Darío Lopérfido, exdirector artístico del Teatro Colón y exministro de Cultura, habló públicamente sobre la eutanasia luego de haber sido diagnosticado con esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Desde Madrid, donde reside desde hace años, sostuvo que “vivir es un derecho y no una obligación” y defendió la posibilidad de acceder a la asistencia médica para morir cuando la vida se transforma en sufrimiento irreversible.
Lopérfido contó su diagnóstico en julio de 2025 y días atrás publicó un texto en la revista Seúl titulado “Tener ELA es una mierda”, en el que reflexiona sobre el impacto de la enfermedad y el alivio que le genera saber que en España la eutanasia es legal. “No he decidido recurrir a ella todavía, pero saber que está a mi disposición me tranquiliza”, escribió.
La ELA es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta las neuronas motoras del cerebro y la médula espinal. Provoca una pérdida gradual de la movilidad, dificultad para hablar, tragar y, en etapas avanzadas, para respirar. No tiene cura y su evolución es irreversible.
“Vivir no debe ser obligatorio”
En diálogo con Infobae, Lopérfido explicó por qué considera fundamental el derecho a decidir el final de la vida. “Cuando una persona solo tiene dolor y horror por delante, y está en pleno uso de sus facultades mentales, no se la puede obligar a vivir”, afirmó. “La vida no puede convertirse en una tortura impuesta”.
El exfuncionario señaló que la existencia de una ley de eutanasia en España influyó desde siempre en su mirada sobre el tema. “Es tranquilizador saber que existe la posibilidad”, dijo, y recordó que profundizó su reflexión tras la muerte del escritor y periodista Carlos Alberto Montaner, quien accedió a la eutanasia legal en Madrid en 2023.
El impacto personal de la enfermedad
Lopérfido describió cómo la ELA transformó su vida cotidiana. “No creo ser la misma persona. No hablo bien, no camino bien, no tengo vida social. El cuerpo se vuelve una cárcel”, expresó. Al mismo tiempo, destacó que aún puede sostener actividades intelectuales como leer, escribir, escuchar música y ver películas.
Uno de los aspectos más difíciles, según relató, tiene que ver con su hijo Theo, de cinco años. “Me duele pensar que su recuerdo de mí sea el de un padre enfermo”, escribió en Seúl. Reconoció que evaluó la eutanasia cuando el deterioro comenzó a avanzar, pero decidió seguir adelante tras hablarlo con su pareja y comprobar que todavía podían compartir tiempo juntos.
El debate pendiente en Argentina
Consultado sobre la situación en la Argentina, Lopérfido sostuvo que falta instalar el debate social y político. “Hace falta que quienes están sufriendo lo pidan y que haya legisladores que se animen a tratar el tema”, afirmó. Recordó que Uruguay ya cuenta con una normativa en discusión avanzada y consideró que se trata de una ley que “respeta profundamente al que sufre”.
Actualmente, en el Congreso argentino hay al menos seis proyectos de ley sobre asistencia médica para morir, con estado parlamentario tanto en Diputados como en el Senado. Ninguno llegó aún al recinto.
Lopérfido señaló que el debate suele demorarse por resistencias culturales y religiosas. “Es una ley para aliviar el sufrimiento, no para imponer nada”, remarcó.

























