La decisión del presidente Javier Milei de retirar a Argentina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se justificó en una atribución directa de responsabilidad a la entidad en los confinamientos que tuvo el país durante la pandemia de Covid-19.
Milei, además, adelantó que incluso irá más allá y acusará a Tedros Adhanom, presidente de la OMS, de violar el artículo 7 del Estatuto de Roma, que condena delitos de esclavitud y actos inhumanos, por “el ejercicio de los atributos del derecho de propiedad sobre una persona” y “otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física”.
Es cierto que el expresidente Alberto Fernández invocó indicaciones de la OMS para justificar la primera cuarentena. De allí en adelante, en cada prórroga o nueva restricción también nombraba a la organización y sus sugerencias para darle fundamento a los decretos.
Vale repasar el único párrafo en el primer discurso por cadena nacional de Fernández que en marzo de 2020 anunció la cuarentena: “Esta decisión no es una vacuna ni una solución milagrosa. Quizás algunos esperan un milagro del estado de emergencia y que todo se resuelva en un minuto, un día, una semana, un mes. Yo no vengo a hacer ninguna promesa imposible ante la emergencia. Nosotros nos apoyamos en el conocimiento de nuestros científicos, los expertos de todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud, la información que nos brindan todos los países. Sabemos, como dije, que en las próximas semanas los casos aumentarán. Pero también sabemos que nuestro objetivo es que el contagio no se dispare de modo exponencial”.
Lo primero que surge, a las claras, es que nadie obligó a Fernández desde la OMS a “encerrar” a nadie, como presenta el caso el Gobierno de Milei. Y existía, en ese momento, un contexto particular, que los expertos consultados por La Voz recuerdan, que permitía entender por qué el país tomó las decisiones que tomó. Medidas mucho más fáciles de criticar con “el diario del lunes”.
Miguel Díaz, exdirector del hospital Rawson, el centro de referencia para enfermedades transmisibles en Córdoba, remarca: “En primer lugar, la OMS puede sugerir, pero no ordena, no tenés la obligación de seguir las directivas. En segundo lugar, hay desinformación en torno a que la OMS sugirió tiempos de cuarentena: sí aconsejó confinamiento, pero no habló de tiempos. Y los tiempos son muy fáciles de analizar hoy con el diario del lunes, y no cuando estábamos sin vacunas, sin saber lo que era la enfermedad, sin tener casos y con un sistema sanitario que no estaba preparado para semejante cosa”.
Sergio Konig, médico cordobés radicado en Chile, donde es profesor y consultor del sistema de salud, también explica que la OMS sólo da recomendaciones, que en pandemia fueron seguidas de muy diferente manera por los mismos países que están adheridos al organismo. “Esto tiene que ver con que en cada lugar la situación era distinta. Por caso, en Suecia, Dinamarca y otros países nórdicos tomaron otra decisión con la misma base de las evidencias mundiales que teníamos, pero con sus propias realidades”.
Pero Argentina no era Suecia ni lo es ahora. “Nos olvidamos del contexto. Argentina no tenía capacidad de respuesta y de movilizar vacunas. No había ni camas con respiradores, ni siquiera reactivos para test al inicio. La OMS no le puso la pistola en la cabeza a nadie, la decisión que tomó cada país tenía que ver con los recursos que tenía para enfrentar el problema”, analizó Konig.
Para el infectólogo Hugo Pizzi, “la OMS tiene para cada enfermedad un comité de expertos que brinda sugerencias de medidas”, pero nada obliga a los países adheridos a cumplirlas o no.
“La OMS compartía información sobre cómo era una enfermedad que se iba conociendo en tiempo real, ayudando a tener evidencias en un campo sin evidencia previa, para ayudar a tomar decisiones”, valoró Konig. “Hay que poner esto en su tremendo valor, si hubiera sido Argentina sola frente a una pandemia el desastre hubiera sido total. La falta de información hubiera llevado a tomar mucho peores decisiones”, remarcó el experto en gestión de la Salud.
Asimismo, Díaz recordó que para el inicio de la pandemia “el Rawson tenía 6 camas de terapia intensiva con respiradores”. Ganando tiempo sin casos, “llegamos a tener 90 camas”, marcó.
“No ponés respiradores, preparás la infraestructura del sistema de gases, revisás la circulación de aire y capacitás un equipo interdisciplinario para atender pacientes graves y críticos en un día. Demoró mucho tiempo y necesitábamos ese tiempo para prepararnos”, afirmó.
