Una tesis de Arquitectura de la Universidad Católica de Córdoba propone recuperar el ex Molino Río de la Plata como un espacio público y cultural. El proyecto, desarrollado por el arquitecto Agustín Mauro, propone reciclar el edificio industrial abandonado y convertirlo en un centro cultural, gastronómico y de servicios.
El ex Molino Río de la Plata es un edificio ubicado en el límite este del Centro de la ciudad de Córdoba. Fue construido en 1890 por la empresa Molinos Río de la Plata, una de las más importantes del país en la época. El molino funcionaba como una harinera y producía harina para consumo local y exportación.
El edificio estuvo en funcionamiento hasta 1980, cuando fue cerrado por la empresa. Desde entonces, el molino ha permanecido abandonado y en estado de deterioro.
La propuesta de Mauro plantea un nuevo contrato espacial, una nueva vinculación de la ciudad con el río Suquía. Esta no será solo visual, sino una experiencia que reimagina el sitio como un catalizador físico, social y cultural que pueda unir en lugar de dividir a la ciudad de Córdoba.
Para ello, el proyecto propone dotar al edificio de programas de uso mixto, partiendo de la creencia de que estos son la clave para comunidades urbanas fuertes.
En las plantas superiores, espacios de usos flexibles darían lugar a exposiciones de arte, espacios de coworking, una mediateca, talleres de inserción profesional y producción cultural, salas de exposiciones, espacios para danza, pintura y cerámica. En la terraza se propone ubicar un restaurante y mirador de la ciudad.
El proyecto redefine también la transición entre el espacio exterior y el interior, difuminando los límites y creando así una atmósfera de verdadera conexión con su entorno. Para lograrlo, una plaza cívica en desnivel atraviesa el subsuelo del edificio y conecta la vereda con la nueva orilla del río Suquía.
La actitud frente al patrimonio es la de una reutilización adaptativa. Se busca mantener el edificio en la medida de lo posible, haciendo ajustes o adiciones requeridas para cumplir con las medidas de seguridad. Las adiciones exteriores se materializan en acero corten para mezclarse con el tono rojizo de la fachada de ladrillo.
Las nuevas losas interiores, soportadas por un nuevo sistema de columnas de acero, se terminan a unos 60 cm antes de tocar las paredes exteriores, como símbolo de respeto hacia lo preexistente.
