Se suele hablar del interior de Córdoba como una unidad con cierta uniformidad social y económica. Pero hay muchos “interiores”: abundan las diferencias y sobran los matices.
Ocurre en casi todos los temas. También, en materia de acceso a la salud.
Ese interior donde vive el 61% de la población provincial tiene sólo el 37% de los médicos de Córdoba. La desigualdad queda expuesta.
Si se recorren hoy los hospitales y las clínicas de la Capital, saltará a la vista el alto porcentaje de pacientes llegados del amplio interior provincial. Para ellos, ese acceso a la salud les cuesta más dinero y mayor tiempo. La salud se les aleja.
Pero no todo el mapa se pinta de los mismos colores.
En las tres o cuatro mayores ciudades del interior, la tasa de médicos por habitantes no se aleja tanto de la de Capital y hay oferta en casi todas las especialidades. Río Cuarto y Villa María, por caso, son centros de atención de sus regiones, tanto en el sector público como en el privado.
Luego, hay una decena de ciudades medianas donde ya asoman complicaciones: hay servicios combinados entre público y privado y aparecen especialistas, pero no en todos los rubros y para toda la demanda.
Pero quedan unas 400 localidades medianas y pequeñas con otra historia: allí donde los médicos que las habitan son una excepción, y los que viajan para atender algunos días, cada vez menos.
Es allí, además, donde prácticamente desaparecieron las clínicas privadas en las dos últimas décadas y donde los municipios debieron reforzar sus dispensarios para, al menos, ofrecer una atención primaria elemental y dar pelea para conseguir que lleguen algunos médicos para atenderlos.

No se trata sólo de que los profesionales eligen ejercer en la Capital. También se da otro evidente fenómeno paralelo: la paulatina extinción de los sanatorios privados en el interior.
Sobreviven hoy menos de 100 clínicas privadas con internación en todo el interior cordobés. Pero hace 20 años eran casi 400, según los números de la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de Córdoba (Aclisa).
El negocio en ese rubro se complicó y sólo crecieron los grandes jugadores. De ese modo, se dio una mayor concentración de servicios en la Capital, donde a la vez hay clínicas cada vez más grandes.
A la par de ese fenómeno, el Estado (Provincia y municipios) debió salir a cubrir una demanda creciente en el sector público, acentuada por la crisis económica, el menor acceso a obras sociales y, en amplias regiones de la geografía provincial, la ausencia de prestadores privados.