Hace tiempo que los datos demográficos y epidemiológicos de Argentina y de la ciudad de Córdoba nos presentan un escenario inevitable y urgente: el envejecimiento sostenido de la población. Cada vez son más las personas mayores que viven solas y ven afectada su salud mental y emocional por ello.
Estos cambios obligan a repensar la planificación de los servicios públicos, la movilidad, la salud, la planificación urbana y la organización social. Es en este contexto que la Municipalidad de Córdoba lanzará oficialmente un Observatorio de la soledad no deseada.
El proyecto es desarrollado desde el Instituto de Planificación Municipal (Iplamu) junto a la Secretaría de Salud y la Secretaría de Políticas Sociales y Desarrollo Humano. Su presentación será este martes 8 de julio.
Se trata de una estrategia de intervención focalizada en uno de los riesgos sociales más crecientes y menos visibilizados en la población mayor. Asimismo busca, por primera vez, reconocer y abordar la soledad no deseada como un problema de salud pública y bienestar comunitario.
“El tema no es novedoso a nivel internacional, pero sí en Argentina. Creemos que es el primer Observatorio que se lanza en el país para poder incluir en la agenda de intervención política esta temática que con los años toma forma y presencia”, indicó a La Voz Juan Carlos Mansilla, director ejecutivo del Iplamu.
La modificación de la estructura demográfica provoca un aumento de personas en situación de soledad y muchas de ellas no cuentan con redes familiares, económicas, ni afectivas.
“Ese tipo de soledad genera un sufrimiento que a veces se traduce en sintomatología como depresión y disminuición de la valoración personal o llega hasta el intento de suicidio. Además, el fenómeno habla de una sociedad que desperdicia la capacidad y la calidad de perspectivas que los mayores pueden sumar a la convivencia ciudadana”, remarcó Mansilla.
Qué es la soledad no deseada
La soledad no deseada no se debe entender como una simple falta de compañía ya que se trata de un padecimiento subjetivo que muchas veces no coincide con la soledad física.
Implica una experiencia profunda de desconexión emocional, afectiva y social que se relaciona con la aparición o agravamiento de trastornos físicos y psicológicos, el deterioro en la calidad de vida y un aumento del riesgo de muerte prematura.
“Técnicamente la soledad no deseada se define como la brecha que hay entre la expectativa personal de tener relaciones emocionales y afectivas que me resultan satisfactorias y aquellas que en realidad termino teniendo. Esa brecha tiende a crecer con el paso de los años”, precisó el psicólogo.
De todas formas, la soledad no deseada no es una patología en términos de salud mental, aunque sí puede derivar en sintomatología de este tipo. “A lo sumo podemos decir que es una patología social, ya que estamos abandonando un sector de la población”, sumó el especialista.
Que tareas tendrá el Observatorio
En medio de este panorama, surge la creación del Observatorio con el objetivo de trabajar en un diagnóstico y establecer una mirada científica de la problemática, algo de lo que Córdoba hoy carece.
En ese sentido, el espacio propone “poner datos, voz y rostro” a una situación invisibilizada y generar políticas basadas en evidencia. Entre sus funciones estarán:
- Relevar datos cualitativos y cuantitativos sobre el aislamiento social.
- Identificar zonas de mayor riesgo en la ciudad.
- Coordinar acciones con centros de salud, organizaciones comunitarias y universidades.
- Producir informes periódicos para orientar políticas públicas con base empírica.
Su puesta en marcha también busca visibilizar el problema, sensibilizar a la sociedad y construir soluciones comunitarias que fomenten la reconexión, la participación y la inclusión de las personas mayores en la vida social.
El relevamiento estará a cargo del área de epidemiología del municipio y contará con el asesoramiento de profesionales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Además, las Naciones Unidas acompañarán el desarrollo de las investigaciones.
En concreto, se trabajará sobre una muestra poblacional con validez científica de personas de entre 60 y 80 años. Se indagará sobre el modo en que viven la experiencia de la soledad y en encontrar los indicadores de sufrimiento y/o descontento respecto de dicha situación.
Convertir datos en políticas públicas
El desafío de la propuesta no es sectorial sino que “atraviesa a toda la gestión estatal”. Con la información obtenida de las investigaciones se buscará crear políticas públicas intersectoriales que vinculen salud, urbanismo, cuidado, educación y participación comunitaria bajo una “visión de cuidado inclusiva”.
“Necesitamos saber más, conocer mejor, medir con mayor precisión y actuar con mayor sensibilidad. La soledad, entendida como una forma de exclusión social, no puede ser ignorada por ninguna política estatal”, afirmó Mansilla.
Y agregó: “podríamos quedarnos en una misión propia de un observatorio universitario que es la de la creación de conocimiento, pero la idea es traducirlo en políticas públicas específicas que apunten a la conexión social, algo que estamos viendo en otros países”.
“A veces se habla solamente de la perspectiva de derechos humanos o la perspectiva de género y la idea es que podamos empezar a incluir la perspectiva de personas mayores en todo lo que hace a la política pública”, cerró.