La adicción al trabajo, también conocida como workaholism, es un problema silencioso que crece en muchos entornos laborales y que, lejos de ser sinónimo de éxito o productividad, puede derivar en un profundo deterioro de la salud mental y física.
Así lo advierte Juan Carlos Fernández Arias, especialista en psicosociología, quien describe este fenómeno como “una progresiva invasión de todas las esferas de la vida”.
El experto remarca que al principio puede parecer que se tiene todo bajo control, pero con el tiempo el trabajo se convierte en el eje absoluto: afecta el descanso, las relaciones familiares, las amistades y hasta los momentos de ocio.
Cómo distinguir compromiso de adicción
Una persona puede ser altamente eficiente y estar comprometida con su labor sin que eso signifique una adicción. La diferencia clave está en el equilibrio. Responder un correo fuera del horario laboral es muy distinto a revisar compulsivamente el celular, llevar el trabajo a la cama o sentirse culpable por no contestar al instante.
“El comportamiento adictivo aparece cuando la desconexión se vuelve imposible”, señala el especialista. Algunos indicadores típicos incluyen: prolongación crónica de la jornada laboral, ansiedad o irritabilidad por no trabajar, aislamiento social y un estado emocional deteriorado que afecta otras áreas de la vida.
Las consecuencias invisibles del exceso
Aunque muchas veces se normaliza o incluso se celebra la hiperproductividad, las consecuencias pueden ser graves. A largo plazo, el workaholism puede desencadenar:
- Trastornos de ansiedad o depresión.
- Alteraciones del sueño.
- Abandono de hábitos saludables (mala alimentación, sedentarismo).
- Problemas familiares o rupturas de pareja.
- Mayor riesgo de adicciones y enfermedades físicas.
En algunos casos, las personas llegan a pedir ayuda recién tras colapsar, sufrir un accidente laboral o verse forzadas a frenar por completo.
Por qué cuesta tanto desconectar
La tecnología es una de las grandes aliadas… y enemigas. Los dispositivos móviles permiten estar siempre conectados, y la cultura de la inmediatez refuerza la idea de que no responder rápido es sinónimo de irresponsabilidad o desinterés.
“Los sistemas digitales unifican el trabajo y la vida personal en un solo dispositivo. Esa mezcla, sumada a la presión social de estar siempre disponible, genera una angustia que alimenta el ciclo de adicción”, explica Fernández Arias.
Qué pueden hacer las empresas (y cada persona)
El especialista insiste en que es urgente promover una cultura laboral saludable, con protocolos de desconexión digital, educación emocional y límites claros. También destaca la importancia de incluir la psicología dentro de las estrategias de prevención de riesgos laborales.
Las recomendaciones clave para empresas y trabajadores son:
- Fomentar el respeto por los horarios de descanso.
- Establecer límites en la gestión digital.
- Evitar premiar la disponibilidad total.
- Brindar acceso a asistencia psicológica.
- Educar en salud mental desde todos los niveles jerárquicos.
La adicción al trabajo se puede revertir
La buena noticia es que no se trata de un camino sin salida. Con diagnóstico precoz y apoyo adecuado, es posible recuperar el equilibrio entre vida personal y laboral.
“El psicólogo en prevención de riesgos puede anticiparse a muchos cuadros de adicción. Hoy contamos con herramientas para ayudar a las personas a trabajar con compromiso pero con salud, cabeza clara y relaciones sanas”, concluye Fernández Arias.