Aunque muchas personas no lo saben, la hipertensión arterial o presión alta es una de las principales causas de muerte evitables en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) afecta a más de 1.280 millones de personas adultas y más del 46% de ellas no están diagnosticadas.
El gran problema de esta enfermedad es que suele no dar síntomas hasta que ya causó daño en el corazón, los riñones o el cerebro. Sin embargo, existen algunos síntomas comunes que pueden ser una señal de alerta y que deben llevar a consultar con un médico para medir la presión y, de ser necesario, iniciar tratamiento.
Síntomas comunes de la hipertensión que no deben ignorarse
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos y la Fundación Argentina de Cardiología, estos son los síntomas que podrían indicar una presión arterial elevada:
- Dolores de cabeza frecuentes y sin causa aparente.
- Mareos o sensación de inestabilidad.
- Zumbido en los oídos (tinnitus).
- Visión borrosa o manchas delante de los ojos.
- Dolor en el pecho o sensación de opresión.
- Latidos cardíacos irregulares o palpitaciones.
- Falta de aire al hacer esfuerzos leves.
Es importante destacar que estos síntomas no siempre se deben a la hipertensión, pero si se presentan de forma persistente o combinada, ameritan una consulta médica urgente.
Por qué es tan silenciosa

“La hipertensión es una enfermedad silenciosa porque en la mayoría de los casos no causa molestias hasta que el daño ya está hecho”, explica Fernando Botto, cardiólogo del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). “El único modo de detectarla a tiempo es tomarse la presión regularmente”.
Qué valores de presión se consideran altos
Según las guías de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) y la American Heart Association (AHA), se considera hipertensión cuando la presión sistólica (el número más alto) es igual o superior a 140 mmHg y/o la presión diastólica (el número más bajo) es igual o superior a 90 mmHg.
Factores de riesgo y prevención
Entre los factores de riesgo más comunes están:
- Edad mayor a 50 años.
- Obesidad o sobrepeso.
- Dieta rica en sal y grasas.
- Sedentarismo.
- Estrés crónico.
- Consumo excesivo de alcohol o tabaco.
- Antecedentes familiares de hipertensión.
La buena noticia es que la hipertensión se puede prevenir y tratar con cambios en el estilo de vida y, en caso necesario, medicamentos. Reducir la sal, hacer actividad física, controlar el peso y evitar el alcohol y el cigarrillo son la clave.