Con los testimonios de las enfermeras Cecilia Calderón, Mariana de Aragón y Liliana Ríos se desarrollla este miércoles la 19° jornada del juicio por las muertes de bebés en el hospital Materno Neonatal de la ciudad de Córdoba.
Será la última audiencia en esta semana, porque desde febrero el juicio tiene tres audiencias por semana.
Calderón es enfermera asignada al Centro Obstétrico del Neonatal. Sobre la guardia del 6 de junio informó: “Nos llamó la atención que esa noche llaman por teléfono por un bebé que estaba empeorando en la sala de recuperación, nos pedían que nos ayuden y pasaron 15 minutos y suena de nuevo el teléfono, que por favor colaboremos porque otro niño se había complicado. Y fuimos a asistir. Fue bastante caótico el hospital”.
“Se dijeron muchas cosas, que podía ser la enfermera Brenda, nosotros no lo podíamos creer”, contó. Aclaró que es común que se alcen a los bebés para ayudar a las mamás, aunque no sean enfermeras neonatólogas.
“Se comentaba que estaba mucho tiempo sola, los padres decían que tenía mucho contacto con bebés, que si lloraban los llevaba a otro sector”, dijo sobre Agüero.
Y relató que otra compañera, quien también declarará este miércoles, la vio tocando un bebé que estaba en su sector y la sacó de allí: “no podés estar acá porque este es mi sector”, le dijo. Dijo que estaba revisando el cordón umbilical, sacándole la ropa a uno de los bebés.
Como en otros varios testimonios, contó que Brenda siempre estaba con camiseta debajo de la chaqueta, algo que luego se pensó como un indicio que ocultaba algo, “como una aguja”. Brenda, en su declaración al inicio del juicio, tomó varios minutos para decir que no usa nunca remeras mangas largas. El defensor de Agüero, Juan Manuel Riveros, repreguntó para saber quién había dicho esto. Y buscó precisar si estaba vestida así cuando compartían horas de trabajo, algo que la testigo ratificó.
Calderón contó también cómo en un caso fue felicitada por un médico por advertir un síntoma. “Es como que se quería hacer notar”, dijo. Fue cuando detectó una bradicardia. “¿Le salvó la vida?”, indagó el abogado de Agüero. “Sí, y la felicitaron”, contestó la enfermera.
Dijo también que la gestión de la exdirectora Liliana Asís no fue buena. Que no permitía el regreso de los familiares en el momento del parto y que eso hubiera sido muy bueno. “Fue bastante indiferente, como minimizando cosas”, dijo Calderón y provocó que Asís moviera su cabeza, como negando y hablando en voz baja con su abogado presente.
Calderón, que tiene 26 años en el puesto, dijo: “en tantos años, jamás pasó esto, no es cierto lo que dijo Brenda Agüero en una entrevista que las muertes sucedían desde hacía mucho tiempo”.
Y aseguró que no volvió a suceder. En el medio, se cambio la infraestructura y se autorizó la entrada de familiares en todos los sectores. Dijo que no se enteró que alguien había hecho una denuncia. Y ante la repregunta del defensor de Alejandro Escudero Salama, Claudio Orosz, confesó que todo lo que declaraba era “por comentarios” de otras colegas.
Testimonios de jornadas de caos
“Cuando pasan cosas como estas en un hospital de alta complejidad, es como un terremoto. Queda todo patas para arriba”, expresó la médica neonatóloga Angelina Galetto, quien brindó su testimonio en la mañana de este martes en la Cámara Séptima de Tribunales II.
La profesional brindó su relato sobre lo vivido durante dos guardias: la del 23 de mayo –cuando muere el bebé I.N.B.G.– y la del 6 de junio, cuando fallecieron dos recién nacidos y otros dos son investigados por posibles secuelas.
Galetto ingresó como residente en el hospital Materno Neonatal en 2018, fue jefa de residentes y en 2022 fue médica contratada, encargada de la recepción de bebés en el centro obstétrico.
En su extensa alocución, contó que regresó de sus vacaciones en mayo del 2022 y en ese momento se sospechaba de insectos en incubadoras, ya que se habían encontrado pacientes con pinchazos y cambio de coloración en la piel.
La del lunes 23 de mayo “fue una guardia común” y sin complicaciones hasta las 20. En ese momento, cuando transitaba el pasillo, la profesional escuchó gritos de llanto en el internado común donde se encuentran las madres sin complicaciones. Esos sonidos le llamaron la atención.
Ahí se entera, por una enfermera, que un recién nacido se encontraba en mal estado. La profesional constata que el niño estaba mal, cianótico e hipotónico. Se trataba de I.N.B.G., hijo de Julieta Guardia.
El pequeño fue trasladado a la terapia intensiva, donde se constató bradicardia y se intentó una reanimación con un masaje cardíaco.
Galetto contó que el procedimiento de reanimación duró aproximadamente 45 minutos, más que lo habitual y que algo le llamó la atención: el bebé no tuvo respuesta inmediata al procedimiento. Aclaró que no es común que este tipo de pacientes no tengan ningún tipo de respuesta cuando se lo intenta reanimar.
Para descartar malformaciones cardíacas, los profesionales realizaron un electrocardiograma y constataron latidos lejanos, algo compatible con un taponamiento cardíaco.
