M.S.M., el adolescente de 15 años multirreincidente, que hasta ahora generó 20 intervenciones de la Policía, de la Justicia y de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf), se quitó la tobillera electrónica el jueves pasado y desde ese día no se sabe dónde está.
Por este nuevo incidente, la Senaf volvió a pedir a la Justicia Penal Juvenil que se autorice la “medida excepcionalísima” de habilitar su alojamiento en un sector del Complejo Esperanza donde no tenga posibilidad de “externación voluntaria”. En otros términos, que le permita la Justicia a la Senaf encerrar a M.S.M., a quien le queda un mes de inimputabilidad antes de cumplir los 16, para poder encarar un tratamiento psicológico y de abandono de sus adicciones.
Para justificar ese pedido, acompañó el perfil psiquiátrico del joven, en el que se refiere que tiene un comportamiento compulsivo con el robo y que lo hace porque le “causa adrenalina”.
Hasta el momento lo único que contestó la Justicia es el pedido de paradero: hasta que no aparezca, decidir dónde se lo aloja es una cuestión abstracta.
M.S.M. no está prófugo porque no tiene una indicación judicial de encierro, pero sí existe una orden de la Justicia Penal Juvenil de restringir su acercamiento a barrio Marqués Anexo, su lugar de origen, el entorno desde el cual desde enero de este año cometió una variada cantidad de delitos y faltas como asaltos violentos, especialmente contra conductores de aplicaciones de vehículos de viaje, conducción temeraria en huidas y violación de todas las medidas dispuestas por el sistema penal juvenil.
La tobillera parecía, en el caso de M.S.M., la solución al laberinto en el que había entrado el sistema al toparse con el rechazo principista de la Justicia Penal Juvenil a cualquier medida, incluso excepcionalísima, que prive de la libertad a un adolescente no punible.
Julia Reartes, secretaria de la Senaf, negó que el escape haya sido ocultado. Dijo que se informó el propio día de la fuga, el 12 de este mes, a la Justicia. “Desde el primer momento que tomamos conocimiento de la situación fue comunicarnos con el Ministerio de Seguridad y con la jueza en la causa donde le volvimos a requerir de las circunstancias del hecho, que fuera localizado y obtuviera una medida de alojamiento como de manera temporal sujeto a plazos y controles en Complejo Esperanza. Siempre con controles y todas las garantías”, informó la funcionaria.
En ese oficio -al que accedió La Voz- se relata que alrededor de las 21 de ese día M.S.M se bajó del auto que lo llevaba a una actividad vinculada a su tratamiento por consumos problemáticos de drogas.
En comunicación telefónica con los operadores del sistema, la madre del adolescente informó que se habría quitado la tobillera.
El Servicio Penitenciario buscó localizar la tobillera, pero no pudo ser hallado el equipo ni el adolescente, de quien se desconoce su paradero desde hace cinco días.
“Resulta evidente, conforme constancias que obran en el expediente, y tal como constan en los informes profesionales incorporados, que la complejidad del caso requiere de la aplicación de medidas de seguridad que permitan un abordaje adecuado. Se reitera que M.S.M. es un adolescente que no presenta adherencia, a los tratamientos iniciados, y que no toma dimensión del riesgo inminente al cual se enfrenta tanto respecto de su propia persona cuanto hacia terceros. Es así que desde su resguardo se han llevado a cabo todas las acciones tendientes a su protección tal como fuera informado oportunamente, las que han continuado hasta la fecha, siendo dificultoso su abordaje, al punto de requerirse la colocación del dispositivo electrónico, el cual tampoco ha sido suficiente”, describen desde Senaf a la Justicia.
“Robar me causa adrenalina”
Para justificar el pedido de autorización de la medida excepcional de privación de la libertad, Senaf acompaña a la Justicia un resumen de la evaluación psiquiátrica que se hizo del joven. “Durante la entrevista se muestra colaborador, tranquilo, desalineado, desaseado, con alto monto de ansiedad, sostiene la mirada, comprende las preguntas y responde de manera concreta, no se evidencia angustia y la niega, no muestra arrepentimiento de sus actos y los justifica diciendo que ‘robar le causa adrenalina’ y que ‘cuando se pone loco sale a robar´. No mide las consecuencias de sus actos, se rige bajo sus propias reglas, no acata la autoridad y la desafía, escasa tolerancia a la frustración por lo que lo pone en riesgo constante a él y a terceros, se autodefine como impulsivo”, describe el perfil de personalidad.
Y continúa: “Se muestra suspicaz y desconfiado. No se observan y niega alteraciones sensoperceptivas, tiene historial de autolesiones, según dice por la ansiedad, escasa consciencia de enfermedad o de situación, no problematiza el consumo de drogas el cual es diario y constante. Alteración en el ciclo sueño- vigilia, orexia positiva. No tiene proyecciones a futuro. Por lo antes descripto el joven representa un alto riesgo para sí y para terceros por lo que debe comenzar un tratamiento interdisciplinario en salud mental”.
La carta de la Senaf a la Justicia dice que “a pesar de los esfuerzos que puedan realizarse con estas nuevas estrategias las perspectivas de que sean efectivas son escasas debido a las dificultades enunciadas respecto de la falta de conciencia de enfermedad, capacidad de autocrítica, déficit en el manejo de los impulsos, no aceptación de los limites, no acatamiento a las normas de convivencia social, incapacidad para evaluar el daño infringido a otros y a sí mismo, todo lo cual es de difícil abordaje en espacios que requieren la voluntad como condición determinante para poder avanzar”.
Piden que se lo pueda encerrar en el Complejo Esperanza
Es por todo esto que Senaf vuelve a pedir que se permita el encierro del joven en el Complejo Esperanza.
“Por los motivos expuestos, es que reiteramos y solicitamos que al momento de ser ubicado se disponga de manera excepcionalísimamente” su alojamiento en el Complejo Esperanza. “Seguimos conversando respecto a situaciones complejas, hemos requerido a la Justicia el ordenamiento jurídico vigente de menor a mayor, hemos trabajado fuertemente con este adolescente, programas relativos a adicciones, evidentemente sin un espacio institucional que lo contengan de manera adecuada. Cuando se solicitó la medida de tobillera electrónica fue en un marco de control, pero no podemos olvidarnos que no está privado de la libertad. No está sujeto a medidas de seguridad y de control policial”, explicó Reartes.
“En los escasos días que estuvo institucionalizado en el Complejo Esperanza pareciera que fueron los únicos en que pudo desarrollarse alguna acción más efectiva, lo cual puede explicarse no por la situación de encierro sino porque la institucionalidad opera en el psiquismo como un ordenador que permite precisamente limitar y encauzar lo que el mundo externo en el que el joven se desenvuelve no puede. La institucionalidad que tiene restricción de manejo por parte de él, opera, en definitiva, como un lugar de cuidado que le permite ordenarse internamente”, justifica la Senaf.
Y advierte que cualquier otra medida no sería suficiente para este caso. “Resulta evidente que en estas condiciones no es posible su resguardo en el dispositivo en el que se encontraba alojado, ello como resultado del cumplimiento de la orden judicial que establece la medida de restricción que le impide acercarse al barrio en donde residía junto con su familia”, deslinda Senaf.