Vecinos y comerciantes colindantes al predio de la excárcel San Martín (actual Paseo San Martín) están preocupados por los continuos robos, destrozos y vandalismo que suceden desde hace un año.
La histórica expenitenciaría cumplió 129 años, ubicada entre las calles Videla Castillo, Soldado Ruiz, Paso de Uspallata y Copacabana, de barrio San Martín de la ciudad de Córdoba. En 2019 fue declarado Monumento Histórico Nacional y es además un Sitio para la Memoria, por su rol durante la dictadura militar.
La Provincia recuperó el perímetro del edificio diseñado por el arquitecto italiano Francisco Tamburini, a finales del siglo 19. El espacio de 37.210 metros cuadrados está enrejado y mediante un convenio con el municipio, le cedió el mantenimiento. La superficie intramuros alcanza los 27 mil metros cuadrados.
Durante el día, los vecinos caminan con tranquilidad, pasean a sus mascotas y los niños disfrutan de la plaza de juegos y pista de skate, pero durante la noche –explicaron– la oscuridad gana terreno porque se quedaron sin luces debido a los continuos robos de cables de las farolas que dan a la calle e incluso dentro de la expenitenciaría, a donde ingresan rompiendo alambrados y haciendo boquetes.
También la renovada fachada luce iluminada en un 50% debido al robo de cables y luminarias. “Las reponemos a pulmón con algunos técnicos. Incluso las arrancan de la pared”, contó Facundo Quinteros, integrante de la comisión del centro vecinal.
Durante el fin de semana, en el revalorizado espacio verde funciona una feria de artesanos. Estos también sufrieron robos de sus pertenencias.
Los integrantes del centro vecinal, que se encargan de abrir y cerrar el predio, contaron que ya no saben con qué asegurar las puertas porque adolescentes y adultos rompen los candados una y otra vez para ingresar.
Incluso hace un mes, un joven de 16 años se subió al techo de uno de los pabellones y se cayó sobre el entrepiso de la antigua capilla. Sufrió quebraduras y fue rescatado por bomberos.
En diciembre pasado, los vecinos enviaron una carta al Ministerio de Seguridad solicitándole presencia policial permanente en el lugar y la instalación de cámaras, pero no obtuvieron respuestas.
Este medio se comunicó con autoridades del ministerio, que respondieron que trabajan actualmente en el tema.
Custodia del espacio
El subdirector de Espacios Verdes municipal, Bernardo Riganotto, contó a La Voz que el área tiene a cargo el cuidado y mantenimiento del paseo.
Subrayó que uno de los motivos de ingreso de personas a la excárcel es porque no hay presencia de móvil policial. Pero aseguró que volverán a circular.
“Constatamos daños y robos de farolas y cables subterráneos. Por lo general, las personas que ingresan a vandalizar son adolescentes”, subrayó.
Para el funcionario, el lugar más endeble es la zona de la pista de skate. Y acotó que la solución definitiva es la colocación de chapas en la línea del tejido de alambre.
Por su parte, Facundo Quinteros consideró que el espacio “está en un limbo”. “Cuando la Provincia terminó la obra del paseo, le entregó el predio al municipio, pero este no lo puede cuidar. Entonces, desde el centro vecinal tratamos de preservarlo”, dijo. “Somos los únicos que estamos cuidando el espacio. Solo tenemos la asistencia de Espacios Verdes que ayuda con la limpieza y poda”, agregó.
Preservación de un sitio histórico
Los vecinos advierten sobre la falta de preservación del expenal que comenzó a construirse en 1886 y se inauguró en 1895, y cerró sus puertas en 2015.
Sebastián Acuña, integrante del centro vecinal, aclaró que ellos cuidan la parte del parque pero no los antiguos pabellones carcelarios. “Los espacios históricos están algo abandonados”, sumó.
Sus paredes gruesas y sólidas mantienen la estructura de lo que fue la Unidad Penal 1. En el lugar, el Santo Cura Brochero trabajaba con los presos y celebraba misas. Y allí funcionó mucho después un centro de detención y tortura durante la última dictadura militar.
“Este espacio es un túnel que está bajo tierra, tiene cuatro habitaciones, donde estaban los presos políticos e incluso fueron asesinados. El lugar no tiene ningún tipo de cerramiento”, relató Acuña.
También la cárcel fue protagonista de la impactante revuelta de presos del 10 y 11 de febrero de 2005.
Los pabellones, salas de tortura y celdas, no fueron restaurados, aún quedan restos de papelería, libros, planillas médicas, entre otros testigos de otros tiempos. Ahora, algunos espacios son usados por las palomas y como refugio de zorros.
“Había máquinas de escribir a las que se las llevaron mediante robos hormiga. Los ladrones son los propios vecinos”, sostuvo Acuña.
Algunos proyectos
Los vecinos intentan no perder este espacio que consideran parte de la historia del barrio. Por eso, armarán una asociación civil que les permita preservar los objetos históricos que todavía quedan en el lugar.
Bernardo Riganotto, explicó que hay algunos proyectos para desarrollar en el interior de la excárcel como talleres de economía circular, talleres culturales, entre otros. “Pero para dejarlo habitable se necesita una gran inversión”, destacó.
También planteó realizar una limpieza dentro de los patios internos, intramuros, y desmontar y sacar alimañas.
“Cualquier proyecto tiene que ir acorde al espacio de la memoria e identidad histórica”, resaltó.
Temor
El miedo más grande de los vecinos es que el espacio sea ocupado, si esto sucede –alegaron– ya será un problema más grave. Ahora, tratan de recuperar los baños que sufrieron robos y roturas, y las iluminarias.
“Tenemos acceso al predio por cuestiones de seguridad, pero en la parte de atrás, donde están los pabellones de máxima seguridad, y la pista de skate, solo está alambrado y lo cortan con una pinza e ingresan”, relató Facundo Quinteros.