La lluvia, que tanto se necesitaba tras la prolongada sequía en las Sierras de Córdoba, llegó con abundancia en los últimos días de diciembre y también se prolonga en la primera quincena de enero.
En el medio de una temporada de turismo a la que le cuesta arrancar, frenada por la crisis económica en el país, los operadores saben que un par de días de lluvia o frescos son buenos para ciertos servicios pero, a la vez, admiten que los “temporales” largos espantan a los visitantes: el que pensaba en un viaje de cercanía de uno o dos días lo recalcula. Más, en una época en la que cada persona tiene en su teléfono celular alguna aplicación con previsiones climáticas.
En Villa Carlos Paz, el mayor centro turístico cordobés, la relación entre clima y usos turísticos se evidencia cada verano. Cuando se nubla o refresca, la actividad se reduce en paradores junto a ríos y lagos pero se hace, a la vez, más productiva para algunos otros rubros comerciales. Salas de juegos infantiles, complejos de entretenimientos y teatros ven sumar más gente en esos días. También los restaurantes, sobre todo en horarios de almuerzo, y los bares para las meriendas.
Otro rubro que repunta, en esos días, son las excursiones hacia otras localidades serranas.
Para el turista, el día sin sol y calor suele resultar más caro.
Vamos de paseo
Maia y Aldana hacen tiempo en los jardines de la Terminal de Ómnibus de Carlos Paz mientras esperan el bus que los llevará de vuelta a Buenos Aires. Les tocó una semana con varios días de lluvia o nublados y aprovecharon para pasear y conocer.
“Salimos a varios lugares: fuimos a La Falda, a La Cumbrecita, a Icho Cruz y a otros lugares. Tuvimos la suerte que cuando en Carlos Paz estaba feo el clima, a donde fuimos no lo estaba”, explica Maia.
En la espera, armaron sus banquitos y mesitas para jugar a las cartas, una de las actividades más placenteras para tiempos de descanso. “Quizás se gasta más de lo previsto porque pagamos excursiones y eso es más costoso. Pero Córdoba es lindo y no es la primera vez que venimos. El clima permitió entonces que conociéramos otros lugares”, expresó Aldana.
Para los padres de niños pequeños la recorrida por el centro en días en los que no hay playa suele representar un gasto extra. En los “jueguitos” de Carlos Paz, la tarjeta mínima tiene un costo de 300 pesos. Luego, cada “game” va desde los 300 a los 1.000 pesos.
“Generalmente, en los veranos cuando hace calor la siesta es el momento más tranquilo y la afluencia es más fuerte en la noche. Pero en los días de lluvia eso se invierte”, dice Julieta Tonarelli, encargada de New York, el clásico de los “videojuegos” de Carlos Paz.
“En los días nublados o de lluvia hay mucho más movimiento durante la mañana, la siesta y la tarde y a la noche se corta un poco”, detalló. Y agregó: “Al no poder estar en la pileta o en el río, la gente con niños viene para acá”.
Algunas opciones
Algunas son novedad y otros llevan años de actividad. En Carlos Paz y en la región hay una variedad de opciones para la diversión de los más chicos y los más grandes.
Hay alternativas clásicas para días nublados como el Complejo Aerosilla, que abre todos días de 9 a 12.30 y de 15.30 a 20.30. La entrada cuesta 6.500 pesos, los menores de 7 no pagan, los mayores de 60 años pagan 4.500 y los estudiantes 5.500 pesos.
Otra opción es Peko´s Multiparque, complejo ubiocado en la pegada localidad de Villa Santa Cruz del Lago, que cuenta con una gran cantidad de opciones para la diversión en sus cinco hectáreas. La tarifa general es de 8 mil pesos para menores de 4 a 6 años y de los 7 a los adultos pagan 16 mil. Para los jubilados, queda en 8000.
La Casa de Cásper es otro atractivo con historia. Está ubicada en la calle El Redentor 348 y es un lugar “para desafiar la gravedad junto a los chicos y chicas más intrépidos, recomendado para chicos de 7 años en adelante”. El abono de acceso allí cuesta 3 mil pesos.
Teatros y bares
Los teatros suman numerosas ofertas de entretenimiento en esta ciudad. Para asistir, hay que pagar entre 8 mil y 15 mil pesos, según las obras y la ubicación pretendida. En las salas cuentan que en las obras menos taquilleras se nota más el aumento de público en los días frecos.
La gastronomía también ve los cambios. Pamela, de un resto bar del centro de la ciudad, apunta: “Los días de lluvia o nublados se suele llenar de gente todo el centro, y no sólo de noche. Pero este año se ve algo menos, porque la temporada no es tan buena. Estamos esperando que mejore en la segunda quincena. Pero está claro, que, en general, se trabaja más que cuando hay días de sol”.
