Biólogos de la Fundación Nacional de Ciencias de California publicaron esta semana los resultados de una investigación llevada a cabo durante siete años que desmiente de forma tajante todo lo que se decía hasta ahora sobre los tortolitos.
Las tórtolas, aves semejantes a pequeñas palomas, siempre fueron relacionadas con los enamorados, como incluso recoge el diccionario de la Real Academia Española. Por eso también tortolito se considera sinónimo de «cándido y falto de experiencia», según ese mismo diccionario.
Desde la antigüedad se relaciona a la tórtola como símbolo de amor y fidelidad. De ahí viene lo de pareja de tortolitos. Son animales relacionados con la diosa Venus-Afrodita a partir de un bello poema del poeta latino Catulo que relata la obsesión de dos amantes, incapaces de dejar de besarse miles y miles de veces a lo largo de una noche sin fin.
El fin de una mentira: biólogos confirman que los tortolitos se odian
“La idea de que los tortolitos conviven felizmente en pareja es falsa, detrás de esas relaciones hay mucho salseo, la verdad es que se han caído muchas caretas”, afirmó Katy Lin, jefa del proyecto que tiró por tierra una historia enraizada en el imaginario colectivo.
Siempre basándose en la conclusión de este grupo de biólogos, quienes recurran a partir de ahora a la expresión “son dos tortolitos” tendrán que ser consciente de que están describiendo una relación tóxica de mutua dependencia, “en la cual el sentimiento de culpa es moneda de cambio, los secretos son el manto fangoso sobre el que se sostiene precariamente todo el andamiaje afectivo y la traición y el rencor condicionan absolutamente todo lo que se dice y lo que se hace”, en palabras de Lin.
Cómo llegaron a la conclusión de que los tortolitos se odian
El estudio se basa en la observación de más de 1.400 parejas de tortolitos. En todas ellas, bajo la apariencia de una relación estable, hubo infidelidades, gélida indiferencia y pasivoagresividad.
“No es sana una pareja en la que el macho, que tiene mucha pluma en realidad, paga con la hembra la frustración acumulada tras años de represión y servilismo en el trabajo, comportándose como un tirano y amenazando con suicidarse cada vez que se le impone un límite”, comentaron los biólogos.
Los expertos fueron más allá. Aseguraron que estos aparentemente tiernos animalitos se sacan los ojos. Literalmente. Y luego disimulan ante los demás, generalmente por las crías.