“Es muy fácil ir contra la OMS, hablando de ‘cuarentena demencial’, partiendo de un error técnico y de concepto. Cuando el Gobierno repite que sin cuarentena hubiéramos tenido 30 mil muertos en lugar de 130 mil, ¿sobre qué base estadística, médica o científica lo dice? Están mal asesorados o mienten. Sin cuarentena, hubieran sido muchísimas más las muertes”, puntualizó Díaz.
Pizzi reconoce que la OMS cometió muchos errores en pandemia. Pero más que hablar de sugerencias de cuarentena, señala un error en una medida que desaconsejaba el uso de barbijos. “Cuando sale el secretario general y dice ‘dejen de usar el barbijo’, quedamos perplejos porque en la UNC teníamos claro que era clave en la transmisión, la aerosolización, el ingreso del virus por nariz y boca. Poco después se rectificaron, pero en ese momento generó mucha confusión”, recuerda Pizzi.
“Todos consideramos que muchas cosas debió hacer mejor. No estaban preparados. Es criticable que aplicara criterios generales, una recomendación urbi et orbi, pero lo cierto es que dejaba a criterio de cada país saber dónde estaba parado. También se podría haber ordenado la rapidez con la que se avanzó en la vacuna. La gimnasia la adquiere la OMS recién en la segunda ola, cuando empieza a ser más asertiva”, analiza Konig.
La salida de la OMS
Pizzi afirma que para la gente común no habrá impacto en la salida del país de la OMS. Y que en la comunidad científica hay formas de suplir el aporte informativo del ente. “Estamos en otros tiempos, hay información en tiempo real de todo el mundo”, graficó.
“La OMS se fue politizando con el tiempo. Era la organización que reunía el comité de expertos más brillantes del mundo en cada especialidad, pero con el transcurso del tiempo, fuimos notando que se fue politizando la entidad, limitando la parte puramente científica”, consideró el docente e investigador cordobés.
Para Díaz, la salida no es inocua. “Más allá de la presión de la industria farmacéutica y política, la OMS ha tenido una colaboración constante con nuestros países, recibimos mucho más que lo que le aportamos en capacitación, formación de equipos técnicos, programas de trabajo, y drogas, como los tratamientos para VIH que llegaron y se hicieron accesibles porque la OMS hizo convenios para facilitar que se pueda adquirir la medicación”, ejemplificó Díaz.
“Otro tema son las redes de laboratorio para distintos diagnósticos, los estudios de fármacoresistencia, de resistencia antimicrobiana. Muchas cosas en las que las contribuciones superan a los errores que pueda tener la OMS”, remarcó el infectólogo.
“La cuestión de estas decisiones tiene que ver con el desconocimiento de problemas sanitarios importantes que pasan casi totalmente por la salud pública más que por la privada. O sea en el sector privado, con excepciones, poco le importan determinadas enfermedades en relación a diagnóstico, tratamiento y prevención. Igual que con Conicet. Más allá de que se pueden discutir muchas cosas, mejorar, desburocratizar, etc., hay un gran desconocimiento de la salud en términos sanitarios. Por eso también (más allá de lo ideológico) desmantelan la Dirección nacional de Sida que ha sido política de estado, independientemente de los gobiernos, su mantención y función. Aquí también OMS/OPS han tenido amplia cooperación. Y desde Córdoba participamos durante 7 años (desde el 2004 al 2010) en proyectos específicos financiados por el Banco Mundial, a través de ONUSIDA, perteneciente a OMS”, criticó Díaz.
Konig dice que puede entender la decisión de Estados Unidos de retirar aportes económicos muy significativos para obligar a que se reordene el financiamiento de la entidad, que es lo que cree que está buscando, en el fondo, Trump.
“Lo que no puedo entender es que un país que está en el otro extremo, que no es una potencia productora de tecnología de salud ni farmacéutica y que en pandemia gozó del beneficio de que la OMS generara que se liberaran patentes para tests de Covid, reniegue del multilateralismo y crea que pueda prescindir de ese aporte, valerse por sí mismo. ¿De qué soberanía hablan? Acá hay un error de fondo, sos parte del mundo, te llegan aviones de todos lados y cuando haya una nueva amenaza o crisis de salud vas a necesitar del resto”, analiza.