Un nuevo estudio publicado en el European Journal of Preventive Cardiology demuestra que seguir una dieta saludable impacta de manera positiva en el metabolismo y en el riesgo de enfermedades cardiometabólicas, aunque no haya pérdida de peso visible.
La investigación fue realizada por científicos de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, Estados Unidos, y la Universidad Ben Gurión de Israel, quienes analizaron a 761 personas con obesidad abdominal en Israel que participaron en tres ensayos clínicos de largo plazo.
Los participantes siguieron dietas como la mediterránea, mediterránea verde o baja en carbohidratos durante un período de entre 18 y 24 meses.
Los beneficios metabólicos más allá de los kilos
Aunque no todas las personas bajaron de peso, sí se observaron importantes mejoras en los llamados marcadores cardiometabólicos. Entre los cambios más relevantes:
- Aumento del colesterol HDL (el “bueno”).
- Disminución de la leptina (hormona del hambre).
- Reducción de la grasa visceral (la que rodea órganos vitales).
Esto se traduce en un menor riesgo de enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión y afecciones cardiovasculares, incluso sin cambios en la balanza.
La investigadora principal, Anat Yaskolka Meir, explicó: “Nos han enseñado a pensar que sin perder peso no hay salud, pero este estudio demuestra lo contrario. Se pueden lograr mejoras reales aunque el peso no se modifique”.
Qué reveló el estudio sobre el peso y la salud
- El 36% de los participantes bajó más del 5% de su peso.
- Otro 36% bajó menos del 5%.
- Un 28% no bajó nada o incluso aumentó de peso.
Sin embargo, este último grupo también mostró mejoras significativas. Muchos eran mujeres o personas mayores, grupos que tienden a perder peso con más dificultad. Aun así, su salud metabólica mejoró notablemente.
Los datos muestran que por cada kilo perdido, aumentó el colesterol bueno, bajaron los triglicéridos, la insulina, la grasa hepática y la presión arterial. Pero lo más sorprendente fue que incluso sin perder peso, se registraron muchos de estos cambios beneficiosos.
La biología también influye: no todo es fuerza de voluntad
Otro hallazgo clave del estudio es que la respuesta al cambio de alimentación no es igual para todas las personas.
Mediante herramientas de análisis genético se identificaron 12 sitios específicos de metilación del ADN que podrían predecir qué personas están biológicamente predispuestas a perder peso a largo plazo.
La autora correspondiente, Iris Shai, destacó: “No todo se reduce a disciplina. Hay una base biológica que estamos empezando a comprender”.
La salud no siempre se mide con una balanza. Mejorar marcadores internos puede ser más importante que reducir talles. Además, las dietas no son universales.