“Los médicos tenemos un razonamiento clínico. Lo que primero pensamos son diagnósticos presuntivos”, comentó la profesional.
Galetto agregó que solicitaron a la mamá que realice la autopsia, pero “entiendo que en su momento no quiso”.
La médica agregó que la glucemia del bebé era baja, pero que no se llegó a pedir análisis de laboratorio.
En la segunda mitad de su testimonio, Galetto se refirió a la guardia del 6 de junio, cuando acontecieron dos de las muertes que se investigan y otras dos supuestas lesiones en recién nacidos.
La profesional relató que, después de las 10.30, una enfermera se acercó al centro obstétrico con una bebé en brazos, en alerta, y le dijo que la niña no estaba bien. “Era Brenda Agüero, que es una enfermera de obstetricia”, agregó.
Se trataba de A.G.C.R., hija de Yoselin Rojas, que falleció el 6 de junio a las 16.30.
La niña fue evaluada y se constató que estaba en paro cardíaco. Al ser una urgencia, el equipo de médicos realizaron una “reanimación avanzada”, que consiste en maniobras y una canalización para que la recién nacida pueda salir del paro cardíaco.
Galetto sostuvo que este caso también le llamó la atención porque la paciente no se recuperaba. La bradicardia se sostenía, pese a la medicación y las maniobras que recibía. Fue trasladada a terapia intensiva, según relató.
Al no constatarse “una causa de muerte aparente”, contó que se dirigió –junto con Valeria Quiroga– a la unidad judicial que está al lado del hospital para hacer una denuncia.
“Sabíamos que adentro se prendía fuego el hospital. Nuestras compañeras estaban pasando por una situación crítica”, comentó la profesional.
Galleto contó que, a las 22.30, una vez que llegaron de la comisaría, hubo un segundo llamado de emergencias. Otro bebé que estaba internado en sala común no se encontraba bien. Se trataba de M.M., hija de Brisa Molina, que falleció el 7 de junio. La niña también estaba sufriendo un paro cardíaco y bradicardia extrema.
Esa misma noche, la profesional recibió otro llamado por otro bebé que estaba grave. Al desvestirlo para comenzar con la estimulación, se constató una lesión importante en la región costal izquierda, que se extendía hacia el tórax y la espalda. Era una mácula violácea, como si fuera un moretón. La profesional contó que, en un primer momento, se sospechó que la lesión se debía a una quemadura por un elemento de calefacción. Se trataba de P.M., hija de María Fernanda Martín, nacida el 6 de junio y dada de alta el 22 de ese mes. “Yo recibí a esa niña. Cuando la levanté apenas nació, no tenía nada en la espalda”.
La niña fue trasladada a terapia. Según su relato, los análisis de laboratorio constataron que el nivel de potasio en sangre era de 13, muy por encima del valor normal. El electrocardiograma también mostraba signos de una hiperpotasemia.
Finalmente, la neonatóloga contó que durante la madrugada se presentan autoridades del hospital. Que la guardia ya estaba desbordada. Llegan autoridades del hospital y revisan cama por cama cada una de las habitaciones de los bebés. Allí se detecta a M.T., hija de Ludmila Torres. La niña tenía hipoglucemia y pasó a terapia intensiva.
Abogados defensores de las madres consultaron si esos casos no ameritaba una ampliación de la denuncia judicial. La profesional dijo que ya estaban las autoridades del hospital en la institución.
Agregó que, al ser un centro de alta complejidad, son comunes los casos de hipoglucemia. Por lo general, hijos de madres diabéticas tratadas con insulina o no detectadas en los controles de embarazo.
En busca de hipótesis
La segunda testigo que prestó testimonio este martes fue la neonatóloga Silvana Cagliero, quien hoy se encuentra jubilada. La profesional brindó detalles sobre lo sucedido los días 18 de marzo, 26 de abril, 11 de mayo y 6 de junio del 2022.
“Cuando ocurrieron los primeros casos, siempre se pensó en causas médicas. Se estudió la vitamina K y se puso la lupa en los efectos que pueda llegar a tener el Covid-19 en el embarazo. Todo estaba en investigación”, informó.
Sin embargo, después del 6 de junio, a partir del fallecimiento de A.G.C.R. –con la denuncia en la unidad judicial–, contó que fue convocada por la coordinadora del comité de seguridad del paciente, Adriana Moralez. Ahí comentó que tres o cuatro eventos que se investigaban –tanto por muertes o descompensaciones de bebés– habían sido advertidos desde un principio por la misma enfermera: Brenda Agüero.
Finalmente, el obstetra Ariel Carretero contó cómo fue su guardia del 6 de junio, cuando le tocó asistir a Yoselin Rojas.
“Lo que vivimos ese día fue espantoso. No es habitual ver bebés en ese estado, sin antecedentes de enfermedades previas”, informó.
El médico contó que, después de la descompensación de esa bebé, continuaron trabajando en el centro obstétrico. “Dimos conocimiento a mi jefe y mi jefe avisa a sus superiores”, remarcó.
Coincidió en que –en un primer momento– se barajó la hipótesis de una falla en uno de los lotes de vitamina K. Sin embargo, después de lo que pasó el 6 de junio, “eso no tenía mucho sentido”.
“Imaginé que alguien pudo estar provocando todo esto, pero es sólo una suposición”, finalizó.