Dos noticias se entremezclan y relacionan por estas horas. Por un lado, un proyecto de ordenanza en la ciudad de Córdoba que impulsa un monumento a las víctimas de la pandemia. Por otro, un informe que demuestra la creciente agresión que sufren los profesionales de la salud en sus puestos de trabajo.
Si bien la iniciativa del concejal Lucas Balian está orientada a todos los fallecidos por Covid-19, quienes más expuestos estuvieron fueron los agentes de salud. No hay que olvidar que poco se sabía al principio sobre las vías de transmisión de este virus impredecible. Y el tiempo que tardó la Organización Mundial de la Salud en reconocer el rol fundamental de los aerosoles en el contagio. Y aunque las vacunas se desarrollaron en tiempo récord, durante el primer año de pandemia los profesionales trabajaron sin chistar sin esa inmunidad
Lejos quedaron los aplausos a los profesionales de la salud y el silencio que enlutaba al país, todas las noches a las 9. En Córdoba, 121 agentes perdieron la vida por causa del Sars-Cov-2 (según un relevamiento del Ministerio de Salud provincial). De ellos, 55 fueron médicos, según el registro del Consejo que los aglutina.
Profesionales de uno y otro sexo que hoy son agredidos en las guardias son los mismos que vienen luchando contra un virus impredecible. Los hospitales son un reflejo de lo que pasa en la sociedad. Cuando afuera la cosa está caldeada, ni la escuela ni los centros de salud quedan al margen. Figuras que antes eran intachables para una familia, como el médico del pueblo o la maestra del grado de los niños, ahora también son flanco de batalla.
Andrés de León, expresidente del Consejo de Médicos de Córdoba, advierte que la violencia en la salud es un problema con varias aristas. Por un lado, una población sometida a largas esperas, un sistema de salud con una atención primaria debilitada y un personal agobiado. ¿Por qué hablamos de atención primaria? Porque si los dispensarios funcionaran, no debería llegar a la guardia de un hospital un paciente que necesita una receta para un medicamento.
En el Consejo de Médicos funciona un observatorio de violencia. Primero arrancó con una encuesta, luego con un call center donde cada matriculado podía efectuar su denuncia, y ahora está previsto ampliarse. Se prevé armar una vigilancia por hospital, atendiendo sus particularidades. No es lo mismo un centro polivalente que una maternidad.
Las esperas no son exclusivas de los hospitales públicos. Las clínicas también registran demoras en las guardias. Sin embargo, en el sector privado las descargas de los pacientes se atenúan.
Los profesionales que atienden las guardias son los más expuestos. Por eso, la asociación que los agrupa está pidiendo desde hace tiempo refuerzo policial en las salas de espera. Aseguran que la custodia suele estar en la puerta de los establecimientos. Y que los efectivos policiales llegan tarde, después de que la agresión se consumó.
Ariel Espinosa, presidente de la Sociedad de Medicina Interna de Córdoba, sostiene que la mayoría de los pacientes no sabe discernir cuándo un problema de salud es grave, moderado o leve. En emergentología existen códigos rojo, amarillo y verde que deben ser aplicados según la complejidad. Sin embargo, “las personas están acostumbradas a pedir por guardia atención médica urgente, gratis y sin esperar”, sostiene.
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Espinosa en persona sufrió una agresión meses atrás en el hospital Misericordia, de la Capital provincial. Ante el llamado insistente a la guardia, abrió la puerta y se encontró con una mujer que pedía atención urgente para su hijo. El paciente –cerca de 30 años– tenía antecedentes de policonsumo y agresiones. Como presentaba fiebre, el médico les explicó que tenían que ingresar por el sector de febriles. Mientras argumentaba que la pandemia no terminó y los pacientes febriles deben ir por un circuito diferenciado, recibió un golpazo en la cara, que le voló los lentes y por poco, los dientes.
El nivel de tolerancia de una persona que desde años viene sufriendo un desgaste emocional, con varios frentes abiertos, no es el mismo que quien tiene todo resuelto. Por eso, el Consejo de Médicos prioriza la asistencia emocional y la asesoría legal de sus matriculados. Además, planifica una capacitación a policías, para que sepan discernir entre un código rojo, uno amarillo y uno verde. El objetivo es frenar las ansiedades de los pacientes que no consultan por urgencias.
Desde los aplausos de 2020 a los golpes de 2022 hay un largo trecho. ¿Qué habrá pasado en el medio, para que aparezca esta reacción tan ambivalente?