En octubre de 2021, la familia de Juan (es un nombre ficticio para preservar la identidad del niño) comenzó un calvario que dura hasta el día de hoy. El estudiante llegó del colegio con un gran número de útiles rotos y con golpes de patadas en su cuerpo, todo signos de haber sufrido bullying.
“Hablé con los padres, pero se ofendieron y justificaron la actitud de su hijo. Intenté abrir el diálogo no sólo por el bienestar de mi hijo ante un caso de bullying, sino que también lo pensé por el reto de los compañeritos”, contó Pamela, la madre del niño agredido.
Las conductas agresivas y de acoso se repitieron en el grado y en los recreos. Hasta que este año Juan volvió a ser golpeado por el mismo compañero. Pamela relató que si bien la Dirección citó a los padres involucrados, “minimizó los hechos”.
“Toda la violencia y la burla hacia mí y hacia mi hijo viene de la casa. Y la solución que me sugirieron fue pedir el pase para cambiarlo de colegio, o pasarlo a otro turno. Y los padres del compañerito de mi hijo alertaron que iban a pedir las mismas medidas que le aplicaran a su niño para nosotros”, dijo la mujer con indignación.
Resignación ante el bullying
Llena de disconformidad, la madre retiró del colegio por el lapso de 10 días a Juan. Pero, a pesar de su decisión de cambiar al hijo de escuela, no consiguió matrícula en otra institución educativa próxima.
“Espero que todo esto se pueda resolver. Esto desencadenó que mi nene se autolastimara. Se arrancó las uñas de los pies, tuvo ataques de llanto, se mostró alterado y la directora no nos dio una solución”, aseguró.
Pamela también agregó que la maestra le avisó que su hijo no había sido el único agredido en el aula. Según la madre, el mismo niño agresor habría golpeado, a cachetadas, a una compañera. “La solución que esperábamos era un abordaje más amplio o un cambio de colegio para el otro niño”, comentó.
Los padres del otro chico, evaluó la madre, no se hicieron cargo de la actitud agresiva que había adoptado su hijo. “En estos casos es necesario que los adultos no nos pongamos a la defensiva y reconozcamos el problema”, pidió.
A raíz de los hechos traumáticos que vivió Juan, el niño asiste a terapia psicológica. “En cierta oportunidad, le bajaron los pantalones en el baño y lo golpearon en sus genitales. Y sabemos que en la escuela hay niños más grandes, de quinto grado, que también agreden a sus compañeros”, señaló.
Por este caso, a la familia se le informó este lunes que la directora interviniente había sido separada de su cargo. “Esperemos que un nuevo docente ahora haga algo”, expresó todavía desconfiada la mamá.
