El costo de alimentarse en Córdoba continúa escalando, planteando serios desafíos para las familias. Según un relevamiento del Area de Estadísticas de la Defensoría del Pueblo, durante octubre de 2024 una familia tipo –compuesta por dos adultos y dos niños en edad escolar– necesitó entre $ 14.897 y $ 32.322 por día para preparar las cuatro comidas de la jornada.
Mensualizado, dicho gasto sumó $ 580.000, lo que representó el 63% del ingreso neto promedio de un trabajador registrado en la provincia de Córdoba.
El promedio diario de gasto para la elaboración de los cuatro menús (desayuno, almuerzo, merienda y cena) fue de $ 19.365. A la semana, dicho gasto sumó $ 135.557. Y al mes, $ 580.962.
De acuerdo al informe, el menú más caro de la semana (considerando almuerzos y cenas) fue el asado con ensalada, gaseosa y vino, que para los cuatro integrantes requirió un gasto de $ 20.426,19. En tanto, el más económico fue el de fideos con salsa roja (sin carne), que insumió $ 3.049.
Entre los desayunos y meriendas, los costos por cada preparación rondaron entre los $ 1.700 a $ 3.300 por preparación.
Por ejemplo, un lunes la familia de referencia comienza el día con un desayuno compuesto por leche, café, pan integral, queso crema y banana, con un costo de $ 3.198. Al mediodía, las milanesas de pollo con ensalada y jugo en polvo incrementan el gasto diario en $ 6.714. Por la tarde, una merienda que incluye mate cocido, manzana, pan francés y queso fresco, suma $ 1.935 al presupuesto. Para la cena, un plato de fideos con salsa roja, pan y jugo agrega $ 3.049 al presupuesto diario. De esta manera, el costo total del día asciende a $14.897, uno de los más económicos de la semana.
El miércoles, el costo se eleva con un desayuno de leche, café, cereales, azúcar y manzana, con un valor de preparación de $ 3.024. El almuerzo de milanesas de carne con ensalada de zapallo, lechuga y zanahoria, más pan y jugo, demanda $ 6.179. En la merienda que incluye yogur, banana, pan integral y queso crema, suma $ 3.492 al gasto diario. La cena, compuesta por un revuelto de huevos con ensalada, pan y jugo en polvo, incrementa el costo en $ 6.208. Así, el miércoles cierra con un gasto total de $18.905.
El domingo representa el día más costoso de la semana para la preparación de la comida, con un gasto total de $ 32.322. El desayuno incluye café con leche, galletas de salvado y queso fresco, con un costo de $ 3.220. Para el almuerzo, un asado con costilla, chorizo y morcilla, acompañado de ensalada, vino tinto y gaseosa, demanda $ 20.426 para los cuatro integrantes. Por la tarde, la merienda de mate cocido, banana, pan integral y queso crema, suma otros $ 2.000. La cena finaliza con pechugas de pollo al horno con ensalada, pan y jugo, agregando $ 6.675 al costo diario.
“Para el relevamiento consideramos menús típicos de las familias cordobesas, equilibrados y revisados por una nutricionista, pero ajustados a lo que se consume habitualmente en los hogares”, explicó Verónica Fernández Lipari, directora del Área de Estadísticas.
La metodología del estudio incluyó el relevamiento de precios en ocho cadenas de supermercados (cuatro en la zona céntrica dela ciudad de Córdoba y cuatro en la periferia), siempre seleccionando el menor precio disponible, pero sin incluir promociones, para reflejar de manera representativa el costo real de los alimentos.
Así es como el costo de la alimentación adquiere un peso cada vez mayor dentro de los presupuestos familiares. Según el informe, el salario promedio neto de un trabajador registrado en octubre ascendió a $ 923.262. Esto implica que las familias cordobesas destinaron el 63% de sus ingresos únicamente a cubrir sus necesidades alimentarias.
El 37% restante debe repartirse entre vestimenta, educación, transporte, salud y otros gastos básicos.
Cambios en los hábitos de consumo
A la par del aumento en el costo de alimentación, otro informe de la Defensoría del Pueblo reveló cambios significativos en los hábitos de consumo de los cordobeses. Según el estudio, el precio se posiciona hoy como el factor determinante para elegir tanto el lugar de compra (72,3%) como los alimentos a consumir (41,1%).
Esta situación llevó a que el 98,6% de los cordobeses implemente estrategias de ahorro. Entre las más comunes están la búsqueda de ofertas (90,2%), la comparación de precios entre negocios (75%), el cambio hacia marcas más económicas (79%) y la reducción del desperdicio de alimentos (80,6%).
El impacto más alarmante de esta situación económica es la caída en el consumo de productos esenciales para una dieta balanceada. Un 43,8% de los encuestados admitió haber reducido la compra de carne vacuna, mientras que entre los hogares con mayores dificultades económicas este porcentaje se disparó al 71,2%.
El pollo, principal sustituto de las carnes rojas, también registró una caída del 55,8%.
La disminución fue aún más pronunciada en alimentos como frutas y verduras, donde más del 60% de los hogares de menores ingresos reportaron haber reducido su consumo. “Aunque el pollo puede reemplazar a la carne en términos proteicos, el verdadero problema es la falta de frutas, lácteos y vegetales, indispensables para una alimentación balanceada”, advirtió Fernández Lipari.
El informe mostró también un incremento en el consumo de productos más accesibles pero de menor valor nutricional, como harinas refinadas. Estos alimentos, aunque económicos, ofrecen “calorías vacías” que no aportan los nutrientes necesarios, especialmente para niños en etapa de crecimiento.
La falta de proteínas también afecta el ánimo
La licenciada en Nutrición y máster en Psiconeuroinmunología, Sol Mac Mullen, en dialogo con La Voz explicó que los aminoácidos esenciales presentes en las proteínas son fundamentales para la producción de neurotransmisores que regulan el estado de ánimo, como la serotonina y la dopamina.
”La falta de proteínas puede afectar el estado de ánimo de una persona. Entre los aminoácidos que forman esas proteínas, hay algunos que son esenciales, como el triptófano, la fenilalanina y la metionina. Estos forman parte de varios neurotransmisores, como la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad, y la dopamina, vinculada al placer inmediato”, detalló Mac Mullen.
La experta subrayó que una dieta baja en proteínas puede impactar negativamente en la producción de estos neurotransmisores. “Si hay una baja cantidad de proteínas en la alimentación, esto afecta directamente el estado de ánimo de una persona porque le faltan los precursores para estos neurotransmisores que nos generan felicidad, placer”, agregó.
Sobre las cantidades necesarias de proteínas en una dieta equilibrada, Mac Mullen indicó: “En realidad, no es que hay valores mínimos, sino que hay valores recomendados, y eso tiene que ver con el valor calórico total que necesita una persona en un día”.
Este cálculo, precisó, se realiza según el gasto energético diario y el patrón alimentario que cada individuo sigue, ya sea omnívoro, vegano o con una dieta específica, como la cetogénica. “Lo que se hace normalmente es calcular cuál sería el requerimiento total de energía de cada persona, y estimar el valor calórico total que necesita. Eso se divide en las diferentes comidas y se calculan porcentajes de macronutrientes”, señaló.