La planta depuradora de líquidos cloacales de barrio Inaudi, ubicada en la zona sur de la ciudad de Córdoba, es demolida. Fue un símbolo de la falta de planificación urbana y de la desidia de los funcionarios municipales: nació porque los habitantes de la zona quedaron inundados en aguas servidas, y su funcionamiento estuvo marcado por los desbordes y por el escaso tratamiento.
Así, terminaba contaminando las aguas del arroyo La Cañada, que atraviesa el área más poblada de la Capital, y provocando un riesgo sanitario de gran magnitud.
La planta de Inaudi dejó de funcionar en 2019, cuando los barrios que atendía fueron conectados a la red que lleva los líquidos a la Estación Depuradora de Aguas Residuales (Edar) de Bajo Grande. La demolición permitirá la devolución del predio saneado a sus propietarios.
La construcción de la planta de Inaudi respondió a la necesidad de solucionar los problemas generados por la subida de las napas freáticas y por la consecuente contaminación en los barrios aledaños.
En el año 2000, los vecinos de la zona, cansados de la contaminación y de los desbordes cloacales, instalaron un “inodoro gigante” como símbolo de protesta. La planta fue inaugurada en 2006, tras una larga lucha de los vecinos afectados por las inundaciones y por la contaminación.
A pesar de su construcción, la planta no funcionó como se esperaba. Desde sus inicios, generó múltiples problemas, incluyendo olores nauseabundos, desbordes de la red cloacal y la proliferación de moscas y mosquitos.
Los vecinos denunciaron la falta de mantenimiento y el incumplimiento de acuerdos entre la Municipalidad y la Provincia. Asimismo, la planta recibía líquidos industriales sin tratar, lo que alteraba el proceso de depuración y causaba mayores problemas de contaminación.
Solución a medias
Según explicaron desde el municipio, la planta era una estación depuradora de aguas residuales similar a Bajo Grande. Su diseño era el de un sistema biológico tradicional, con cámaras de rejas para la remoción de sólidos gruesos, sedimentadores, un sistema de tratamiento biológico y una cámara de cloración antes de la descarga del efluente.
La planta tenía una capacidad de tratamiento de cinco mil metros cúbicos diarios. Sólo para comparar, la Edar de Bajo Grande procesa ocho mil metros cúbicos por hora. Los líquidos, luego del proceso, eran arrojados al canal Anisacate, que desembocaba en el arroyo La Cañada.
La depuradora de Inaudi fue diseñada para atender las necesidades de 12 mil habitantes de los barrios Santa Rosa, Comercial, Carbó, Parque San Antonio e Inaudi.
Sin embargo, también receptaba líquidos de otros barrios que no estaban dentro de su área de cobertura. Esta sobrecarga, sumada a las fallas en el mantenimiento y al ingreso de líquidos industriales, llevaron a que la planta funcionara casi al límite de su capacidad.
Durante los años en servicio, se reiteraron los desbordes en la zona. Los momentos más críticos fueron durante la gestión de Daniel Giacomino, cuando se sucedían las faltas de insumo y de mantenimiento en las instalaciones.
Por entonces, los centros vecinales de la zona denunciaban los problemas de desbordes y los olores persistieron. Incluso, la presencia de líquidos industriales de colores extraños.
La falta de cloro, un elemento indispensable en el tratamiento de líquidos cloacales, fue otro de los problemas denunciados, lo que implicaba el arrojo de efluentes tratados con deficiencia.
En 2010 y en 2011, la planta atravesó su momento más crítico con desbordes y contaminación constante. Federico Kopta, biólogo del Foro Ambiental de Córdoba, advirtió que las fallas de la planta podían provocar la aparición de la bacteria Escherichia coli en La Cañada.
Esta bacteria es indicadora de contaminación fecal reciente. Kopta también lamentó que el río Suquía recibiera “picos de contaminación” por los desechos que se arrojaban a La Cañada.
Cierre y demolición
En los años posteriores, las quejas fueron disminuyendo, aunque todavía se detectaban altos niveles de contaminación en La Cañada.
La solución llegó con la megainversión que realizó el Gobierno provincial en la construcción de los colectores cloacales y en la nueva planta de Bajo Grande. En 2019, el ducto que llegaba a Inaudi se conectó a la colectora sur, un caño de diámetro 700, mediante un bypass que desafectó el ingreso del efluente a la planta.
Así, todo el caudal se sumó a la nueva colectora.
Y, en diciembre pasado, comenzó la demolición de las instalaciones para devolver el predio saneado a sus propietarios.
El secretario de Desarrollo Urbano municipal, Diego Peralta, señaló que la ejecución presenta un avance del 60%, y que debe completarse en el transcurso de febrero.
En el predio no debe quedar ningún rastro de la planta. Incluso, se retiraron tres camiones llenos de barros cloacales que habían quedado en el sitio y que fueron derivados al enterramiento de Piedra Blanca.