Las personas con diabetes son especialmente vulnerables a los efectos del calor debido a su predisposición a la deshidratación y a la alteración en los mecanismos de regulación térmica del cuerpo.
Según los especialistas, estos pacientes enfrentan riesgos como hiperglucemia, deterioro renal y golpes de calor.
Sucede que los mecanismos de contrarregulación en pacientes diabéticos son más lentos, lo que los expone a deshidrataciones rápidas y a aumentos peligrosos en los niveles de glucosa. Esto puede derivar en complicaciones severas como enfermedades renales crónicas o incluso convulsiones.
Señales de alerta: cómo identificar un golpe de calor o hiperglucemia
Los síntomas que deben vigilarse incluyen:
- Hiperglucemia: sed excesiva, visión borrosa, fatiga, dolor de cabeza, y en casos graves, fiebre superior a 40 °C, náuseas o alucinaciones.
- Golpe de calor: piel enrojecida, respiración acelerada y desorientación.
La combinación de estas condiciones puede ser peligrosa, especialmente en adultos mayores con diabetes, cuyo centro cerebral de la sed puede no funcionar de manera efectiva.
Recomendaciones para un verano seguro
- Hidratación constante. Consumir agua regularmente y evitar bebidas alcohólicas o azucaradas. Alimentos ricos en agua, como melón o gazpacho, son grandes aliados.
- Conservación de insulina. Mantenerla en lugares frescos para evitar que pierda eficacia.
- Ejercicio físico moderado. Realizar actividades como caminar o nadar en las horas de menor calor, siempre acompañadas de una correcta hidratación.
- Planificación alimentaria. Seguir métodos como el “método del plato” y optar por preparaciones que reduzcan la carga glucémica, como dejar enfriar arroz o pasta antes de consumirlos.
La importancia de una dieta adecuada
Lourdes de la Bastida, nutricionista, destaca que una alimentación equilibrada y bien planificada puede marcar la diferencia en el control de la diabetes. Utilizar guías visuales o balanzas para medir raciones ayuda a mantener la estabilidad glucémica, especialmente en comidas fuera de casa durante las vacaciones.
“Un plato balanceado y la anticipación a la deshidratación son clave para evitar complicaciones en verano”, concluye De la Bastida.
Igor Romaniouk, nefrólogo, aclara que el seguimiento médico es indispensable. Tanto endocrinólogos como nutricionistas pueden ajustar las pautas de alimentación y medicación a las necesidades específicas de cada paciente. Así se pueden prevenir complicaciones y disfrutar del verano de manera segura.