El sorprendente vuelo de Carlita al ser liberada en el parque nacional Quebrada del Condorito dejó en evidencia que la reinserción de aves como el cóndor andino es un ejemplo de supervivencia, de rescate y de trabajo de especialistas en la temática.
Pero además de ello, con el uso de tecnología se puede obtener información importante para conocer aún más esta especie, símbolo de las Sierras Grandes de Córdoba, y su desenvolvimiento en la naturaleza.
Con apenas seis meses de vida, Carlita, la pequeña cóndor que lleva el nombre del lugar donde fue rescatada –el patio de una casa de San Carlos Minas, al noroeste de la provincia–, se recuperó en el centro de rescate y rehabilitación Tatú Carreta.

Una vez sanada, fue liberada en diciembre de 2024 en el parque nacional y desde entonces su vuelo se convirtió en el primero en ser registrado con un rastreador satelital en Córdoba. “Es la primera vez que se usa esta tecnología en esta especie”, aseguró a La Voz María Ahumada, a cargo del centro de rescate.
Hace unos días le siguieron Pocha, rescatada de la Pampa de Pocho, y Rosita, que apareció en Villa de Las Rosas, dos cóndores adultos que también fueron recuperados en Tatú Carreta, y junto con Carlita son los tres primeros en contar con un dispositivo electrónico.
“En cada proceso de rescate se involucran muchas personas. Los cóndores son aves emblemáticas que equilibran la naturaleza porque son basureros, ya que se alimentan de animales muertos. Son nuestros aliados”, indicó Ahumada.
Los rastreadores satelitales y su papel en la conservación
La colocación de rastreadores satelitales en los cóndores se transformó en un hito en la protección de esta especie en la provincia de Córdoba.
Los tres transmisores fueron donados por el equipo de investigación de Sergio Lambertucci, de la Universidad Nacional del Comahue (Unco) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), interesados en estudiar la dinámica de los cóndores en la provincia.
Esta tecnología aporta información relevante sobre el ave: uso de los espacios, rutas de vuelos, sitios de descanso y horarios de alimentación, así como la interacción entre individuos y el impacto del ambiente.
Orlando Mastrantuoni, técnico de campo de Unco-Conicet, expresó a La Voz que la colocación de rastreadores satelitales para la conservación del cóndor forma parte de un proyecto del parque nacional Quebrada del Condorito.

Estos dispositivos, además de permitir rastrear la ubicación y el comportamiento del cóndor, ayudan en estudios sobre la salud de la especie, que está amenazada por factores como la contaminación y la pérdida de hábitat.
Los rastreadores son transmisores satelitales que se posicionan a través de GPS. Se pueden colocar en alas de colibrís y hasta en elefantes. En los cóndores se coloca como mochila en la espalda o en la cadera, porque llevan paneles solares que recargan las baterías, y se les agregan sensores climáticos. La información se descarga en diferentes bases.
Además, garantizan el éxito en la reintroducción de los cóndores en la naturaleza. “La población, en ciertos lugares de Argentina, enfrenta amenazas más serias que en otros, como en la Patagonia, donde la situación es relativamente más estable”, afirmó Mastrantuoni.
El vuelo de Carlita

Los primeros datos relevados de los rastreadores corresponden a Carlita. En 60 días sobrevoló un área de aproximadamente 2.500 kilómetros (los cóndores andinos pueden volar entre 300 y 400 kilómetros por día), el equivalente a cinco veces la ciudad de Córdoba.
Socializó con otros cóndores en el Baño de los Cóndores, una zona del parque usada para ese fin, e hizo lo propio en la Reserva Hídrica Provincial de Achala, en la Quebrada de Batán, en el nacimiento del río Mina Clavero, y en el lago Los Molinos.
Con el rastreador se pudo observar que, al principio, hacía vuelos cortos. Los especialistas observaron que le costaba volar y encontrar comida. Si bien los cóndores soportan ayunos de varios días, en caso de que no se puedan alimentar, desde el parque intervienen acercándoles carroña.
Ya durante la semana siguiente identificaron vuelos más largos y sobrevuelos en la zona de socialización, lo que significaba que se había unido al grupo y que sus pares no la atacaron.
Conservación
Fernanda Fabbio, bióloga del Departamento de Conservación y Manejo del Parque, contó que, al ser un ejemplar juvenil, Carlita era inexperta y no conocía la zona. Por suerte, con el rastreador pudieron saber qué lugares exploraba. Y, al hacerle seguimiento, la localizaron en diferentes lugares.
“Se mueve por las zonas altas, hacia el sur del parque y zonas con ganado. Tuvimos una alegría inmensa cuando vimos que estaba en el Baño de los Cóndores. Ya está integrada a la comunidad y gracias a los rastreadores sabemos que se desarrolla perfectamente”, dijo Fabbio.
En el caso de las otras dos cóndores hembras, la bióloga dijo que Pocha está en la Quebrada de Batán, lo mismo que Rosita. “Ambas adultas hoy están bien y es toda una incertidumbre saber qué van a hacer en los espacios que habitan”, expresó la especialista.

Y sumó que la información que aportan las tres aves sirve para traducirla en pautas de conservación, a las que se puede acceder libremente en la página del parque nacional, que se va actualizando y marca los lugares geográficos por donde vuelan las tres cóndores.
El trabajo es realizado en conjunto por diversas instituciones, además del Ministerio de Ambiente y Economía Circular, de Policía Ambiental, de Unco- Conicet, del parque y de Tatú Carreta, entre otras.
Un estudio más amplio
El proyecto de la Universidad con el parque es mucho más amplio, con el que se pretende marcar a la población para la conservación en su entorno.
“Es una colaboración que hacemos para que la reintroducción sea cada vez más exitosa. Abarca la parte genética, el análisis de la salud de los animales, si están contaminados con plomo o estudios más generales”, subrayó Mastrantuoni.
Y agregó: “Para el caso de los rastreadores que coloca la Provincia de Córdoba en los cóndores que reintroduce y que devuelve a la naturaleza, es muy importante porque aseguran el trabajo que se hace desde el centro de rehabilitación”. Por lo tanto, poder hacer un seguimiento del regreso a su hábitat natural es fundamental para saber cómo está cada animal. “Recién comenzamos con el estudio de la población de Córdoba”, explicó.
Esto evitará que las aves pierdan sus hábitats o disminuyan en número, algo que sucede en el norte argentino por envenenamiento. En el caso de las sierras cordobesas, la extensión ganadera es uno de los factores de pérdida por invasión de hábitat.
“Todavía no podemos decir que la población de cóndores es estable o que aumenta, eso se hace a través de los censos”, finalizó.