de salud.
Por qué interesa
Argentina envejece a ritmo acelerado y las ciudades comienzan a repensar la longevidad como oportunidad. Entender que la genética no es destino abre un terreno fértil para políticas públicas orientadas a la prevención y, sobre todo, para decisiones cotidianas al alcance de cualquiera.
En otras palabras: no necesitás una mutación épica para ser un super-abuelo. Alcanzará con sumar repeticiones en el gimnasio, apagar las pantallas a horario y organizar el asado del domingo con amigos. Porque, como dice Topol, la verdadera píldora anti-edad “no se compra en la farmacia; se construye día a día”.