El estrés es un fenómeno complejo que afecta tanto la mente como el cuerpo. Para comprenderlo mejor es esencial diferenciar entre los dos tipos de estrés más comunes: el eustrés y el distrés.
Mientras que el primero puede ser beneficioso en dosis adecuadas, el segundo tiene efectos perjudiciales sobre la salud, lo que hace fundamental aprender a reconocer y gestionar ambos.
Eustrés: el estrés que impulsa a crecer
Flavio Calvo (MN 66869), psicólogo y experto en el manejo del estrés, explica que el eustrés es el tipo de estrés positivo, el que ayuda a desarrollarse y a enfrentar desafíos de manera saludable.
“El eustrés es un motor para la acción, un estímulo que, si se maneja correctamente, puede fomentar el crecimiento personal, la creatividad y el éxito profesional”, señala el especialista.
Según Calvo, el eustrés se puede clasificar en tres áreas según su intensidad y el desafío que representa.
- 1. Eustrés máximo: cuando la actividad se vuelve excitante y desafiante
Este tipo de estrés se presenta cuando las actividades, aunque interesantes, se vuelven muy exigentes. Esto incluye trabajos de alta demanda, deportes extremos o actividades de alto riesgo.
Aunque estas situaciones pueden ser abrumadoras, proporcionan un sentido de logro y satisfacción cuando se superan.
- 2. Eustrés moderado: desafíos que mantienen el interés y la motivación
Aquí, las actividades siguen siendo estimulantes, pero no exceden los límites de la capacidad de la persona.
Se trata de tareas que impulsan el crecimiento, como un proyecto profesional desafiante o una actividad artística que pone a prueba nuestras habilidades.
- 3. Eustrés insuficiente: cuando la falta de estímulos reduce la satisfacción
En este nivel, el estrés es bajo, lo que puede generar una sensación de falta de propósito. Las actividades, aunque cómodas, no son suficientemente estimulantes, lo que puede generar aburrimiento y falta de motivación.
Distrés: cuando el estrés se convierte en un problema
Por otro lado, el distrés es el tipo de estrés negativo que tiene efectos perjudiciales para la salud. “El distrés, cuando es constante o excesivo, puede llevar a problemas de salud graves como enfermedades cardiovasculares, trastornos psicológicos y un sistema inmunológico debilitado”, advierte Calvo.
El distrés se divide en áreas, dependiendo de su nivel de intensidad.
- Bajo distrés: la falta de desafíos, pero en un contexto desagradable
El estrés en este nivel es leve, pero el entorno en el que se experimenta, como trabajos repetitivos o situaciones de bajo nivel socioeconómico, lo convierte en una experiencia desagradable.
- Distrés tolerable: cuando las demandas superan nuestra capacidad
En esta fase, las exigencias se perciben como abrumadoras, lo que puede generar efectos negativos en la salud, como hipertensión o trastornos musculoesqueléticos. Las personas pueden sentir que no tienen el control necesario para hacer frente a la situación.
- Distrés intolerable: cuando el estrés alcanza niveles peligrosos
Este es el nivel más grave, donde el distrés se vuelve crónico y lleva a condiciones de salud graves como infartos, accidentes cerebrovasculares (ACV) o úlceras. En esta fase, la persona se encuentra al borde del agotamiento físico y emocional.
Cómo reducir el distrés y promover el eustrés
Calvo subraya que la clave está en saber gestionar el estrés y distinguir entre los diferentes tipos. “Es importante reconocer cuándo el estrés se está volviendo negativo y tomar medidas para reducirlo. Al mismo tiempo, debemos buscar generar eustrés, que nos impulse hacia el crecimiento personal y profesional”, recomienda el experto.
Para lograrlo sugiere adoptar prácticas de autocuidado como la meditación, el ejercicio regular, y el establecimiento de límites claros entre el trabajo y la vida personal. Además, fomentar la resiliencia a través del desarrollo de una mentalidad positiva y la búsqueda de desafíos saludables es esencial para manejar el estrés de manera efectiva.
Cada 16 de abril se conmemora el Día Mundial de la Conciencia sobre el Estrés, una jornada que busca hacer tomar conciencia de cómo puede influir en la salud física, emocional y cognitiva y la importancia de reconocer y gestionar este problema que impacta a millones de personas en todo el mundo.