El fiscal Marcelo Sicardi solicitó este miércoles la prisión perpetua para Néstor Soto, el principal acusado por el crimen de la joven Catalina Gutiérrez, ocurrido en Córdoba y por el cual se está llevando a cabo en Tribunales II un juicio que genera alta expectativa en la sociedad.
’Estamos ante un femicidio’', dijo el funcionario judicial en representación del Ministerio Público y agregó: “Acá hay una sola víctima, no dos víctimas, y la víctima es Catalina Gutierrez”. Y agregó que el acusado “ayer (por este martes) se cansó de mentir, llevando a cabo manotazos de ahogado. Es un lobo con piel de cordero”.
“La víctima es una sola, Catalina Gutierrez, de acá derivan sus papás. Néstor Soto es victimario, solo él es el responsable de dejar de haber sido amigo, de que lo sindiquen en la cárcel, el es victimario. Quiero hacer un reconocimiento especial a Eleonora, Marcelo, Lucía, a sus amigos, no es fácil estar escuchando mentiras, y mentiras pese a que en algunos momentos fue difícil. voy a considerar que fueron leves. Este homicidio concursa idealmente con femicidio. Finalmente la consecuencia de los dos homicidios y esto es uno relativo a la pena, la pena única posible es la de perpetua”, agregó.
El abogado querellante Carlos Hairabedian insistió con incorporar entre los agravantes la alevosía. El acusador privado se inclinó por la calificación original, impuesta en la instrucción. Esto había sido objetado por la abogada de Soto, Ángela Burgos Niño, algo que desde la Cámara se le tuvo que explicar que sí es válido. La alevosía se produce cuando el delincuente actúa de manera segura y a traición, dejando sin posibilidad de defensa a la víctima.
En la jornada de alegatos el fiscal de cámara Marcelo Sicardi, solicitó la pena de prisión perpetua para Néstor Aguilar Soto (22) por el homicidio criminis causae de Catalina Gutiérrez (21).
En tercer turno, está alegando la defensora de Aguilar Soto, Ángela Burgos, quien trata de eliminar los agravantes del homicidio.
“Néstor, sé que te vas a comer muchos años en la cárcel; y te lo mereces”, señaló la abogada que le comentó a su cliente al asumir la defensa.
La letrada sostiene que sería adecuada una pena de homicidio simple. También dijo que esa figura penal debería tener una pena superior a los 25 años.
“Nunca le enseñé a cuidarse de un amigo”
Al hacer uso de la penúltima palabra, como madre de Catalina Gutiérrez, Eleonora Vollenweider se dirigió en varios pasajes al acusado Néstor Aguilar Soto y hasta le pidió que la mire a los ojos porque era la “última vez” que iban a verse.
La mamá de la víctima relató lo que siente desde que murió Catalina: “Yo llego a mi casa y ella no está, falta en la mesa, en su cama, en su lugar en el auto”. También lamentó no poder brinda el amor que tiene para darle.
Tras decirle a Néstor que él sabía lo buena que era Catalina, dijo Vollenweider: “Nunca le enseñé a ella a cuidarse de un amigo”.
Luego, la mamá de Catalina pidió al jurado y al tribunal que hagan Justicia. Más allá de decir que no conoce de leyes, solicitó “la pena máxima”.
Finalmente, le reprochó a Aguilar Soto haberlos “convertido en una familia de tres”.
También le dijo que él se quejaba porque extrañaba su vida perfecta y ahora sufre por estar en la cárcel. Sobre esto, le lanzó: “¿Sabés dónde está ella? En un cajón”
El papá de Catalina, Marcelo Gutiérrez, eligió no hablar en el debate.
Por su parte, el acusado omitió la posibilidad de hacer uso de la última palabra.
El testimonio de Aguilar Soto del martes
Si se esforzó por desmentir que tenía rasgos narcisistas, Néstor Aguilar Soto (22) salió muy mal parado al poner sus pesares en la cárcel y en la consideración social por encima de la suerte de la víctima Catalina Gutiérrez (21) y del dolor de sus familiares.
La esperada declaración del acusado ahora por “homicidio criminis causae” fue un catálogo de quejas sobre sus pesares desde que cometió “el hecho”, como eligió mencionar durante más de dos horas al crimen de quien era su amiga. Volvió a relatar, tal como lo hizo a poco de confesar el crimen, que se había arruinado la vida.
El crimen se produjo en la tarde del 24 de julio del año pasado en la casa del acusado, en barrio Jardín.
“Antes que nada, quiero pedir perdón sobre todo a Catalín (sic)”, fue lo primero que dijo, para proseguir: “No es ninguna noticia que yo soy el responsable de que ella no esté acá”. Fue lo más cercano a una mirada empática que a partir de ese momento abandonó definitivamente.
Enseguida siguió evaluando la consecuencia de “el hecho” que lo dejaba a él sin poder entender por qué cada mañana amanece en una celda. Su “arrepentimiento”, pareció siempre orientarse más a haberse “arruinado la vida” que a hacerse cargo de que cegó una joven vida.
También se excusó señalando que no sabía qué había hecho y no entendía qué le había pasado. Pero enseguida volvía sobre sus preocupaciones: “No sé en qué momento generé esto, de hacer ir a la cárcel a mi mamá”.

