Esta semana, el Colegio Pio X vivió una fiesta para conmemorar 120 años al servicio de la educación de niños y niñas de la ciudad de Córdoba.
El inmenso patio de una manzana icónica de barrio Alberdi fue el epicentro de un acto en el que se repasó el legado de la institución en la educación de los cordobeses y sus desafíos a futuro.
Al evento se sumaron autoridades eclesiásticas y municipales además de toda la comunidad educativa salesiana.
“El Pio busca ser una familia, un espacio de crecimiento y contención para cientos de niños y adolescentes que sueñan con un futuro mejor”, explicó Adrián Botta, director de la Obra Salesiana Pío X de Córdoba.
Con un alumnado cercano a los mil alumnos, el colegio late en la historia de la educación de Córdoba desde hace más de un siglo, adaptándose a los cambios pero con el mismo carisma salesiano elegido por las familias.
Más de un siglo de historia
La historia de la congregación fundada por Giovanni Melchiorre Bosco, más conocido como don Bosco, en la ciudad comenzó el 11 de marzo de 1905 cuando el sacerdote Juan Bautista Gherra, acompañado por Pedro Tantardini y Luis Larralde llegó a la Capital para dar inicio a una obra educativa y pastoral.
Se asentaron en un terreno al límite del Centro aledaño a la flamante Plaza Colón. “Ese sector de la ciudad tenía la fisonomía de un barrio periférico”, agregó Botta. La Congregación de los Padres Salesianos adquirieron la parcela y colocaron la piedra fundamental de todo el complejo. Se pensó en fundar un colegio de artes y oficios. Ese mismo año se construyeron los talleres y una primera capilla.

Con el paso de los años la esquina de Rodríguez Peña y 9 de Julio quedó chica para los proyectos de la Obra. Se construyeron más aulas, el patio y se inició la construcción de un templo para la advocación de María Auxiliadora bajo las órdenes del sacerdote y arquitecto José Vespignani.
En 1971 se inauguró la actual iglesia, aunque siguieron los trabajos hasta 1983. Finalmente en 2010 se realizaron trabajos de restauración y remodelación.
Un hogar
“El Pio X es mi segunda casa. Desde el primer día me abrazó María Auxiliadora y el sistema preventivo salesiano”, contó Susana Salia.
Cuando era estudiante del profesorado de Lengua, Literatura y Latín en el vecino “Carbó”, Susana observaba como su hermano, alumno del colegio, volvía “lleno de alegría”. Más adelante un profesor –quién también era rector del Pio X– le propuso realizar una suplencia por 15 días y durante 33 años habitó sus pasillos y enseñó a miles de sus estudiantes.
Salia consideró que el método educativo desarrollado por la Congregación Salesiana aún hoy “es muy actual”. El mismo busca que el adulto-educador-formador tenga oficio en la educación y sea una persona cercana al estudiante. Además las actividades lúdicas, recreativas, deportivas y artísticas son esenciales como así también la práctica de la oración.

“Muchos adolescentes están solos o tienen carencias afectivas y/o materiales. Por lo que el encuentro vital con ellos y darles amor, son claves para construir los hombres y mujeres del futuro”, añadió la ex docente.
El patio, espacio de encuentro
El patio es un factor clave en la enseñanza salesiana. Desde partidos de fútbol, mates con compañeros a la tradicional “Semana de la Juventud”, los recuerdos en esas baldosas se vuelven imborrables.
“Es el corazón, el pulmón del colegio”, sostuvo Damián Santa, quién egresó en 2004 y tiempo después volvió al colegio como docente. “El Pio X no es solo un lugar de formación académica sino un lugar de integración. Sabíamos que teníamos un espacio, podíamos ir fuera de horario a la tarde, compartir un rato, charlar con un preceptor o un hermano”, dijo.
Diversidad y desafíos
Para el coordinador general de la pastoral Sergio Gauna, el Pio X es un espacio de encuentro y de convivencia que comprende una gran variedad de realidades.
El colegio tradicional del Centro de la ciudad dio lugar a la inclusión de familias de migrantes que habitan el barrio lo que posibilitó una diversidad cultural que enriqueció la propuesta educativa. Además desde hace unos años la inclusión de las mujeres amplió la matrícula ajustándose a la demanda de las familias.

Haciendo alusión a una frase del Papa Francisco, Gauna consideró que el Pio X es una institución “de diferentes pelajes” en la que más allá de las tensiones que existen en cualquier sitio, se puede convivir y crecer en armonía.
Hoy, 120 años después, miles de jóvenes y adultos continúan viviendo el carisma salesiano a través de distintas propuestas en casas salesianas ubicadas en toda la ciudad más allá del Pio X: existen otras tres escuelas (San Antonio de Padua, Domingo Savio e ITS Villada), parroquias, grupos juveniles, centros de formación profesional y residencias universitarias.
Los entrevistados coincidieron que el colegio ha realizado cambios pero aún le quedan otros por delante: mantener la educación personalizada, fortalecer la convivencia, realizar mejoras edilicias y promover más educación tecnológica.
“Hoy en el Pio X se puede dialogar de la ESI y de un montón de otras cosas”, advirtió Salia.
Para Gauna la incidencia de los valores salesianos puertas afuera del instituto también es una apuesta a futuro. “En la última semana de la juventud pudimos realizar una visita y una donación a un comedor a 20 cuadras del colegio y los chicos volvieron muy motivados”, concluyó.