Es una mañana muy fría pero eso casi ni se siente en los pasillos y talleres del Instituto Salesiano Villada, de la ciudad de Córdoba.
Los alumnos la combaten con el entusiasmo de compartir lo que saben de electromecánica, electrónica industrial y programación a decenas de personas que se acercaron en la primera visita guiada del ciclo lectivo.
Es una jornada especial en la que el colegio abre sus puertas a futuros ingresantes que, junto a sus padres, recorren el colegio y analizan la posibilidad de cursar en sus aulas.
Este año se percibe una experiencia diferente porque esta escuela recibió en marzo pasado a las primeras alumnas de su historia.
Con más de cinco décadas presente en la oferta educativa de Córdoba, la institución salesiana era uno de los pocos colegios que aún no se habían vuelto mixtos. Sólo cursaron varones, hasta este año.
Sin embargo un proceso de discernimiento de casi dos años que incluyó encuestas, espacios formativos y el asesoramiento de una especialista en coeducación motivaron un cambio que generó una enorme satisfacción en la comunidad educativa y las familias.
“Me encanta el colegio. El año pasado vine a la visita guiada, no conocía nada pero me gustó mucho ver cómo se desenvolvían los alumnos y profesores”, contó Maia en diálogo con La Voz.
Junto a Juliana y Martina compartió como es su experiencia en el instituto, la convivencia con sus compañeros y el proceso de enseñanza técnica.
“Me pareció muy bueno que se haya hecho mixto y darnos la oportunidad. Me siento muy cómoda, los chicos nos tratan muy bien”, dijo.
Juliana también coincidió en la buena relación que se generó con los varones. “A tres semanas del inicio de clases ya nos teníamos confianza y formamos un grupo muy lindo”, expresó.
Martina valoró que es una instancia en la que “todos estamos aprendiendo” y que incluso desde las autoridades “siempre nos preguntan que otras acciones pueden hacer para que nos sintamos cómodas”.
Ella conocía el colegio porque su papá es docente de los cursos más altos y siente que al poder ingresar pudo cumplir un sueño. Contó que él prefirió no entrometerse en su decisión pues también barajaba la posibilidad de acudir a una institución de perfil más humanista. Hoy no se arrepiente de la decisión. “Cada día que entro me siento abrazada”, compartió.
Las tres alumnas coincidieron que no tenían expectativas con respecto al vínculo con los varones y que se dio de modo natural. “Muchos chicos vienen de colegios solo de varones, fue solo enseñarles el modo de compartir con mujeres, pero en sí fue muy fácil”, comentó Maia.
Para Juliana uno de los aportes que trajo la presencia de alumnas en los cursos fue el orden. “A veces estamos pendientes de que acomoden bien los bancos o no dejar pasar una palabrota. Son cosas pequeñas pero que hacen la diferencia”.
Cuando el colegio comenzó a funcionar en la década del 70 en el antiguo seminario de la congregación en la zona norte de la ciudad, jamás se imaginó el crecimiento demográfico que finalmente tendría el barrio Valle Escondido, en donde está inserto.
Un gran número de sus estudiantes viven en los alrededores del establecimiento e incluso de localidades vecinas, como La Calera.
A diferencia de otros colegios que pasaron a una modalidad mixta por un tema de matrícula, la institución salesiana no se mostró preocupada por la falta de alumnado, sino por lo contrario.
Generalmente los interesados duplican el número de ingresantes por lo que el cursillo de septiembre es un factor fundamental para determinar quienes serán los alumnos que finalmente se sumarán al establecimiento.
“Las posibilidades de ingreso a primer año son las mismas para varones y mujeres”, admitieron las autoridades. Actualmente hay 17 alumnas.
Finalmente, Maia se refirió al modo de formación de las materias técnicas. “Nos enseñan de la misma manera, no hay un prejuicio de delicadeza o algo parecido”, concluyó.