Varias veces se quejó de que lo tilden narcisista, pero todo el tiempo se colocó él como víctima.
Luego, siguió con su película personal: “Mi vida era perfecta, era normal, extraño mi vida normal”. Luego se mostró extrañado de estar en una cárcel y se preguntó por qué se había transformado en un “homicida”.
Además de quejarse por los “memes” o caracterizaciones que se hacen de él, como si eso fuera lo central del juicio, aclaró un matiz curioso de “el hecho”: “Sí, cometí un homicidio, pero no lo planeé, ni soy un femicida”.
A lo largo de su declaración, se mostró preocupado por haber sido caracterizado -por los peritos- como obsesivo, manipulador y narcicista, y se preocupó por el trato que recibe de las amigas de Catalina, sus familiares y los medios de comunicación.
Una definición que repitió varias veces es que, ahora “con el diario del lunes”, lo que antes parecía “normal” en el grupo de amigos, ahora era tomado como extraño en su conducta.

Con total falta de respeto por la víctima y sus familiares presentes, contó sin necesidad supuestos detalles de la intimidad de Catalina y se dio “el lujo” de decir que no iba a contar cosas que sólo él conoce.
También fustigó a algunas amigas en común, asegurando que en su momento criticaron a la víctima y “ahora se ponen una remera de Catalina”.
La agresión fatal
“No me justifico en absoluto de nada”, comentó para tratar de explicar “el hecho”, pero dijo que venía estresado desde un mes antes. Dijo que estaba perdiendo el pelo y que perdía peso a raíz de la exigencia de la facultad.
También reconoció que con “Cata” estaban pasando por un momento tenso y la tarde que fue a buscarlo las “conversaciones eran medio cortantes”. Cuando ella llegó “estaba fría la conversación”. Él se demoró y le dijo que iba a cambiarse. La joven le pidió que se apurara y, según él, ella le dijo: “Encima me hacés esperar”.
Siempre según su versión, la conversación subió de tono y él le respondió: “Andate, tomátelas”. Ella, de acuerdo a ese relato le respondió “no podés ser tan pelotudo” y le pegó un cachetazo.
“Yo reaccioné de la peor manera, le respondí con un golpe”, aseguró Soto. Luego, le habría dicho: “Cata, me fui a la mierda”. “Pelotudo, me pegaste refuerte”, le habría respondido la joven, según su relato.
Luego recordó la molestia que él tenía cuando le tocaban el cuello y un juego que tenían sus amigos para incomodarlo. “Me apretó fuerte la nuez, ahí se me apagó la tele”, señaló Soto como para indicar que a partir de ese momento perdió el control. Palabras más, palabras menos, señaló: “Ya no fui más Néstor Soto”.
Luego, describió cómo hizo la toma de asfixia desde atrás, tomándole la cabeza y el cuello y comprimiéndole las cervicales hasta asfixiarla. No gimió ni gritó, dijo en otro pasaje de su declaración.
Lejos de llamar a un servicio de emergencia, comenzó a ver a su amiga como un cuerpo y relató todas las maniobras que hizo para cargarla en su auto. Manejó con el cadáver a su lado, roció el interior con alcohol, encendió una llama, cerró la puerta y se fue.

Aseguró que su intención era quemarse él mismo, pero que no tuvo “los huevos” de hacerlo.
A la hora de encontrarse con sus familiares, disimuló ser el autor y dijo que lloró porque sabía que él era el autor de “el hecho”. Eleonora, la madre de Catalina, se acercó a darle un abrazo y él relató que se sintió consolado, mientras pensaba que era el “causal de esto”.
“Me daba asco, me sentía sucio, asqueroso, una mierda”, completó.
Más adelante, calificó lo que había hecho como “horrible y asqueroso”.
Entre tantas cuestiones, dijo que con casi 23 años era virgen y se molestó cuando los policías le exigieron que confiese si había abusado de Catalina.
Muchos fueron los temas que abordó. Lejos de resultar favorecido, su declaración pareció dejarlo frente al jurado popular de una manera impopular.